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Resulta emocionante que un guante naranja, rebordeado en amarillo, lleve a imaginarse, ipso facto, a Donald Trump, su piel ultramaquillada, su tupé rubio. Resulta emocionante que esa relación entre el objeto y la imagen del presidente norteamericano se pueda establecer en Santander y en Ohio. ... Es el poder de la comunicación visual.
El 'guante-Trump' fue una de las creaciones de Javier Jaen, en 2015, para la portada del periódico neerlandés 'de Volkskrant'. Jaen trabaja en el campo editorial, publicitario o mediático con esa materia prima: el objeto cotidiano, referentes compartidos, ironía. Hay poesía visual −hay toques que recuerdan el simbolismo que practica Chema Madoz−, hay talento. Es uno de los ilustradores y diseñadores con mayor proyección internacional y mayor capacidad de crear lenguaje simbólico, accesible, a través de la imagen y el diseño. Ha trabajado y trabaja con 'The NY Times', 'The New Yorker', 'The Washington Post'; con la Unesco o Greenpeace;para editoriales como Penguin Random House; para marcas como Vueling, Camper, o Louis Vuitton. Yeste sábado será uno de los ponentes en el ciclo de charlas de Certamen Tipos en el Centro Botín.
–¿En qué va a centrar su charla del ciclo de Tipos?
–Intentaré centrarlo en lo que he aprendido por el camino, y pasar de lo particular a lo universal. Me gustaría que pudiéramos compartir experiencias, escucharnos, aprender. La charla estará estructurada a partir de casos de estudios y proyectos con los que explicar cuál ha sido el encargo y cuál la solución, y porque esa solución y no otra; también a partir de casos en los que todo ha funcionado y ha ido bien, y casos en los que no ha sido así. Es importante hacer una reflexión sobre por qué pasan las cosas.
–Hay huellas de lo cotidiano en sus piezas y alusiones al imaginario sociocultural colectivo: están el abanico, la zapatilla de cuadros, Mickey Mouse… ¿Con elementos reconocibles busca el impacto, que se afiance la idea que quiere transmitir?
–Siempre es difícil analizar el trabajo propio. He intentado utilizar un lenguaje que no me fuera extraño, e incorporar en mi trabajo lo que pasa alrededor. Y entiendo que eso puede generar ciertos ecos en el espectador, en el lector. De la misma manera que se incluyen referencias a ese 'superlibro' que se ha leído, es importante incorporar ese 'emoji' que has recibido por el 'Whatsapp', o ese último meme; cosas que reflejan el año y el momento en el que vivimos, los valores actuales. Esas cosas son importantes en mi trabajo, son una extensión de cómo entiendo y explico las cosas. Me interesa trabajar con elementos mundanos, crudos, muy del día a día, y de un contexto cercano para partir de ahí, transformarlo en otra cosa.
–Se me ocurría que podía ser una reivindicación de la cultura popular como generadora de nuevos significados e ideas…
–Nunca lo he pensado desde ese ángulo, pero sí que me interesa que mi trabajo sea comprensible y accesible. No tanto desde el pop art, pero con esa remezcla de elementos cotidianos me siento relativamente cómodo.
–¿Sus piezas podrían funcionar algo así como un nuevo esperanto, un lenguaje que todo el mundo puede llegar a entender, a compartir?
–Idealmente, sí. Cada vez somos más visuales y las imágenes son un lenguaje en sí mismo. Cuando decían que venía la globalización.., al final era verdad. La globalización tiene partes muy oscuras, pero también, en mi caso, hace que se vayan tendiendo puentes, que se comparta un lenguaje visual, que podamos hablar en varios contextos, y culturas.
Trabajo más para otros países bastante más que para España, y muy pocas veces se ha dejado de entender el mensaje por un hecho cultural −por ejemplo, el rojo o el triángulo no han significado algo distinto−. Esto no sé si es una buena o mala noticia, por otro lado. Pero todos partimos de los mismos referentes, y compramos la ropa en los mismos sitios, y vemos las mismas películas, y comemos más o menos lo mismo, y tenemos Netflix, Facebook, ordenadores y herramientas similares... Al final, el lenguaje se va homogeneizando, por eso tiene luces y sombras la globalización visual. Y también vas a la otra parte del mundo y se parece a tu pueblo [ríe], así que hay algo que no ha funcionado. Hemos perdido algo de riqueza
–'¿Qué significa ese pez?' es un vídeo en el que se le pregunta a la gente qué significa la imagen de ese gran pez colocado en la fachada de la sede del Centro Dramático Nacional, en Madrid. Yhay opiniones para todos los gustos. ¿Le incomoda, le satisface que la gente le dé a sus piezas significados tan distintos?
–Por un lado, me encanta, y, por otro, me da terror. Como creador, si yo quiero decir 'perro' y la gente entiende 'gato', hay algo que no he hecho bien. Es de las pocas cosas que podemos decir si está bien o mal. Lo planteo también cuando doy clase: si se quiere decir 'a' y se entiende 'b', hay algo que no ha funcionado.
Dicho esto, cuando pones una imagen en el mundo real, la gente la interpreta, como pasa con la música o las películas. La canción que a mí me puede recordar el día en el que conocí a mi pareja, a otro le puede recordar el día en que le dejaron; y es la misma música. Con las imágenes pasa, en cierto, aspecto algo similar. ¿El rojo, el mismo tipo de rojo, es el comunismo o es la 'cocacola? Puede depender del contexto o del 'background' cultural de cada uno.
En el caso del vídeo sobre el pez, estábamos jugando deliberadamente a esa confusión. Era un proyecto largo, sobre la campaña para el Centro Dramático Nacional de la temporada anterior. A ese pez le pasaban cosas, y eso, en sí mismo, es una metáfora de algo. Hablábamos del teatro como un espacio de ficción en un contexto de realidad: en la calle todo es real, pero en la sala de teatro el tiempo no pasa a la misma velocidad, y se puede viajar, ser hombre y luego mujer, cantar una canción por que se está triste. El teatro es un espacio de ficción y lo representábamos con ese pez que sale de la pecera de una forma muy orgánica y le pasan cosas; era hablar de la libertad y de más cosas. Era una imagen que daba pie a interpretaciones en un mismo camino. Pusimos la imagen en la fachada del teatro, en la Plaza de Lavapiés, que es un punto de encuentro. Queríamos que esa imagen generase preguntas: ¿Por qué el pez está fuera? ¿Es eso que nosotros estamos dentro? ¿Quedamos en el pez?
Este año, en septiembre se instaló la nueva con un texto que pone : 'usted está aquí'. Estoy deseando hacer el vídeo. ¿Qué significa que usted está aquí? ¿Es un mensaje vitalista? ¿Estás en Madrid? ¿Significa algo más? Es importante generar contenidos que sean estimulantes, ya sea gráfica o conceptualmente, contenidos que no sean ruido visual y acaben en la papelera.
–¿Cuándo hace anuncios o publicidad, el proceso o el enfoque cambia respecto, por ejemplo, de cuando hace comunicación cultural?
–No sé si hago bien o mal, pero no cambio especialmente. Al final, debemos trabajar como un sastre y hacer un traje a medida para cada proyecto. Y el proceso es relativamente similar. Es cierto que si hago un anuncio de champú no es igual que si hago algo para una biblioteca, pero de donde parten las cosas que me inquietan las cosas que quiero explicar, y cómo hacerlo, eso viene de sitios similares. Me cuesta mucho ponerme, cada día, un traje de una cosa u otra. Es como si un periodista escribe una novela, y, aunque no es lo mismo que escribir un artículo, el ángulo, el sentido del humor, los valores… son similares.
–¿Trabaja siempre con herramientas tecnológicas o hay un proceso analógico, más artesano, en su forma de crear?
–En mi caso, he intentado que eso nunca sea importante. Una buena idea puede venir de una línea hecha con un lápiz o con el último 'software' o programa. Yyo utilizo todo. No soy especialmente romántico con todo esto. Para mí, que esté hecho a mano no es un valor en sí mismo. Puedo estar seis años haciendo la Torre Eiffel con palillos, pero no por ello estar haciendo algo que sea interesante. No creo que sea tanto el cómo he hecho las cosas, sino el qué he he dicho con ellas. Hoy en día tenemos mil recursos, así que los uso, y colaboro con artistas del 3D, con fotógrafos, escultores, con directos de cine, guionistas... No es tanto una cuestión tecnológica como conceptual. Creo que al final es donde radica la esencia de un mensaje visual: el qué te está diciendo.
–En su presentación de la charla se lee: «Todavía no ha escrito un niño, no ha plantado un libro ni dado a luz a un árbol. Todo está esperando a ser hecho.» ¿Es esta una especie de declaración de intenciones contra las convenciones sociales impuestas o autoimpuestas?
–No sé cómo comentarla... No es tanto un rechazo como el hecho de encontrar tu ángulo respecto a eso. No estoy en contra de todo eso: ni soy un radical que viva de forma muy distinta, encima de un árbol, y llevo zapatos y trabajo delante de un ordenador. Pero sí que creo que podemos encontrar nuestro ángulo: entender las cosas, vivirlas, disfrutarlas, también quejarnos de ellas o intentar cambiarlas desde nuestro ángulo. Podemos encontrar nuestra manera de hacerlo, y yo sigo buscándola.
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