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De su identificación con el estudio se desprendía un respeto ceremonial por el arte. Y en su cuidada privacidad asomaba una apasionada forma de vivir el hecho artístico. Era uno de esos creadores totales que tan pronto invitaba a la naturaleza a visitar su lugar ... de trabajo como la prolongaba en un dibujo imposible, en una caja de luz que encerraba enigmas, o convertía su taller en una incesante encrucijada de proyectos donde el paisaje y el ser humano dialogaban sostenidos en un silencio plástico y humanista. Fernando Bermejo, el artista de los bosques de luz, el de los rostros de artistas, de mitos y querencias, falleció en las últimas horas a los 75 años de edad debido a un cáncer. Aunque nacido en Madrid (1949), era el pintor de Esles, donde desarrolló la mayor parte de su densa trayectoria no ya expositiva, sino como epicentro de una obra que tuvo su puesta de largo en varias Bienales como la de Alejandría, que tuvo su reflejo en los espacios de arte institucionales y privados más importantes de Cantabria y que, además, se extendió a través de proyectos murales en edificios de México y EE UU.
El árbol y la figura humana transitan simbólicamente toda su actividad, como un mantra creativo, casi místico, y como una asidero o cobijo que identificó siempre su mirada sobre el mundo. «La gente que pasea absorta en sus cosas por las grandes ciudades me recuerda a la imagen de un bosque, porque al final todo está en movimiento», decía. Una creación concebida entre hayedos centenarios, en una casona con fachada de sillería del siglo XVIII en la que Fernando Bermejo fue edificando un lugar en el mundo junto a su esposa, la paisajista y decoradora María González-Camino. De la reivindicación de ese paisaje queda su labor como artífice, junto a Fernando Zamanillo, historiador y crítico, uno de sus grandes amigos y exégetas de su obra, del Festival Artesles que se convirtió durante cinco años en una referencia nacional por su singularidad a la hora de integrar instalaciones y performances en ese entorno privilegiado.
Desde hace más de tres décadas, Bermejo estaba afincado en Esles rodeado de esa atmósfera que reflejaba después en sus obras y piezas. La música, omnipresente, la lectura y un meditado proceso, donde el boceto y el dibujo se antojaban trascendentales, alimentaron toda su actividad artística, desde las esculturas hechas en una espeical pasta de papel que él mismo elaboró a sus pinturas en las citadas creaciones retroiluminadas en cajas de luz.
De sus bosques de luz a su interpretación de rostros familiares y de otros creadores, siempre primó en su trayectoria una construcción poética del entorno. El germen de su formación artística se encauza con el profesor Eduardo Peña, en el campo del dibujo y la pintura. Cursa estudios en la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid entre 1969 y 1975. Obtiene la medalla al mérito en las Bellas Artes en 1973 y en 1980 una beca del Ministerio de Cultura para la Investigación y realización de nuevas formas expresivas. Artista polifacético, las bienales de São Paulo, El Cairo, Alejandría y Ammán, a través del Pabellón español, abrieron la espita de su celebrada trayectoria forjada en decenas de exposiciones en ciudades españolas y en una decena de países.
Desde los años 70 representó a la pintura española en países como Brasil, Japón, Egipto, Emiratos Árabes, Jordania, Estados Unidos, República Dominicana, o Portugal. Sus muestras individuales en España se sucedieron en Madrid, Barcelona, Avilés, Palma de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria, Zaragoza, Valladolid, Cáceres, Segovia, Sevilla, Bilbao y La Coruña. A ellas hay que sumar su paso por Francia (París, Burdeos y Avignon), Estados Unidos (Nueva York y Palm Beach), Egipto (El Cairo). Jordania (Amman), Líbano (Beirut), Siria (Damasco), Marruecos (Tánger), Venezuela (Caracas), Méjico (México D.F.) y Eslovenia (Lera).
También hay que reseñar su participación en las Ferias de Arte Contemporáneo como ArcoMadrid, Art Basel, Art Chicago, Nueva York y Art Miami, Lisboa, Fiac, Colonia, B-ArteBA t ArtBo de Buenos Aires y Bogotá, respectivamente.
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Desde mediados de los noventa «se alía con la luz que, retroproyectada sobre el papel, aporta a las obras una vibración mágica que va a caracterizar su estilo inconfundible». Proyectos como El jardín de paz, surgido en el Museo de Arte de Santander, MAS, hace dos décadas, 2003, Bosque, Hotel Edward o La librería son exponentes de ello.
Zamanillo subraya que la relación que mantenía Bermejo con el entorno natural de Esles podría definirse como de «absoluta comunión estético contemplativa, más allá del inevitable hecho puramente vivencial cotidiano». Especialmente con El Hayal. El bosque de hayas ha sido una fuente inagotable de dibujos, pinturas, fotografías, escenografías e instalaciones desde los años noventa hasta su fallecimiento.
Desde su estudio de este pueblo del valle de Cayón a lo largo de los años ha construido esas caudal de imágenes previamente captadas con diferentes cámaras fotográficas, «porque si algo se puede añadir al hablar del trabajo pictórico de Fernando Bermejo es que también ha sido siempre un magnífico fotógrafo, siendo esta actividad el complemento ideal que subyace en la mayor parte de su producción pictórica, como excelente herramienta o 'varita mágica' de su trabajo de las cajas de luz, cuya original realización técnica, de delicada y compleja ejecución pictórica, es muy admirada más allá de nuestras fronteras».
Una de sus experimentaciones se plasmó en La Caverna de la luz de Javier Vila. «En lugar de hacer una representación pictórica sobre soporte de papel, grabó con haz de láser una imagen fotográfica sobre una plancha de metacrilato, colocándola en la parte interna de la caja de luz, de modo que, al tiempo de servirle de protección del exterior, se destaca asimismo muy contrastada sobre un fondo blanco, iluminando el interior con luz led de blanca tonalidad», tal como describió Zamanillo.
Entre sus últimas comparecencias, antes de la irrupción de la enfermedad, destacan las cien obras reunidas en la sala Caylus de Madrid, su instalación de luz en el Centro de Arte de Alcobendas y su citada labor para espacios de México y Estados Unidos. Bermejo, uno de los creadores con un territorio poético, visual y experimental más intensa y fértil, poseía un lenguaje propio que lo mismo se plasmaba en las cajas de luz que en la pintura sobre papel italiano y japonés, o en piezas que compartían un mundo intermedio entre las esculturas y la poesía objetual.
El dominio del paisaje, la creación de atmósferas, la reflexión poética ácida pero seductora del artista afincado en Esles marcaron citas históricas como la celebrada en la ya desaparecida galería santanderina Del Sol St., que reunió una sucesión de hallazgos entre la elegancia y la metáfora; un ejercicio de lirismo, sensual y melancólico, que reflexionó sobre el arte y los artistas, su función y su ubicación social en el presente. Bermejo dijo a El Diario de forma ilustrativa: «El pintor siempre ha sido y es un cronista de la sociedad que le toca vivir, unos en portada, otros en ecos de sociedad, otros en pie de foto y muchos en esquelas».
Su labor en EEUU y México; la fachada de un edificio de Miami; intervenciones urbanas; o sus grandes «rosas», también iluminadas, alumbran varios espacios privados y hosteleros en viviendas de México D.F. y Puebla, además de una conocida y singular intervención en diversos espacios de Acapulco, constituyen una síntesis de su mirada.
Su última creación pública se plasmó hace justamente un año en su libro 'Art Book', presentado en el Casyc de la Fundación Caja Cantabria donde expuso en varias ocasiones. El libro, editado por Bodega El Riojano y producido por los autores, con diseño gráfico de María José Arce y reproducción fotográfica de las obras de Javier Lamela, contenía una serie de veintidós pinturas sobre tabla. Cristo Yacente del Pardo. Neil Armstrong en la luna. 'Not to be reproduced' de Magritte. 'Cena de Emaús' de Caravaggio. David Hockney y Walt Disney...Obras icónicas de artistas. Artistas en su obra. Pintores, músicos, actores. También personajes de ficción. En 'Art Book' hay devoción, pasión, juego, ironía, homenaje, disciplina, inspiración.
Bermejo trazó un itinerario de referencias, citas gráficas, huellas y rastros reconocibles hasta generar un particular cuaderno de bitácora. El fruto esencial fueron veintidós pinturas sobre tabla, realizadas en 2021. Zamanillo lo definió con claridad: Fernando Zamanillo: «Un pequeño manual de arte muy resumido, un tipo muy especial de historia visual del arte, particular, interpretativo, realizado a partir de la mirada personal de un artista que sabemos muy prolífico y asimismo sustancialmente dotado de la perspicacia y sensibilidad suficientes como para, sin palabras, ilustrarnos a la perfección, con su capacidad de apropiación y posterior exégesis, algunas de las obras del arte universal».
En una de sus creaciones emblemáticas, una figura humana se confunde con la perspectiva del paisaje. Fernando Bermejo lo miraba inacabado, a la espera de un último trazo.
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