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LUIS alberto salcines
Sábado, 22 de abril 2017, 19:43
Es frecuente encontrarse cuando uno acude a un restaurante una despreocupación por la decoración cuando no un mal gusto. Sorprende que en el comedor al que acudes con la garantía de que vas a disfrutar de una buena comida, que vas a pasar un par ... de horas degustando unos exquisitos platos en una agradable compañía tenga un mobiliario caduco, unas paredes con unas enmarcaciones que reproducen rancios bodegones, paisajes almibarados, pastelones ecuestres por no citar las pinturas de un familiar cercano que se inició en la escuela municipal de pintura. Hay locales, sin embargo, que cuidan mucho los ambientes porque saben que contribuyen a crear una atmósfera grata que se suma al placer que proporcionan las viandas
La obra de Roberto Orallo (Santander, 1947), es muy extensa y conocida. Su estilo, su técnica, su forma de concebir el arte son inconfundibles. Él es un artista tocado con ese don de la inspiración que le acompaña constantemente. Escribe dibujando y pinta expresando su propio y personal lenguaje, siempre amable y a veces de trazo duro. Él plasma en sus lienzos lo que siente y lo que piensa, y no deja de pensar para sentir y crear.
Orallo se mueve como pez en el agua éste casi siempre está presente en su obra cuando se enfrenta a las grandes obras, a los espacios amplios. En ellos, como él mismo dice, se deja constancia de «la temática, el dominio espacial y la técnica a emplear». El primer mural lo realizó en 1981 en el bar Iguña, hoy Casa Ajero.
En él trabajó siempre de noche y casi sin descanso, y con el dinero que ganó viajó y se alojó un tiempo en Milán. Merece la pena tomar un vino en este local para contemplar esta obra. Años después, ganó el concurso público para pintar la torre del Rhin, hoy Maremondo. Nunca antes se había subido a un andamio y antes de poner manos a la obra subió y bajó escaleras para acostumbrarse durante cuatro días.
Antes, el coleccionista y mecenas Víctor Merino le había encargado una barrica para la Bodega del Riojano, después fueron tres, de temas taurinos, una de sus muchas aficiones, junto al fútbol y su Racing. Una de estas barricas se puede ver ahora en La Pirula, en Peña Herbosa. Tiene también dos obras murales de óleo sobre lienzo en el Annua (dos estrellas Michelin) y seis dibujos con la gastronomía como protagonista. Varias obras de menor formato de Orallo se puede ver en la Cafetería Pombo, Bar La Traída, Annua, Bodega La Montaña...
En el Palacio de Soñanes realizó la bóveda, una visión virtual del hemisferio norte con la Vía Láctea, y pintó cuatro murales inspirándose en los cuatro elementos vitales tierra, mar, aire y fuego. Fuera del ámbito de la restauración, los grandes murales de este artista y docente, profesor y catedrático durante 34 años en el Instituto Santa Clara, se encuentra también en el Hospital Valdecilla, Viajes Massana, el puerto de Santoña una obra de 300 metros cuadrados en recuerdo de los marineros fallecidos del Nuevo Pilín y en el propio Santa Clara. Allí, donde antes hizo el ingreso al PREU (Preuniversitario), está su Metamorfosis, una magnífica obra de cuatro por seis metros. Allí se muestra, donde antes, disfrutó de la enseñanza este singular artista que escribe dibujando y pinta expresando su propio y personal lenguaje, siempre amable.
Antiguamente los comensales veíamos en las paredes de algunos restaurantes obras interesantes de artistas plásticos, muchos de ellos de nuestra comunidad. La costumbre se ha ido perdiendo y ahora es raro verlas. Quizá la decisión de integrar en los espacios gastronómicos obras de arte dependa de los decoradores, no lo sé. Acaso la decisión sea del dueño del negocio. Es posible. Lo cierto es que hay ocasiones en las que prefieres que las paredes estén desnudas y no padezcan ningún añadido.
En Santander recuerdo algunos locales de hostelería con obras realmente interesantes. Uno de los primeros en este sentido fue Cañadío, que a finales de los setenta instaló varios cuadros de Joaquín Martínez Cano realizados sobre arpillera. El restaurante El Puerto, diseñado por el arquitecto Ricardo Lorenzo, integró en su espacio varias esculturas en madera de Mauro Muriedas y una de Ramón Calderón. En Bodega La Montaña podemos ver óleos de Roberto Orallo, quien tiene también una obra en la cafetería Pombo y un mural en Casa Ajero. El Mesón Goya es probablemente de los que más obras tienen: un dibujo del alemán Penck, un grabado de Sonia Delaunay, una cerámica de Julio de Pablo y otra de Miguel González, un magnífico Esteban de la Foz, un Manuel Valdés, un Álvaro Delgado, un Barrigón y un óleo del joven Álvaro Trugeda, entre otras. En Días de Sur, cuelgan varias fotografías en blanco y negro de María Gorbeña y de su hijo Pablo. En la cafetería Alaska, el surrealista Pedro Calderón tiene algunos cuadros. Indalecio Sobrino está representado en La Posada del Mar con algunas de sus creaciones, así como Ramón Calderón.
En los comedores de los principales hoteles de Santander se pueden encontrar numerosas obras de arte de pintores cántabros y de otros importantes españoles y extranjeros. En el Chiqui destacan tres grandes obras, un faro y dos marinas, de Eduardo Sanz. Además, un atractivo mural de Fernando Calderón de ambiente marinero ubicado en el pub-cafetería, junto al comedor principal. En los salones se pueden ver obras de otros artistas españoles como Antonio Santos, Barral, Cruañás, Diamantino, Sedano...
En el Hotel Bahía hay un gran mural de Fernando Calderón que ocupa uno de los frontales del salón principal.
Unas de las colecciones más importantes se cuelgan en las estancias del Hotel Santemar. La familia Santos atesora una importante colección de arte contemporáneo. En el hotel que la cadena tiene en El Sardinero, en la calle Joaquín Costa, cuelgan obras de pintores importantes del siglo pasado y del actual, entre ellos Quirós y Calderón y esculturas de Manuel Raba. Obra de gran valor para admirar sin prisa. Los Santos, además, poseen el Museo de Arte Contemporáneo de Elsedo, en Pámanes. En la actualidad alberga una de las mejores colecciones de arte moderno español. Aunque tanto el palacio como la colección de arte son de propiedad privada es el Gobierno de Cantabria quien lo regenta, haciendo posible su acceso al público.
Y, por supuesto, no se debe olvidar la pinacoteca del Riojano, conocida como Museo Redondo, con las tapas de las cubas iluminadas por grandes artistas nacionales.
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