Álvaro de la Hoz estrena su primer largometraje nueve años después de empezar a rodarse

La película «sencilla», en palabras de su director, es también un homenaje póstumo a su protagonista, el actor Luis Oyarbide que falleció a principios del año 2016 pues, tal y como recordó Álvaro de la Hoz, desde el principió –desde antes de que Pedro Pablo Picazo escribiese el guión– se pensó en él para el personaje principal, un forastero que guarda un gran secreto y que de repente aparece en una cabaña de la Vega de Pas, lugar en el que mantiene una gran amistad, casi paterno filial con una joven del lugar, la actriz Zoe Pérez. «Para nosotros esta película, y así la calificábamos durante el rodaje era la 'oyar movie'. No podía haber sido otro actor el que encarnara a este personaje», reconoció De la Hoz.

Las principales escenas de la película están rodadas en San Roque del Río Miera, el lugar que inspiró a Álvaro de la Hoz en la grabación de un documental sobre los pasiegos, pero también hay escenas en el Mercado de Ganados de Torrelavega, en Villacarriedo, en Santoña y hasta en Santander. Si bien, el paisaje del Valle de Pas envuelve este filme intimista que, si ha tardado tanto en salir a la luz, ha sido por el apretado presupuesto con el que se llevó a cabo y por el «perfeccionismo» de un director curtido en el mundo el cortometraje y que también ha compuesto la banda sonora de la película. «Ya había compuesto anteriormente la música de algunos cortos y documentales y tengo que reconocer que no sabía en el jardín en el que me estaba metiendo cuando me propuse hacer lo mismo con esta película».

Álvaro de la Hoz pertenece a una generación de cortometrajistas en Cantabria que, tras años de producciones, por fin han dado el salto al largometraje junto a Álvaro García que en 2021 estrenó The Winter Hunger' (El hombre de invierno).

Uno de los detalles en los que incidió durante la presentación fue el sonido. Tal y como explicó el hecho de trabajar en esos paisajes «espectaculares» como los de Cantabria, también condicionaba la calidad de algunos aspectos técnicos, «especialmente el sonido que en ocasiones no era captado correctamente debido al viento y el clima de la zona».

En este sentido, explicó que para arreglar algunas tomas se decidió doblar varias escenas, pero con el fallecimiento de Oyarbide no fue posible, por lo que a través de una empresa de Bilbao, se consiguió mejorar el audio llevando a cabo una «limpieza digital» del sonido.

El director también quiso agradecer el esfuerzo colectivo de todos los implicados en la película, como actores, equipo que conocieron en documentales anteriores y que se fueron sumando al proyecto «de manera desinteresada», participantes que aportaron dinero mediante crowdfunding e incluso a algunas empresas cántabras que apoyaron con sus productos o servicios.

Fue la directora Marta Solana, quien en esta película hace también las veces de la directora de arte y vestuario, la que reconoció que en el momento en el que se comenzó a rodar no había ayudas como las de ahora, algo que también dificultó la producción, por ello, ha agradecido al Gobierno de Cantabria apoye la cultura y ofrezca ayudas para estos proyectos. Para Zuloaga, esta política de apoyo a la producción de cine ofrece un «espacio» de crecimiento económico al crear empleo y desarrollar talento, mientras potencia la imagen de la comunidad autónoma.

Por su parte, Gema Agudo incidió en el aspecto emocional de la película, que ha confiado tenga un «largo recorrido» que compense sus nueve años de «vicisitudes». «Es un filme que nos va a gustar a todos y nos va a llegar al corazón», resumió Gema Agudo.