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Intervención 'Luces de Mazcuerras', de los artistas Jofre Sebastián y Joan Baca, en el 'prao' de Sobarriba, en torno a un castaño centenario.

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Intervención 'Luces de Mazcuerras', de los artistas Jofre Sebastián y Joan Baca, en el 'prao' de Sobarriba, en torno a un castaño centenario. L. Alcolea

El arte emerge de la tierra en Mazcuerras

El municipio acoge la décima edición de Aselart, el encuentro rural donde este año interviene en el paisaje una quincena de artistas que convierten el entorno en un museo al aire libre

Lucía Alcolea

Mazcuerras

Jueves, 8 de agosto 2024, 07:06

De Aselart se habla en la India. El Encuentro de Arte Rural que se organiza cada verano en Mazcuerras y que este año cumple una década ha llegado lejos. Tanto, que hasta se coló en una conversación entre artistas en algún punto del país asiático. Lo cuenta el escultor José Antonio Andrés Vera, la matriz de este proyecto que ha ido evolucionando sin dejar ni por un momento de metamorfosearse al mismo ritmo que el paisaje; que a José Antonio, a su vez –lo de la India–, se lo contó Karen Macher, una artista peruana que este año participa en el festival. «Fíjate –enfatiza Andrés Vera– Macher, la peruana, se encontró con unos artistas en su viaje a la India y allí salió el tema de Aselart». Aquello pudo ser fruto de la casualidad o quizá tenga que ver con el formato del festival, que va mucho más allá de que varios artistas regionales, nacionales e internacionales expongan sus obras en Mazcuerras. En este encuentro de arte rural se interviene en el paisaje. De hecho, hasta la expresión artística se incuba en las raíces de la tierra y florece con ellas. Es la seña de identidad de Aselart, que este año cuenta con quince intervenciones repartidas entre Mazcuerras y los pueblos de Herrera de Ibio y Villanueva de la Peña, que permanecerán mimetizándose con el entorno hasta el 27 de septiembre. O más, porque las obras nuevas se entrelazan con las de años anteriores y el arte fluye por cada metro cuadrado del territorio.

Aselar es poner a resguardo a las gallinas y tiene sentido si uno piensa que Mazcuerras es el refugio de las obras de estos quince creadores durante todo el verano y sus montajes se agarran al suelo húmedo de la tierra, al tronco de los árboles o a la melodía que teclea el agua fluyendo por el arroyo.

La peruana Karen Macher ha creado un cilindro de cinco mil quinientas piezas de madera. J.Rosendo

La visita guiada de José Antonio, que desde hace años comisaria Aselart junto a su hija Paula, artista, diseñadora y propietaria de Botánica Textil en Cabezón de la Sal –cuentan con la ayuda económica del Ayuntamiento de Mazcuerras y la Consejería de Cultura–, comienza en la Casa Gótica de Mazcuerras. En julio, la sala de exposiciones acogió la obra de la artista valenciana María Esteve, que ha recogido las texturas de Mazcuerras mediante la técnica conocida como 'frottage' –consiste en frotar un lápiz en una hoja colocada sobre un objeto–. Esteve ha llevado el paisaje a las paredes de la Casa Gótica.

Durante el mes de agosto, toma el relevo de la valenciana la madrileña Marisa Maestre, que presenta su trabajo titulado 'A3KM' –creó la muestra a tres kilómetros de Madrid–, donde la fotografía antigua y la botánica se entremezclan. Septiembre será para Ismael Sordo con su 'Deformación Unitaria'.

Fuera, en el exterior, Mazcuerras es un escenario de talentos. «La mayoría de las piezas ha sido realizada de forma improvisada sobre el paisaje», explica José Antonio. Otras no. Hace tiempo que Jofre Sebastián y Joan Baca 'maquinaban' su intervención de este año –ya participaron en 2022– en Aselart, titulada 'Luces de Mazcuerras'. Sobre una estructura de madera construida con palos y cubierta por un armazón metálico, los artistas colocaron tela de saco y crearon cinco figuras que se iluminan de noche y cuyas formas se ajustan a la interpretación de cada mirada. Cinco espíritus tangibles en torno a un castaño centenario que parece aselar a un grupo de animales pastando en el 'prao' de Sobarriba.

En Aselart, las extremidades de las piezas se amoldan a la forma del suelo, de la plaza, de los muros y de los árboles como si hubieran sido creadas para ello. «La peruana Karen Macher nos pidió cinco mil quinientas piezas de madera pequeñas». Fue José Antonio el que se ocupó de cortar la madera. Macher las cosió con cable de acero y colocó una estructura de hierro dentro para que la esfera se sostuviera. Y ahí está la 'Matriz', como ha titulado su obra, junto a la plaza de la Castañera, posando e inhalando las partículas del aire de Mazcuerras. El artista madrileño Taquen ha creado un mural con las vacas como protagonistas en la espalda del antiguo hospital de peregrinos –hoy abandonado–, en Herrera de Ibio. Una obra de veinte metros de ancho por siete de alto que mira hacia la finca en la que, también, hay vacas pastando. El efecto es el de animales que parecen mirarse al espejo.

La participación este año de las mujeres de Mazcuerrase se ha materializado en forma de postales que decoran los muros del pueblo y que han sido confeccionadas a mano, con telas cedidas por la TextilSantanderina, bajo la batuta de Paula Andrés. El río tiene también su protagonismo en esta 'erupción' artística y algunos creadores lo utilizan para reflejar –o elevar– sus obras. Sobre el ríoCeceja, enHerrera, se sostiene un anillo de peces realizado con varas de mimbre blanco, de la escultora catalana Ona Trepat. También cerca del río, pero de otro (el Saja), ha tejido Susana Malagón una Red Neuronal, que ha sido confeccionada con ramas y raíces interconectadas y unidas con musgo. Una tela de araña que parece suspendida en el aire, en medio del bosque.

«Seres grandes y pequeños, todos volvemos de donde hemos salido, a la tierra», expresan Andrea Juan y Gabriel Penedo, artífices de la intervención 'Spiral', que configuran varias cuerdas de colores ancladas al suelo y sujetas por tres árboles. La pieza interacciona con el cromatismo del paisaje. Los artistas se han visto obligados a colocar un cartel pidiendo respeto después de que un grupo vandálico arremetiera contra la 'Spiral'.

Concordia

José Antonio Andrés Vera, el padre de Aselart, ha plantado una de sus esculturas, realizada con tronco de roble, en la plaza de Mazcuerras, que se llama 'Concordia'. «Para sanar a una sociedad que vive en la discordia y apostar por lo contrario. Por la unión». También entre artistas. «Los participantes en el encuentro conviven y se genera una dinámica interesante entre ellos», explica. Luego está la parte social. La FundaciónVentanas del Mundo tiene su trocito de tierra en el festival, con el trabajo de Carlos Armiño, que ha colocado una ventana sobre la carretera, que simboliza la apertura al mundo. Otra obra social, la de San Martín, ofrece este año la oportunidad al espectador de formar parte de la intervención. El programa de Aselart se completa con una serie de charlas, talleres y actuaciones hasta el 4 de septiembre. Dice José Antonio que el pueblo, los vecinos de Mazcuerras, «acoge bien el festival». Y añade que estaría bien «disponer de un espacio donde exponer las obras que vamos almacenando». Las obras que envejecen y se acaban convirtiendo en las arrugas del territorio.

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