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Tras siete años como comisaria de la Wellcome londinense, la gestora madrileña Bárbara Rodríguez Muñoz se incorporó hace apenas un mes al equipo de la Fundación Botín para potenciar el Programa de Artes Plásticas. Tras la marcha el pasado invierno de Benjamin Weil, director ... artístico desde la creación del edificio de Renzo Piano, el Centro Botín decidió cambiar la figura de dirección artística por la de Exposiciones y gestión de la Colección. La nueva responsable de arte tiene, no obstante, un vínculo con la Fundación Botín de largo recorrido, ya que en 2011 recibió una Beca de Comisariado para cursar un Máster en el Royal College of Art de Londres. Asimismo, formó parte del jurado de las Becas de 2017 y participó en el catálogo de 'Itinerarios' XXIV. Precisamente su bautismo de fuego será este mes de noviembre con la nueva muestra de Itinerarios. A lo largo de su trayectoria, la nueva directora ha colaborado con destacadas instituciones como South London Gallery, The Royal Opera House London, o La Casa Encendida. A su juicio, los jóvenes deben encontrar en los espacios culturales «un lugar para la reflexión crítica y la búsqueda de empoderamiento».
-¿Cómo ha sido su toma de contacto y primeros pasos en el Centro Botín?
-He aterrizado en el Centro Botín en un momento muy emocionante y de intensa actividad: el desmontaje de Picasso Ibero, que ha supuesto la despedida a una gran cantidad de obras de arte, y la ambiciosa producción que ha sido el montaje de Thomas Demand: Mundo de papel. A su vez, recibimos al jurado de las Becas de Artes Plásticas, el cual me transportó a 2017 cuando yo también formé parte del mismo. Sobre este tema en concreto, he de decir que este año me interesan especialmente las propuestas planteadas al responder, quizás más directamente que en otras ediciones, a las grandes problemáticas a las que se enfrentan las prácticas artísticas en la sociedad del presente, como por ejemplo el proyecto presentado por Fernando García-Dory sobre la emergencia climática. También he participado en mi primera reunión de la Comisión Asesora de Artes Plásticas, en la que nos hemos enfocado en dar forma al programa futuro, lo que ha sido muy estimulante. A estas actividades se suman viajes internacionales y visitas locales para conectar con otras instituciones y seguir investigando prácticas artísticas... y todo esto en 5 semanas, ¡un bautizo de fuego! A un ritmo más calmado, estoy observado el contexto del Centro, la diversidad de las actividades de formación, cultura y creatividad que programamos, la interacción de nuestras audiencias con el programa... cada día me maravillo del continuo diálogo sensorial entre el edificio de Renzo Piano y la bahía.
POTENCIAR LA COLECCIÓN
SANADOR
-Fue nombrada directora de exposiciones y de la Colección. ¿No tiene algo de eufemismo? ¿Su función no es equivalente a la de una dirección artística?
-Mi función consiste en dar forma al programa expositivo y de la colección junto a la Comisión Asesora: Vicente Todolí, Paloma Botín, María José Salazar, Manuela Mena y Udo Kittelmann. A partir de ahí, y con Begoña Guerrica-Echevarría, directora del departamento de Artes Plásticas, y el resto del equipo de Arte, aterrizamos las exposiciones en el Centro Botín y en el contexto en el que existimos, tanto local como global. Además, actúo como comisaria para ciertos proyectos y soy directora de la Colección, su evolución y las muestras que de ella hagamos. La parte de formación y cultura la programan mis compañeras, y estamos en constante diálogo para encontrar sinergias entre todas las actividades.
-¿De qué forma potenciará el Programa de Artes Plásticas?
-He planteado un proyecto a largo plazo para la Colección, que se desarrollará en estrecha colaboración con una selección de artistas becados. Como sabes, desde 1994 la Colección ha ido creciendo orgánicamente a través de la adquisición de obra de nuestros directores de taller y de nuestros artistas becados, y se han venido desarrollando exposiciones de la misma planteadas desde dentro de la institución. Me interesa descentrar esta voz institucional e invitar a artistas becados para que inyecten su investigación actual, estrategias de display o de interpretación y participación en las futuras muestras de la Colección, involucrando a su vez a otras disciplinas que sean relevantes para su proceso creativo. Se trata de crear una suerte de enredos entre todos estos agentes, audiencias y las obras de arte, reactivando y expandiendo la Colección de una manera orgánica, porosa y ágil. Por otra parte, las coproducciones me parecen fundamentales para el intercambio de conocimiento institucional, la internalización del arte nacional y la búsqueda de formatos más sostenibles. Finalmente, es importante diversificar el programa expositivo en todos los sentidos y en diálogo con los debates contemporáneos sobre el papel del arte en la sociedad actual.
-Tras siete años como comisaria de la Wellcome londinense, ¿de qué manera aplicará esa experiencia en su nueva labor en el centro santanderino?
-Las líneas de mi investigación en Wellcome estaban muy definidas, desde el arte contemporáneo trabajaba sobre temáticas de ecología, salud e inclusión, tomando como eje principal la colección y el contexto institucional del museo, que en este caso tenía que ver con la salud y el cuidado. Mi investigación está anclada en las colecciones y el contexto de las instituciones donde practico. En este sentido, puedo utilizar las mismas metodologías, aunque el contexto sea distinto. Por otra parte, estas temáticas - ecología, salud e inclusión-me parecen de gran relevancia, tanto en nuestras realidades diarias como en las prácticas artísticas actuales, y muchos de los artistas que me interesan se mueven en estos ámbitos.
-Aunque no tenga una imagen pública directa, la Comisión de artes plásticas es fundamental en el engranaje funcional del programa. ¿Es un instrumento útil o más decorativo?
-Muy útil. Entre todos podemos generar un programa expositivo único y polifónico. Varios de mis proyectos pasados se definen por proponer diálogos transhistóricos, como por ejemplo la exposición Jo Spence & Oreet Ashery: Misbehaving Bodies.
-Se 'estrenará' con la nueva entrega de la serie expositiva de Itinerarios. ¿Qué señas de identidad personales ha aplicado en la concepción de la muestra?
-Itinerarios XXVI presenta los proyectos de Olga Balema, Eli Cortiñas, June Crespo, Mario Espliego, Antoni Hervàs, Salomé Lamas, Anna Moreno y Bruno Pacheco. La exposición llega con un año de retraso por la pandemia, así que ya estaba muy avanzada por Benjamin Weil y Begoña Guerrica-Echevarría cuando me incorporé. Por otra parte, no considero que sea una exposición que necesite de rasgos de identidad del comisario o coordinador. Nuestra labor es apoyar a los artistas para que realicen sus proyectos y los comuniquen con la mayor integridad posible, y esta será mi prioridad las próximas dos semanas.
-Su vínculo con la Fundación Botín es estrecho en el tiempo. ¿Cómo define el Centro Botín como espacio de arte. ¿Tras más de cuatro años de trayectoria considera que es momento de renovar e innovar determinados aspectos de criterio o programación?
-El Centro Botín presenta un programa artístico de excelencia a través del apoyo y la presentación de innovadoras prácticas artísticas históricas, modernas y contemporáneas. A la vez, y en sinergia con el programa artístico y de formación de artes plásticas, nuestras actividades buscan incentivar la actitud y la capacidad creativa y crítica de nuestros públicos, utilizando el potencial de las artes para desarrollar su inteligencia emocional. Como he comentado anteriormente, mis propuestas amplifican esta definición mediante presentaciones de la colección más participativas, colaboraciones locales e internacionales y la diversificación del programa y sus contribuyentes.
-Ha comisariado 'Rooted Beings' (Un encuentro vegetal) en La Casa Encendida de Madrid, que se verá en Londres en 2022. ¿Son esas conexiones entre ciencia, medicina, vida y arte una de las vías de exploración de futuro?
-Rooted Beings / Un Encuentro Vegetal es un proyecto muy gratificante y especial para mí, que ha sembrado brotes de optimismo en el contexto actual de parálisis creativa que muchos hemos experimentado por las continuas crisis sociales, sanitarias y medioambientales. El proyecto trata de fondo la injustica social y medioambiental a través de nuevas comisiones artísticas que nos invitan a vivir - e imaginar - de una manera más simbiótica con nuestro entorno; menos binaria y hermética. Creo que hay muchos artistas reaprendiendo a practicar y vivir de esta manera, y que estos discursos cada vez tendrán más prominencia en los centros de arte, que deben prepararse para recibirlos. Considero además que las audiencias más jóvenes han de verse reflejadas en los programas artísticos y encontrar en los espacios culturales un lugar para la reflexión crítica y la búsqueda de empoderamiento... un sentido de posibilidad. Esta filosofía está en sintonía con lo que persigue el Centro Botín con las «On Sessions»: intensificar su relación con los jóvenes y establecer un espacio común con las condiciones idóneas para que puedan desarrollar su creatividad y capacidad de análisis a través de las artes.
-¿Persiste aún una imagen o concepto distorsionado del papel de comisariado? ¿A qué lo atribuye?
-Me imagino que hay muchas percepciones y maneras de entender lo curatorial. Quizás es más común en las nuevas generaciones que el compromiso a apoyar a los artistas se equipare con un compromiso cívico, y salirse con más soltura del espacio expositivo a otros formatos, como los digitales, rurales, interdisciplinarios.
-Según lo que se entienda por 'sanador'. Creo que hay arte que cuestiona conceptos muy engranados de 'normalidad' que están enfermándonos, o como mínimo erosionando nuestra vitalidad. Como respuesta, los centros de arte pueden generar espacios de convivencia y de posibilidad, ofreciendo otras formas de hacer, vivir e imaginar.
- Por una parte, hemos observado un salto vertiginoso y acelerado de muchas instituciones culturales hacia lo digital, que en muchos casos ha sido muy bien recibido, sobre todo como una manera más accesible para un encuentro con programas artísticos para quien no pueda desplazarse físicamente. Por otra, y debido a los aislamientos, se ha vuelto la mirada de nuevo hacia el contexto inmediato, ya sea trabajando con comunidades cercanas a la institución que quizás no eran audiencia, una mayor atención al potencial de la colección o colaboraciones con proveedores cercanos; todas estas aproximaciones son además más sostenibles .
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