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La Leica cuelga sobre su pecho. Y en el umbral del espacio expositivo de las Naves de Gamazo su histórica cámara y su cazadora de 1980 flanquean la entrada a la «recreación» de algunas obras maestras del Museo del Prado, fruto de una exploración ... fotográfica y una indagación en rostros, historias y relatos. «Tiempo, luz y pinceladas» se conjugan en la mirada de Alberto García-Alix. Subjetivo e intuitivo, su trabajo de más de cuatro años plasmado en 'Fantasías en el Prado', convierte las naves de la Fundación Enaire en un templo que funde el origen pictórico con la mirada de García-Alix (León, 1956), fotógrafo, creador audiovisual, escritor y editor. Un proceso de trabajo sembrado por un tiempo de espera, desconciertos, frustraciones y deslumbramientos hasta otorgar a las imágenes del proyecto «de respiración a los retratados y de carne a las estatuas». Un periodo de «resonancias y fantasmagorías», reveladas tras recorrer las salas y pasillos del Prado, ahora trasladadas al espacio de Gamazo donde se exhiben hasta el 24 de septiembre.
Fiel a la fotografía analógica y al laboratorio, este enésimo trabajo en el que se reinventa el Premio Nacional y Premio Trayectoria Fundación Enaire 2022, edifica un «imaginario» fotográfico inspirado en esas obras del Prado. En Gamazo tras un acceso icónico donde se reúnen los citados objetos, un autorretrato y algunas imágenes históricas pertenecientes al fondo del Reina Sofía, el espacio acoge sus 'Fantasías', cerca de 40 fotografías analógicas, reveladas en papel de gelatinobromuro de plata. La laboriosa técnica de la múltiple exposición sobre película analógica recorre la entraña química y, por ende, la poética de su mirada posada y documentada sobre los personajes que habitan la pinacoteca española.
'Fantasías en el Prado', esa inmersión paciente e inquieta del fotógrafo curioso y cazador de imágenes, responde -confesó García-Alix- a su pasión por un «territorio fascinante e insondable, donde en algún caso me convulsionaban por su gran pulsión mística. Me deslumbraban». Goya, Velázquez o Rubens se combinan en el trayecto de Gamazo hasta el autorretrato con máscara de fiera» con ayuda de Rosa Bonheur» que rubrica la muestra. Ligada a la programación de PHotoEspaña Santander 2023, la exposición tiene su punto de partida en 2018, cuando el Prado encargó a 18 fotógrafos dos imágenes de interpretación libre y García-Alix se quedó «con ganas de continuar». Todo empezó «muy despacio, iba una vez al mes o cada dos meses, pero me iba motivando por el resultado de forma que el museo se convirtió en un territorio de caza frecuente que me ofrecía posibilidades inmensas». En la presentación la directora gerente de la Fundación Enaire, Beatriz Montero de Espinosa destacó que en esta muestra, «uno de los grandes fotógrafos de nuestro tiempo, reinterpreta algunas de las obras más importantes del museo y las dota de una nueva mirada creadora y evocadora «muy personal». El vicepresidente y consejero de Cultura en funciones, Pablo Zuloaga, en una intervención «con sabor a despedida» y balance calificó de «extraordinario el trabajo que ha permitido llenar de actividad cultural la zona de Gamazo y avanzar en su gran transformación». Además, defendió su gestión y la de su equipo: «Hemos conseguido hacer de Gamazo el corazón de la cultura», tras anunciar con «mucha ilusión» la exposición de la Colección Norte del Gobierno de Cantabria que se podrá ver en las Naves después del verano
Premio PHotoEspaña hace una década y Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, entre otros muchos galardones, el estilo austero, la fotografía en blanco y negro y su fidelidad al retrato caracterizan a García-Alix. Protagoniza así en Gamazo su primera gran comparecencia en Santander, pero su trayectoria tiene su reflejo en el Archivo Lafuente para el que tuvo palabras de elogio por su apuesta y coherencia documental. En el Archivo Lafuente se encuentra 'El Fondo Pura Vida -El Canto de la Tripulación', que comprende unos dos mil doscientos ítems, de los cuales la mayor parte se relacionan con el proyecto editorial que García-Alix emprende a finales de los ochenta.
Sobre los desafíos de su incursión en el Prado García-Alix aludió a que «el problema era la técnica pues creía regresar con una obra brillante y me encontraba al revelar que todo era confuso. Días negros, no había nada». Incluso llegó a pensar que su trabajo «estaba gafado». «Cuando terminé, no sabía qué hacer con él». Pero entonces ganó el Premio de Enaire «y este es el resultado». No obstante, cree que «podía haber ido mucho más lejos. Tenía que decidir en qué cuadro me metía y acercarme a la pincelada era fascinante, así que desde entonces valoro la pintura de otra manera». A García-Alix le ofrecieron abordar un trabajo similar en el Louvre pero «yo soy español y quería el Prado. Mi madre decía que era su segunda casa y, por mi madre, tenía que ser en el Prado».
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