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Después de éxitos como 'La tabla esmeralda' o 'El jardín de las mujeres Verelli', vuelve Carla Montero (Madrid, 1973) con su novela más épica: una ... saga familiar de sacrificio, amor y traición ambientada en el mundo bodeguero de la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. La autora presentará esta novela, que lleva por título: 'El viñedo de la luna' -y que como las otras dos edita Plaza&Janes -hoy martes a las 18.30 horas, en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Santander.
-En su última visita a Santander presentó 'El medallón del fuego', un relato en el que abordaba el tráfico de obras de arte durante la Segunda Guerra Mundial. En este, de nuevo ambientado en esta contienda, habla de otro tipo de expolio, el que se llevó a cabo en las bodegas francesas. Un tema no muy conocido ni abordado.
-Yo estaba buscando una historia relacionada con un tema que me apasiona, el vino, durante la Segunda Guerra Mundial, en la que están ambientadas mis últimas cuatro novelas, y cuando me puse a investigar al juntar las dos cosas me encontré con el tema del expolio que también fue una sorpresa para mi.
-¿Qué descubrió?
-Conocía que durante la ocupación de Francia por parte de Alemania el sector del vino se vio muy afectado, pero de lo que no tenía constancia era del alcance que supuso porque fue un expolio de las mismas dimensiones que el que sufrió el mundo del arte pero con una serie de particularidades que para mí lo hace más perverso ya que contó con el beneplácito de los bodegueros y del Gobierno de Vichy, cosa que no ocurrió en el mundo del arte.
-¿Cómo es posible que los bodegueros franceses se pusiesen de parte de los nazis?
-Se dieron varios factores. El mundo del vino en Francia sufría una gran crisis y determinadas zonas viñícolas, como la de Borgoña en la que se ambienta la novela, pero también Champagne, que en la Primera Guerra Mundial estaban cerca del frente, fueron bombardeadas y por tanto habían quedado arrasadas. A esto súmale que cuando se estaban recuperando les llegó la otra gran crisis que les causó el Crack del 29 pues el sector en Francia vivía en parte de las exportaciones a Estados Unidos. Los alemanes, durante la ocupación habían puesto su mirada en la industria vinícola y en el valor de las botellas más caras, pero también en el vino ordinario que se convirtió en un recurso económico muy importante para el Reich que se hizo con el dinero de su comercialización y además le servía para elevar la moral a sus tropas. Supieron hacerlo de tal manera que lo disfrazaron a modo de compra, aunque con dinero francés. Y eso en mi opinión fue lo perverso. Los alemanes cobraban a los franceses por lo que ellos llamaban los costes de ocupación y con él financiaban las compras del vino. Pero muchos bodegueros vieron una posibilidad de vender sus vinos. No todos, pero la mayoría.
-Se ha escrito muchísimo alrededor de la Segunda Guerra Mundial. Pero parece que todavía quedan historias por contar.
-Así es y es algo que a mí no deja de sorprenderme. Aunque cada vez que se publica un nuevo libro o se estrena una película la gente puede pensar que se trata de otra historia más aun hay muchas cosas por contar. En el caso de las bodegas por ejemplo, cuando me puse a investigar, me di cuenta de la poca documentación que hay, pero no solo en España, también en Francia, pese a que el tema les toca muy de lleno. Lo que cada vez tengo más claro es que tal y como nos han contado el relato de la resistencia parece que todos los franceses cogieron un fusil para luchar contra los alemanes y esto no fue así. Ha sido en los últimos años cuando esto se está empezando a revisar y a poner las cosas en su sitio.
-Se la define como una autora de mapa por su forma de estructurar sus libros antes de ponerse a escribir. ¿Sigue siendo igual de metódica?
-Así sigo y dudo mucho que algún día pueda ser una autora de brújula y ponerme a escribir sin una ruta definida. Esto también tiene que ver con el tipo de novelas que escribo. Al ser de corte histórico estoy obligada a hacer una investigación de su contexto y eso hace que según avanzas la propia trama va cogiendo forma. Así que sería incapaz de ponerme a escribir sin saber de donde parto y a donde llego.
-Tampoco falta el amor en sus historias. ¿Es un elemento esencial para que una novela de corte histórica tenga éxito entre los lectores?
-Para mí es importante porque el amor es algo fundamental en la vida humana y creo que si se deja de lado, el relato quedaría incompleto. Mis novelas son historias de personas corrientes que en un momento dado se tienen que enfrenar a situaciones extraordinarias como pueden ser en este caso la ocupación nazi y en la vida de esas personas por supuesto que hay amor, desamor y situaciones románticas como en las de todo el mundo.
-Sus siete novelas publicadas en papel -también es autora de un audiolibro- se enmarcan en el género histórico. ¿Cree que ya ha llegado la hora de dar el salto a otro tipo de narraciones?
-Sí que me lo planteo y de hecho ese audiolibro que está más cerca de la actualidad y del género detectivesco me dio la oportunidad de hacer algo diferente y experimentar algo nuevo como autora, pero luego he vuelto a mi terreno. Todos los escritores tenemos una marca con la que los lectores nos identifican. ¿Podría salirme de ahí? Pues a lo mejor sí, pero no demasiado porque creo que el lector quedaría muy despistado si de repente Carla Montero escribe una novela fantástica. Además me siento cómoda y me gusta este tipo de novelas ambientadas normalmente en la primera mitad del siglo XX.
-¿Y cómo es el público de la novela histórica?
-Variado. Pero en realidad mis novelas no son históricas, más bien diría que son de corte histórico o dramas históricos. Es decir que yo imagino una trama de ficción y la ambiento en un momento histórico y eso permite que haya una gran tipología de lectores que se pueden sentir atraídos por mis libros.
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Ana del Castillo
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