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La pregunta es «¿Cómo viviremos juntos?». La convivencia en el futuro a partir del mundo actual, marcado por unas desigualdades sociales agravadas por la pandemia, es el eje de la XVII Bienal de Arquitectura de Venecia, inaugurada a finales de mayo y que se prolongará ... hasta noviembre. Aplazada por el coronavirus, ofrece las propuestas internacionales de unos sesenta países y otras propuestas colaterales. Dos profesionales cántabros, el arquitecto Guillermo Fernández-Abascal y la diseñadora Alicia Gutiérrez participan en esta edición. Comisariada por el arquitecto libanés Hashim Sarkis, la Bienal acoge reflexiones sobre «una arquitectura de impacto social, y desde distintas disciplinas, sobre un futuro desconocido y en continuo cambio».
El proyecto del pabellón español presenta una selección de acciones que amplían las competencias de la arquitectura para hacer frente a las nuevas demandas sociales. En general el objetivo de las obras expuestas no es mostrar un espacio construido, sino aportar «un catálogo de estrategias arquitectónicas flexibles que serán necesarias para afrontar el futuro de nuestra convivencia, así como sus implicaciones sociales y medioambientales».
Guillermo Fernández-Abascal, uno de los integrantes del estudio GFA2, que ha participado en la rehabilitación de las Naves de Gamazo como sede de la Fundación Enaire, está presente en la Bienal con la instalación 'Folk Costumes, Indo-Pacific Air', desarrollada junto a Urtzi Grau.
La pandemia convirtió en un peligro algo tan simple como respirar. Así se masificó una «nueva arquitectura portátil» - la mascarilla- para proteger al cuerpo contra un entorno hostil. Sin embargo, como propone la instalación citada, «esas arquitecturas ya habían aparecido en la región indopacífica, ya sea como defensa ante el humo ocasionado por los incendios o contra los gases tóxicos con que se reprimieron las protestas».
En los meses anteriores a la propagación global del covid, tuvieron lugar una serie de eventos que transformaron la atmósfera de la región indopacífica: «el humo de los incendios forestales en la costa este de Australia; el gas lacrimógeno en las protestas de Santiago de Chile y de Hong Kong;...». La proliferación de rostros enmascarados se convirtió en un «mapa de las luchas políticas» que tenían lugar en el aire de la región antes de la pandemia.
La instalación 'Folk Costumes, Indo-Pacific Air' de Guillermo Fernández-Abascal y Urtzi Grau «reconstruye la prehistoria de nuestras máscaras actuales». La instalación presenta cinco criaturas híbridas que respiran el aire de finales de 2019. Son máscaras a medida para atmósferas politizadas y protoarquitecturas que imaginan los cuerpos que las habitan. En otras palabras, un mapa del Indo-Pacífico. Fernández-Abascal subraya que «son máscaras, arquitecturas portátiles que hacen visible el aire de la región».
Por su parte Alicia Gutiérrez (Santander, 1983) interiorista especializada en arquitectura efímera, diseñadora de juguetes y productora de objetos y espacios, desarrolla su actividad profesional a caballo entre la pedagogía, el diseño, el arte y el juego. Fue seleccionada por su trabajo, junto a su equipo 'Jugar el Espacio', para formar parte de la exposición del Pabellón de España de la Bienal. El proyecto seleccionado surge de la investigación de un grupo de profesionales formado por la propia Alicia Gutiérrez, interiorista especializada en arquitectura efímera; Ana Mombiedro, arquitecta especializada en neurociencia; y Sara San Gregorio, arquitecta especializada en acciones lúdicas.
El proyecto 'Jugar el Espacio, jugar la Luz' parte de una experiencia realizada en MediaLab Prado, donde se necesitaba resolver una problemática concreta sobre cómo los niños hacían uso del edificio. El entorno no había sido pensado para el uso lúdico y se necesitaban entornos de juego para que, sin instrucciones exógenas, los niños que asistieran se vieran inducidos a un comportamiento concreto. Las arquitectas dilucidaron los mecanismos de aprendizaje durante el juego libre y pudieron extraer los parámetros ambientales que lo condicionaban.
La ardua investigación de este colectivo, fijó sus bases bajo los preceptos estímulo-estructura-escala, inherentes a la relación existente entre el juego lúdico infantil y el espacio físico, en los que se basan para generar espacios y objetos destinados a la infancia y al juego libre, avalada su efectividad por la neurociencia. Su investigación culminó y se materializó en un juguete de construcción, objeto de la exposición en la Bienal, fabricado en un material iridiscente que cambia de color según el ángulo de incidencia de la luz natural o artificial sobre él. La pieza, expuesta en el Pabellón, se comercializará ahora bajo una nueva firma de juguetes artísticos, Menudas Piezas, donde Alicia Gutiérrez y y Sara San Gregorio diseñan piezas de juego a todas las escalas tomando como base la experiencia citada. Bajo el lema 'Incertidumbre', el Pabellón de España propone un espacio inmersivo compuesto por miles de hojas de papel colgadas con aparejos de pesca, que contienen los portfolios de todos los proyectos de los equipos españoles presentados a la muestra.
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