Mi amigo sube a la azotea de su edificio en bañador y chanclas. Lleva gafas de sol
CUADERNO DE EXCEPCIÓN | DÍA31 ·
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CUADERNO DE EXCEPCIÓN | DÍA31 ·
Un amigo ha comenzado a saltarse las normas de confinamiento para subir de forma clandestina a la azotea de su edificio. Vive en la última planta y eso facilita las cosas. Me explica que abre un poco la puerta de su casa, apenas una rendija, y mira bien que no haya nadie en el descansillo. Como no quiere ser descubierto, extrema las precauciones para que no lo sorprendan los vecinos. Me cuenta que a la azotea sube por una escalera extensible de acero inoxidable. Al final de esa escalera, hay una ventana redonda que se parece a las escotillas de los submarinos. Manipula los mecanismos de esa escotilla y accede al exterior. Lleva ya un mes confinado y pienso que no es casual que utilice justo esa metáfora. Necesito estar fuera, me dice, tumbarme y sentir que el cielo azul se desploma sobre mí. A veces, continúa, me quedo medio dormido y sueño que estoy tendido al borde de una piscina. Me aclara mi amigo que intenta no dormirse del todo porque es sonámbulo. Le da miedo que su mente se confunda y ordene a su cuerpo acalorado ponerse en pie, caminar hasta la cornisa y saltar al vacío para darse un chapuzón. Mi amigo sube a la azotea de su edificio en bañador y chanclas. Lleva gafas de sol también. Y una toalla. La que mejor se camufla con el suelo de la azotea, me explica, por si sobrevuelan la zona con drones. No sé si sale de casa vestido y se queda en bañador después o si sube ya sin ropa desde el principio. Prefiero imaginármelo subiendo a pecho descubierto por la escalera.
Dice que, una vez en la azotea, no asume demasiados riesgos para que nadie se dé cuenta. Tiene miedo a que lo vea algún vecino del edificio de enfrente. Suele quedarse tumbado junto a la escotilla, su pesadilla es que se cierre y se quede atrapado sin que nadie lo sepa. No se queda demasiado tiempo fuera porque tiene miedo al cáncer de piel pero sube, pese a todo, porque tiene miedo también a que la falta de vitamina D desplome sus niveles de serotonina y eso lo deprima. El bloque en el que vive es grande, de varios portales, la azotea tiene el tamaño de un campo de fútbol. Hace varios días, me cuenta aún congestionado, estaba tumbado tomando el sol cuando comenzó a escuchar un ruido. Alzó la vista y vio cómo se abría pesadamente una escotilla a unos cincuenta metros de distancia. Se quedó paralizado. Dice que vio salir primero una mano, después un brazo, más tarde una cabeza, por fin el torso entero de un hombre vestido con ropa deportiva. Me jura que le pareció que era un muerto viviente saliendo de su tumba en un cementerio.
Lea la serie completa pinchando aquí.
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