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El cántabro Juan Uslé, uno de los artistas españoles más importantes del panorama internacional, fue el protagonista del encuentro que tuvo lugar este sábado, en la Torre de Don Borja, de Santillana del Mar. El artista, que trabaja a caballo entre Nueva York, Cantabria y ... Valencia, habló de su última exposición en Berlín, de su obra pictórica, de sus fotografías, del descubrimiento del arte en la infancia, de su trayectoria desde los años ochenta, de la aventura neoyorkina junto a la artista Victoria Civera y de su forma singular y extremadamente personal de vivir la experiencia artística.
El Premio Nacional de Artes Plásticas en 2002, conversó con el poeta Marcos Díez y defendió «un arte que genere espacios de reflexión, que esté abierto a la imaginación del espectador y a que el espectador dé sentido a lo representado». También aseguró que el arte permite acceder a través de fisuras a lugares en los que no manda la razón y que son muy necesarios y explicó como son los procesos lentos que dan lugar a un cuadro. En este sentido recordó que «la pintura es una imagen que tiene cuerpo, piel y carne debajo de la piel».
Durante la conversación, destacó también la importancia que en su creación tiene el movimiento: «todo lo que está fijado, está muerto·, aseguró. Al tiempo que defendió el arte como experiencia y, frente a las palabras, consideró que el hacer es fundamental: «existe lo que hacemos, hacemos lo que somos, somos lo que hacemos. El resto es ruido».
Uslé, que cuando está en Cantabria trabaja en la localidad de Saro, defendió la importancia del silencio y del lugar de trabajo, del estudio como espacio para el recogimiento y lo que conlleva de actividad interior. En esa intimidad el artista pinta, en muchas de sus obras, escuchando su cuerpo y sincronizando las pinceladas con el latido de su corazón. En un mundo tecnológico el artista manifiesta que va en otra dirección: «hacia la protección de la penumbra». Allí, en el estudio, trabaja y crea mientras recuerda que las grandes obras de arte «nos inducen a mirar hacia adentro y ayudan a comprender los complejos tejidos de la maraña humana».
Durante el encuentro, de más de una hora de duración, el artista habló de algunos sus familias de pinturas más emblemáticas, como 'Nemasté', 'Célibataires' o 'Soñé' que revelabas. También de trabajos como 'Línea Dolca'. Ante la pregunta de para qué sirve el arte, respondió: «el arte me sirve para respirar, da sentido a mi vida».
La conversación permitió escuchar a un artista que tras varias décadas de trabajo se ha ganado el respeto y la atención de la crítica internacional, así como de las principales instituciones que se centran en el arte contemporáneo. Y una última reflexión: «la vida es un accidente maravilloso», aseguró.
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