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Inés Martín Rodrigo
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Inés Martín Rodrigo
Un día «emocionante», que por fin llega y se convierte en «un tanto vertiginoso». Así lo define la escritora. Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) está ... contenta, porque su nuevo libro 'Otra versión de ti' (Destino), que se publicó hace apenas 48 horas, es «especial». Lo presentará esta tarde en Librería Gil (19.00 horas).
En la historia, que llega tras ganar el Premio Nadal, Candela se obsesiona con escribir un libro que le ayude a descubrir quién fue su madre. En su camino recopilará testimonios de distintas personas que su pareja, Andrea, tendrá que unir cuando Candela desaparezca de pronto.
–En este nuevo libro conviven multitud de personas.
–Sí, es un coro de voces. En realidad, la de la protagonista, Candela, es la que menos se escucha. Su voz, efectivamente, está detrás de las del resto, casi silente. Ese era el objetivo también; escuchar a los demás para poder escucharse a uno mismo. Nos olvidamos de eso a veces y es fundamental.
–Parece un ejercicio arriesgado ese de buscarse a uno mismo en otras voces.
–Es un juego arriesgado, pero también muy literario. No hay nada más narrativo que ponerse en el lugar del otro. Esa empatía que tanto echamos en falta, yo por lo menos, en la actual sociedad, esa escucha del otro. Era el juego más adecuado para esta novela, que no deja de ser un juego de espejos, prácticamente caleidoscópico, en el que esas diferentes voces van armando una historia donde realidad y ficción, no solo se mezclan, sino que son vasos comunicantes. Se convierten en piezas de un puzzle que el lector va armando junto con Andrea, otra de las protagonistas, a medida que van pasando las páginas.
–¿Lo importante para usted era que el lector llegara a la imagen final que ofrece ese puzzle o que disfrutara buscando las piezas?
–En esta novela, como hay tantos prismas, el lector puede acercarse de muy diferentes maneras, pero, poniéndome en su piel más que en la de autora, creo que la voz en segunda persona de Andrea es tan absorbente, tan caótica pero ordenada, tan abrumadoramente intensa, pero sin agobiar, que el lector rápidamente termina metido en su mente. La voz principal es la suya y escuchamos ese soliloquio, ese flujo mental que va desarrollando, mientras profundiza en el material recopilado por Candela para intentar escribir su libro 'maldito'.
–¿El proceso de estructurar esta narración ha sido más complejo que en trabajos anteriores?
–El mapa lo tenía en la cabeza. Lo difícil ha sido encajarlo en la página. Es el mayor reto literario mayor que he afrontado en mi trayectoria. Ha sido un proceso complejo, arduo, muy intenso, pero del que he salido bastante reconfortada como escritora. Quería dar un paso adelante en mi carrera, un paso que me encaminara hacia ese lugar que aspiro a ocupar en la literatura contemporánea. Un lugar en el que la literatura es un espacio de hibridación, de diálogo entre géneros, donde la pluralidad de la sociedad se ve reflejada. Estoy muy orgullosa de haberlo logrado.
–En las voces y en el formato, también hay reflejo de la variedad; cambian las tipografías, hay fotos, informes, retazos de conversaciones por teléfono…
–No me olvido de que la literatura es un juego y para mí escribir es sinónimo de diversión, pese a que los temas tratados en esta novela sean tan serios y dolorosos como la muerte, el duelo, la enfermedad, el amor, la familia, la identidad… Por eso me he atrevido a jugar, empleando todo lo que tenía a mi alcance. Hay de todo. Es un enorme collage donde casi todo es posible con un único fin: contar esa historia que de otra manera no podría haber contado.
–En ese juego, ¿siente que ha resultado usted ganadora?
–No me planteo la vida ni la literatura como ganar o perder. Pero sí te puedo decir que estoy muy orgullosa del resultado. Al terminar de escribir, primero tuve un vértigo enorme, porque soy consciente de que el resultado es como una especie de tsunami que puede atraparte, pero del que sales ilesa aspirando una bocanada de aire. La sensación fue de alivio, de liberación, de haberme quitado un peso enorme que llevaba cargando largo tiempo.
–Lo define así en el epílogo; el último capítulo, el punto final.
–Aspiraba a que fuera eso y he conseguido que lo sea. Esta novela es el punto final de una historia que empecé a intentar contar hace muchos años y que han tenido que pasar muchas y diversas cosas en mi vida personal y de escritora, para que pudiera escribirlo.
–Los puntos finales también pueden ser principios.
–Eso espero. Ahora estoy en un lugar distinto como escritora. Un lugar más luminoso. Para que haya un amanecer siempre tiene que haber un atardecer.
–Otro punto clave es que este es su primer libro tras ganar el Premio Nadal. ¿Para qué le ha servido ese galardón?
–Entre muchas otras cosas me ha servido para atreverme a escribir esta novela. Me ha dado la confianza, la seguridad, el respaldo de editores, lectores… Y sobre todo, de mí misma. Esa seguridad es fundamental para poder afrontar un reto tan mayúsculo y significativo. Soy consciente de que después de un premio como ese hay muchos más ojos puestos en mí, pero lo vivo como una oportunidad. Espero que después de esta novela haya todavía más.
–En ese sentido, ¿le inquietan las preguntas sobre cuánto hay de usted en esta novela por ciertas similitudes con su propia vida?
–No, no me inquieta. Cuando decidí escribir esta novela sabía los riesgos que asumía y estoy dispuesta a afrontarlos todos. Si son preguntas, las responderé en la medida de mis posibilidades, desde la honestidad literaria y personal que me caracteriza.
–¿Qué opina sobre la polémica crec iente en torno a 'El odio', de Luisge Martín y Anagrama?
–No he tenido la oportunidad de leer el libro, y es un tema lo suficientemente delicado, con tantas aristas, tanto referentes a la libertad creativa y de expresión como a la ética, a la moral y al derecho de las víctimas, que, como digo, sin haber leído la obra no puedo tener una opinión formada al respecto.
–La búsqueda de Candela, eje del libro, ¿le ha servido para converse mejor a sí misma?
–Tanto la lectura como la escritura me sirven para comprenderme un poco mejor. Lo dice Candela en la novela y hago mías sus palabras. Terminar una novela como 'Otra versión de ti', ha significado descubrir otras versiones de Inés Martín Rodrigo que seguramente estaban ahí, pero no había sido capaz de llegar todavía. He crecido y he salido indemne, lo cual no era fácil. Esta novela me ha permitido reconciliarme con un pasado muy doloroso al que ahora miro con otros ojos. Me ha devuelto una mirada más compasiva, más alegre, más optimista.
–Entonces, ¿va a celebrar más la alegría, algo que se hace poco, como escribe, citando a Vicente Undurraga?
–Pertenece a un libro precioso, 'Todo puede ser', que dice algo como hacer las cosas bien y perseverar en la alegría. Ahora más que nunca, esa cita es un deber. La traigo a mi memoria muchas veces, como me decía mi primera editora Belén Bermejo. Cuando nos acechan cada vez más sombras, las del fanatismo, la ultraderecha, la regresión, busquemos la luz en esa alegría como un deber diario.
–Este libro viene con banda sonora e infinidad de menciones que denotan su pasión lectora.
–Además me gusta que se pueda entrar por muchos recovecos a esta novela. Uno de esos es la literatura. Me gustaría que fuera un cuaderno de lectura para los lectores y que descubrieran a autores nuevos.
–Y como dice al final, «lo presenta en Santander, como siempre».
–(Ríe) ¡Viva la metaliteratura! Qué mejor final.
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