Borrar
José Manuel Ballester mira sus propias obras en Gamazo. Al fondo, los árboles en la boca del metro de Tiananmén, en Pekín. Foto: Javier Cotera / Vídeo: Héctor Díaz

El árbol del arte, la rama de Ballester

Premio Nacional y Trayectoria, convierte las Naves de Gamazo de Enaire en 'De arboris perennis', un bosque de pintura y fotografía, de espacios ocultos y revelaciones

Guillermo Balbona

Santander

Jueves, 13 de junio 2024

El árbol del arte y, por supuesto, de la vida vertebra el paseo histórico, artístico, creativo, también a veces reinterpretativo y crítico, que atraviesa la columna vertebral de la muestra 'De arboris perennis'. Y su rama, fundacional, sobre la que se sostiene todo el legado de la tradición y de los iconos de la historia del arte, es José Manuel Ballester (Madrid, 1960). Su propuesta, que ya puede verse en las Naves de Gamazo, dentro de la programación de la Fundación Enaire, se postula como una de las grandes exposiciones del verano. Pero su relevancia, significado, simbolismo, hibridación de lenguajes y alumbramientos trasciende el concepto de mera exposición.

En su itinerario habitan las dos grandes expresiones creativas, pintura y fotografía, de Ballester, uno de los artistas españoles de mayor proyección internacional. Asimismo, la muestra contiene pequeñas obras entre espectaculares piezas de gran formato. Pero son aquellas las que ejercen de «claves y pasos» para acercar esa conexión con la naturaleza y, al tiempo, conocer el universo propio de Ballester.

El artista inauguró ayer la exposición -presentada en 2023 en el contexto del Festival PHotoEspaña en el Jardín Botánico de Madrid- que podrá visitarse hasta finales de septiembre. Recién llegado de China, en la que ha sido su vigésima estancia en aquel país muy ligado a su trayectoria creativa y vital, al igual que Brasil, Ballester toma el testigo en Gamazo que ha dejado la pintura de Ciria en la temporada de la sede de Enaire. Las salas de las antiguas naves portuarias, inauguradas hace ahora tres años, albergan su homenaje, una muestra de respeto, «un reencuentro con la naturaleza» con el que Ballester, con el árbol como eje y protagonista, «manifiesta la necesidad del hombre actual de conectar con la naturaleza, con la vida».

En el umbral de la muestra de Juan Manuel Ballester asoma un dibujo, 'El árbol blanco', fechado en 1979. Curiosamente fue la primera de las creaciones del artista cuando apenas tenía formación. Frente a ella, 'Rama 57', acrílico sobre lienzo, pintado en 2018. Ambas piezas, en lo cronológico, emocional y evolución creativa, flanquean el camino trazado durante 45 años de vida artística, aquí recorridos por la figura del árbol.

Un elemento que se repite recurrentemente. Una metáfora de la relación del ser humano con su entorno. El espacio de las Naves otorga mayor plenitud a las obras, incluyendo piezas en las que introduce cambios de iluminación dentro de la propia creación, «dotándolas de un magnetismo irresistible».

Comisariada por Lola Durán, es una propuesta con la que el trabajo del artista «parte de una intensa búsqueda interior, de una infinita curiosidad que le lleva a captar con su cámara aquellos elementos que le rodean y conmueven, que conectan con su mundo íntimo».

Metáforas perfectas y completas

Ballester, subraya la comisaria, «nos traslada a esos espacios misteriosos y solitarios que nos invitan a la reflexión, a descubrir su infinitud a través del silencio». El proyecto pone de relieve la universalidad del árbol; imágenes tomadas en todo el mundo que crean «un mapa que trasciende las fronteras, porque allá donde vayamos siempre habrá un árbol, seres naturales que habitan con nosotros».

En 'El bosque de Giotto', parte de la serie Espacios ocultos, despoja de figuras las imágenes de obras maestras.

Ver 9 fotos

En 'El bosque de Giotto', parte de la serie Espacios ocultos, despoja de figuras las imágenes de obras maestras.

Lola Durán apunta que Ballester y árbol, «nombre propio y nombre común, son dos vocablos que caminan de la mano, en unión permanente. Es así porque para el artista, dentro de la sabia y castigada naturaleza, los árboles son metáforas perfectas y complejas».

'De arboris perennis', que cuenta con obras de diferentes series, se inicia con sus «espacios ocultos», imágenes de obras maestras de la pintura que, despojadas de los habitantes que las pueblan, ponen de relieve los fondos de paisaje que permanecían en un segundo plano.

Junto a ellas, la muestra plantea un relato estructurado en esos dos grandes bloques por muy distintos parajes, desde los rascacielos neoyorquinos a un recóndito templo en Sichuan, salidas de metro de grandes ciudades, parques parisinos, la selva brasileña, jardines o huertos. Ballester, Premio Nacional de Fotografía, presenta de este modo a los árboles como protagonistas para llamar la atención sobre nuestra relación con el medio ambiente. Un vídeo del propio artista permite acercar las obras de la exposición y el trabajo de Ballester. Y destaca 'El bosque de Giotto', instalación compuesta por un conjunto de cinco de sus grandes lienzos.

Esas imágenes, también de Botticelli o de Pieter Brueghel, de obras maestras de la pintura para un artista que siempre reivindica la memoria colectiva, el patrimonio universal, los temas que han sido pilares de la tradición iconográfica occidental. La muestra se completa con un catálogo realizado en coedición con La Fábrica.

Al encuentro con uno mismo

De los campos de té de Hangzhou al árbol de Guernica, de Salvador de Bahía a Nueva York. Y tras el paisajismo, el simbolismo, la pulcra caligrafía de Ballester, hay toda una filosofía de vida, también el sentido crítico plasmado, por ejemplo, en la deforestación o en las faltas de respeto a la naturaleza y en una cartografía de lugares y espacio. Lola Durán concluye que Ballester propone al visitante «motivos y lugares, seres y escenarios, paisajes y paisanajes, una reflexión sobre el yo, al encuentro con uno mismo».

El periodista y escritor Carlos del Amor, en un texto poético que acompaña en la muestra a las imágenes del vídeo, describe el espíritu de la obra: «Somos Rosseau durante un rato en esta exposiciión. Seamos niños denuevo. Escondámonos en el jardín».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes El árbol del arte, la rama de Ballester