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La Sociedad Prehistórica de Cantabria hizo entrega ayer de una reproducción de la Cueva de El Castillo, su premio de honor, al arqueólogo y profesor Federico Bernaldo de Quirós, en reconocimiento a su dilatada labor investigadora. Un trabajo que ha desempeñado en varias universidades ... y que le trajo a Cantabria en 1972. Ha sido director Museo Altamira, puesto que desempeñó hasta desde 1984 hasta 1989. Ya antes había sido miembro del equipo que elaboró la exposición 'Cien años de Altamira', en 1979, y participó en el equipo que montó el museo ese mismo año, dirigido por Agustín de la Casa. Sus trabajos arqueológicos también han tenido una gran vinculación con Cantabria, en cuevas como la del Chufín, del Salitre o Morín. También en la de El Castillo en la que sigue trabajando. Apasionado de su trabajo y de Cantabria, el homenajeado asegura que siempre le ha gustado más la docencia que el trabajo museístico; que en esta región todavía quedan yacimientos importantes por descubrir y que Altamira no debe ser visitado por el público. La entrega de este premio se celebró en la sala Casyc-UP , durante un acto que concluyó con la proyección del documental 'El paleolítico en Europa'.
-La Sociedad Prehistórica de Cantabria le concedió anoche su máximo galardón. Se le vio emocionado.
-Lo estoy. Es bonito que alguien reconozca tu trabajo que en mi caso es toda una vida. Vine a trabajar a Cantabria en el año 1972 y me ha gustado que se haya valorado de esta forma.
-¿Sigue trabajando en la Cueva de El Castillo?
-Sí. Empecé a trabajar en la Cueva de El Castillo (Puente Viesgo) en 1980 y ahí seguimos. Ahora mismo, y tras una serie de problemas económicos, estamos sacando adelante todos los materiales que teníamos pendientes de las distintas excavaciones.
-Como profesional ya conocemos su trabajo, pero a nivel personal, ¿qué le ha proporcionado la Arqueología?
-Es lo único que se hacer. Es un trabajo que me llena mucho porque me ha permitido conocer como vivía la gente hace miles de años. Ya sé que suena muy tópico, pero es cierto. Es muy bonito enfrentarte a esa gente que vivió hace 40.000 años en Cantabria, que no se parece mucho a la que conocemos ahora, pero que, de alguna manera, conserva rasgos de entonces. El pico de Monte del Castillo, por ejemplo, ya existía en aquella época y era tan referente en el paisaje como lo es ahora. Esos detalles me llenan y no dejan de interesarme.
-Cantabria, aparte de Altamira tiene otras nueve cuevas que son patrimonio de la Unesco. ¿Cree que aún queda por descubrir algún otro yacimiento de esa relevancia?
-Sí. Estoy seguro de que en Cantabria quedan muchos sitios por descubrir. Tengo la sensación de que hasta ahora sólo se ha encontrado lo fácil. Es decir, restos en paredes o en el suelo de cuevas de más o menos fácil acceso. Pero creo que nos quedan cosas, como más Garmas por ejemplo. Sabemos que el periodo magdaleniense coincidió con muchos derrumbes de bocas de cuevas, como es el caso de la del Castillo o de la Garma y estoy seguro de que tiene que haber muchas otras. No sé si algún día las encontraremos, pero yo no pierdo la esperanza.
Altamira
-¿Qué recuerdos tiene de su paso por la dirección del Museo Altamira?
-Muchos y buenos. Creo que era algo que también hay que hacer en esta profesión, pues te permite conocer diferentes perspectivas de la investigación prehistórica. Lo que más me gusta es que, de alguna forma, se ha continuado con mi trabajo, en el sentido de enseñar a la gente e intentar explicarle esos conceptos que para nosotros los arqueólogos son tan cotidianos.
-¿Cuáles son esos conceptos?
-Para nosotros, decir que algo tiene 40.000 años y situarnos en ese contexto es cotidiano. A lo mejor no es un buena comparación, pero creo que nuestro trabajo tiene alguna semejanza con el de los astrónomos, en el sentido de que para ellos hablar de años luz es una cosa muy lógica que a nosotros nos cuesta entender. Para los arqueólogos el hacer que la gente vea lo que pasó en la Prehistoria es una parte muy importante del trabajo. A mí la parte museística me ha gustado mucho, pero prefiero la enseñanza. Además en los museos hay un componente político que nunca me ha gustado.
-Me gustaría saber su opinión acerca de las visitas a la cueva original de Altamira.
-Creo que no deberían permitirse las visitas del público. Mantengo que Altamira es una cueva muy desgraciada que tuvo muchos problemas desde su descubrimiento y que, por decirlo de una manera coloquial, ya empezó mal. No creo que pase nada porque permanezca cerrada al público. No entiendo el porqué esa insistencia en que pueda ser visitada, ni en convertir Altamira en un monumento. Me pasa algo parecido con la Gioconda, creo que verla en una sala rodeada de 44.000 mil personas y detrás de un cristal de 10 centímetros, no es ver la Gioconda. Es el mito de poder presumir de haber visto ese cuadro sin llegar a conocerlo de verdad. Con Altamira pasa lo mismo y si alguien quiere hacerse una idea exacta de lo que es la cueva tiene muchas y buena reproducciones para hacerlo.
Dirección del museo
-¿Las reproducciones son buenas?
-La Neocueva es una maravilla porque entre otras cosas te permite ver lo que no se puede ni se podrá ver en la original. En el gran panel de la cueva hay una colección de grabados magníficos que ya no se aprecian porque se han perdido y, sin embargo, se perciben perfectamente en la réplica. A mis alumnos les paso diapositivas de como era el exterior de la cueva de Altamira y no tiene nada que ver el de ahora. Creo que los museos están precisamente para ensañar eso, las cosas que no se pueden ver normalmente.
-Ha dejado claro que cree que las cuevas deben de estar cerradas al público, ¿y a los investigadores?
-No, claro. ¿El público puede entrar a visitar el acelerador de partículas del CERN en Ginebra? No y no pasa nada. De la misma manera que allí solo entran los investigadores, creo que en Altamira también deberían acceder las personas que van a trabajar o a estudiar sobre ellas.
-¿Se ha arrepentido alguna vez de haber elegido esta profesión?.
Jamás. Es una profesión absolutamente vocacional, si bien es cierto que para poderla ejercer es necesario se profesor. Pero es un mal menor. ¿Sabe de qué otra cosa no me he arrepentido?
-No, ¿de qué?
-De haber venido a Cantabria. No podría haber elegido mejor sitio.
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