-Felicidades por el Premio Nacional de Restauración. ¿Qué significa para usted y para su trabajo?
-Como ya tengo unos años, para mí supone el reconocimiento de toda una vida dedicada a la conservación del patrimonio. A poco de acabar la carrera empecé a trabajar en los inventarios del patrimonio histórico como documentalista y ahora presido de manera filantrópica una asociación de defensa del patrimonio (Hispania Nostra). En medio de estas dos cosas he trabajado en gestión, en la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid; con la Fundación Banesto y en la dirección del Museo Lázaro Galdiano, que es mi gran amor porque me encontré una fundación un tanto dormida que yo llamaba 'la Bella Durmiente' y que ahora es un museo muy vivo y muy activo. También participé en el programa de la cooperación española a través de la restauración de patrimonio... En definitiva, que acojo este premio con el colofón a toda una vida.
-Se la considera la artífice de la Ley del Patrimonio Histórico Español. ¿En qué consistió su trabajo?
-Yo no me siento la artífice de esa ley. Es verdad que trabajé con ahínco para que se firmase pero lo hice con muchos otros especialistas de muy diversos campos. Era una ley muy necesaria porque seguía vigente una norma de 1931. Se aprobó en 1985 y para mí fue una experiencia inolvidable. Fue una ley de consenso y eso fue lo más importante
-Treinta y cinco años después, ¿se ha conservado el espíritu de la Ley y se cumple?
-Sí, sin duda. Lo que pasa es que luego al pasarse las transferencias a las comunidades autónomas ha habido nuevas leyes autonómicas que son las que tienen las competencias en Patrimonio y en la Cultura en general.
«Soy optimista sobre el futuro del patrimonio. Se está trabajando mucho en ello»
-Sin embargo, todavía sigue habiendo muchos monumentos en peligro. ¿Hay solución?
-Los milagros no existen. Nosotros estamos notando a través de la Lista Roja de patrimonio en peligro que está aumentado la participación ciudadana. Cantabria es un buen ejemplo de esto. Aurelio González-Riancho, nuestro delegado allí, es una persona muy activa que moviliza a muchos ciudadanos y gracias a todos ellos se está poniendo el foco en algunos monumentos y lugares que necesitan actuación. Todo ello hace que los bienes que tenemos en esa Lista Roja, más de 700, ya hayan pasado 170 a la Lista Verde.
-¿Es muy importante la conciencia de la ciudadanía en la recuperación del patrimonio?
-Indudablemente el patrimonio se salva bajo la responsabilidad de quien debe hacerlo: sus propietarios y las comunidades autónomas, pero nunca se conseguirá sin la ayuda de los ciudadanos y sin que la gente sienta su valor. Soy optimista con respecto al futuro de un país tan rico en patrimonio como el nuestro y estoy segura de que va a salir adelante. España es el tercer país del mundo en cuento a bienes en la lista de Unesco de Patrimonio de la Humanidad.
«Hay muchos puntos en peligro, pero se revelan gracias a que existe mucha gente que los denuncia»
-¿Cuando habla de valor se refiere sólo a lo económico?
-Me refiero al valor identitario y al económico. Es un recurso que puede ser muy importante y no sólo desde el punto de vista turístico.
-¿Cómo está la situación en Cantabria? ¿Tenemos muchos monumentos en peligro?
-Sí. Hay muchos monumentos de Cantabria en esa lista roja, pero también es por eso que le digo de la gran participación ciudadana que existe ahí. Nosotros trabajamos, en principio, con la información que nos llega desde las asociaciones locales y el informe que posteriormente hace el comité científico. Y Cantabria es muy activa, mucho más que otras comunidades. Y eso nos tiene que llenar de orgullo y darnos tranquilidad.
-¿Recuerda algún monumento cántabro que necesite intervención con urgencia?
-No podría decirle sobre la marcha. Pero cuando hablamos de patrimonio también nos referimos al natural donde se incluyen las costas y, por desgracia, y no solo en Cantabria hay mucha sobre explotación de estas.
-¿Se atreve a opinar sobre la intervención de Okuda en el Faro de Ajo?
-Pues no, la verdad. Es un tema tan polémico que prefiero ver como ha quedado el faro antes de opinar. Soy de Noja, pero por desgracia y por culpa del coronavirus no he podido ir a casa de mis padres. Cuando lo haga, me acercaré a verlo y entonces opinaré.
-¿Hay mucho trabajo filantrópico detrás de la conservación de nuestro patrimonio?
-No voy a personalizar en mí, pero llevo ocho años ya detrás de Hispania Nostra y hay un gran equipo de personas que trabajan de manera filantrópica, como hace Aurelio González-Riancho en Santander, que es médico y dedica mucho tiempo a la asociación. Esto es bastante frecuente. Hemos crecido mucho en el número de socios.
-¿Por qué destaca la importancia de la educación por encima del dinero para la conservación?.
-Indudablemente tener recursos económicos es muy importante, pero lo primero que necesita el patrimonio para sobrevivir es que se le quiera y para quererle hay que conocerle. Y esto no es posible sin la educación. El amor no viene sin conocimiento y el conocimiento no viene sin educación.
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