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Francisco Suniaga
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Francisco Suniaga
Después de obligar que los ejércitos de Bonaparte se retiraran de la península, el general Pablo Morillo recibe el encargo del Rey de partir con 10.000 hombres y cuarenta barcos hacia América, para plantar cara a los independentistas, liderados por Simón Bolívar. Esta expedición incierta, que pretende también transmitir cordura a los ejércitos criollos que defendían a la corona y rendir a los rebeldes, es el eje de la novela histórica 'El Pacificador' (editorial Alfa), que narra, desde el punto de vista de los militares españoles, la guerra de Independencia americana. Escrita por Francisco Suniaga, venezolano nacido en 1954 y radicado recientemente en España, la trama se nutre de una detallada investigación sobre los sucesos vividos por Morillo, desde su salida de Cádiz, donde se presiente la encerrona que le hace el Rey para contrarrestar una peligrosa popularidad, hasta su muerte.
'El Pacificador' cuenta la llegada a la isla de Margarita, último fortín rebelde, que reconquista sin pelear, el estallido de su barco insignia, los roces con el sanguinario general realista Morales, sin perder una destreza narrativa que incluye licencias de la ficción, como el encuentro de dos enemigos, el Pacificador y Francisco de Miranda, preso en La Carraca, y luego con Bolívar, un par de años después. Volvió derrotado.
–¿Por qué elige la perspectiva de los personajes españoles para narrar la independencia americana?
–Llegué a la conclusión de que el mito nacional venezolano, si bien patriótico, exageraba la épica independentista y había sido utilizado de manera vil por los autócratas del período republicano de Venezuela. Con El Pacificador, la voz de Morillo, debidamente documentada por la historiografía, se suma, desde la ficción literaria, a lo que ya resulta obvio: que existe un esfuerzo rectificador del mito nacional por parte de los historiadores (latinoamericanos).
–¿Es novedoso este punto de vista o se inspira en otras narraciones similares?
–Novedoso para nada, porque nada lo es en literatura. Sí se podría afirmar que no había antes el afán revisionista de la historia que hay en el presente. Ojalá la crítica literaria le dedicara unas páginas a responder esa pregunta. Desde mi óptica de lector ordinario solo puedo especular.
–Viendo lo que ha sucedido siglos después, ¿seguir en el reino hubiera sido positivo para los americanos?
–En Venezuela esa parece ser una verdad reciente. Hace unas décadas nadie lo habría siquiera pensado. La gente no se iba para España en los años setenta ni ochenta ni tampoco, de manera copiosa, en los noventa del siglo pasado. El éxodo se hizo masivo al principio de este siglo, la razón es obvia. Sin embargo, creo que el deseo de venirse a España podría revertirse en poco tiempo con un cambio político.
–Sostiene a través de varios personajes que la guerra de independencia estalla por las tensiones raciales. ¿Puede resumir esta idea?
–El sistema socio-político puesto en práctica por los blancos criollos durante casi tres siglos se asemejaba al apartheid de Sudáfrica. Era una casta impenetrable. Si no pertenecías a ella, no podías entrar como oficial a la milicia ni a la universidad. Esas diferencias insalvables entre los distintos grupos sociales hicieron que quienes no eran blancos —los pardos, negros e indios, la mayoría de los habitantes— apoyaran preferentemente al partido realista.
–La trama parece tener muy presente el devenir venezolano con Chávez y su bolivarianismo. ¿De qué manera le influyó la actualidad venezolana en esta novela?
–Esa es uno de los subtextos intencionados de la novela: la sociedad venezolana ha tenido desde su génesis una notoria presencia de la violencia contra personas y propiedades, y un marcado desdén por la legitimidad derivada de las leyes. En la novela se expone la conducta del pasado y el contraste con el presente lo hace el propio lector.
–¿Quiénes son los héroes en esta obra?
–Los héroes son muchos de aquellos que protagonizaron la guerra de independencia más cruenta del continente. Los dos principales son Pablo Morillo y Simón Bolívar, ya se advierte una cita, previa a la novela, tomada de un texto de Daniel O'Leary: «Tan leal fue Bolívar a su patria, como Morillo lo fue a su rey». Creo que lo son no solo de la novela sino también de la historia de ese período. Capítulo que dejó una impronta que aún sufrimos. La heroicidad, cubierta en principio con un voluntarismo suicida, devino en cultura. El último héroe fue Chávez, que además se asumía como tal; se actuaba a sí mismo, por eso hablaba de él en tercera persona del singular. Por eso prendió tan rápido y apasionadamente entre la gente.
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