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Xavier Güell (Barcelona, 1956) es uno de los músicos más insignes del panorama nacional. El viernes presentará en el Ateneo de Santander su libro, 'Yo, Gaudí', una historia novelada pero que tiene mucho de realidad y de historia (19.30 horas). Tataranieto del conde Güell, ... que fue el gran mecenas de Gaudí y por cuya iniciativa se construyó el Parque Güell en Barcelona, en el libro hace una radiografía sobre la figura del arquitecto catalán, habla de El Capricho y de la vinculación de Barcelona con Comillas. Xavier Güell, que tuvo consciencia de que quería ser músico a los 13 años después de escuchar a Mahler, hace cuatro que sintió la necesidad de dar el salto a la literatura para hurgar en las entrañas de personajes o etapas que han sido claves en su vida. 'La música de la memoria' (2015) fue su primer libro y dos años después publicó 'Los prisioneros del paraíso'.
-El viernes presenta en Santander su tercer libro 'Yo Gaudí', ¿cómo empezó todo?
-Como director de orquesta siempre me ha interesado una barbaridad meterme en las personas que han influido en mi vida y significaron algo importante para interpretarlas. Cuando dirigía interpretaba lo que había entre las notas, algo que resulta fascinante. Y tenía necesidad de identificarme con la obra hasta tal punto que pensaba que la había escrito yo. Tenía una identificación total con el compositor. Al escribir me pasa lo mismo. Me meto en el personaje y lo que hago es hurgar en sus entrañas hasta identificarme plenamente con él. Gaudí ha sido un tema referente desde mi infancia debido a la vinculación que tuvo con su mecenas, mi tatarabuelo. Mi ambiente familiar era propicio para recuperar la figura de Gaudí desde dentro, sabiendo que era hombre que ha sido elegido para la gloria. Mi tatarabuelo fue uno de los mecenas más importantes de Gaudí y, por eso, aparecía con frecuencia de mis conversaciones de mesa familiares. Es una historia intensa de amistad que les llevó a los dos, a mi tatarabuelo y a Gaudí, a una relación de creatividad que les hizo tener un sueño y llevarlo a cabo: transformar la imagen del a Barcelona de su tiempo.
-¿Qué destaca de Gaudí como arquitecto?
-Gaudí es uno de los grandes arquitectos de la historia del siglo XX porque iba más allá que otros arquitectos del movimiento modernista catalán. Gaudí trasciende el tiempo y es capaz de verter toda la soledad de su vida hasta explotar en cinco obras fundamentales que forman parte de los mejor de la arquitectura de todos los tiempos. Me refiero al Parque Güell, donde construye un jardín cerrado para la inteligencia y la meditación... Un nuevo templo de Apolo donde conviven todas las sensibilidades y la inteligencia, la razón y el humanismo o el saber. Y luego figuran sus cuatro últimas obras: la casa Milá, la Casa Batlló, la Cripta de la Colonia Güell y la parte final de la Sagrada Familia. Gaudí ha sido uno de los grandes creadores de todos los tiempos. Me gusta comparar sus últimos trabajos con la obra final de Beethoven, a partir de la Novena Sinfonía, cuando compone los cinco cuartetos de cuerda que resumen todos los pulsos del ser humano o con las dos últimas óperas de Verdi... Son artistas que crecen hasta el final y en su madurez son capaces de expresar todos los contenidos que engloban al ser humano.
-En su libro también habla de El Capricho de Gaudí, en Comillas.
-El Capricho, junto a la Casa Vicens son sus dos primeros edificios. Hasta entonces había hecho obras menores. Gaudí detestaba viajar y diseñó los planos y maquetas, pero no viajó a Comillas, delegó como director de obra en su amigo Cristóbal Cascante. En El Capricho ya aparecen todos los elementos que vertebran su arquitectura, la luz, el color y el movimiento con las líneas curvas. El Capricho es un jardín para desarrollar los sentidos. Buscó crear una obra de arte total influida por Richard Wagner. El Capricho que es el arranque de un genio.
-¿Y cómo era como persona?
-En Gaudí conviven muchas personas a la vez. Era contradictorio, no le gustaba hablar de sí mismo ni dar explicaciones, extraordinariamente tímido y con un cierto rechazo a entregarse a los demás. En los últimos años se aisló para volcar sus sentimientos y pasiones en sus obras. A Gaudí no se le puede juzgar solo por esa última etapa mística. De joven fue un dandi, un socialista anarquista convencido, un anticlerical que iba con sus amigos a las iglesias a insultar a los feligreses, era hedonista... Un hombre que nada tiene que ver con el Gaudí último. Es uno de los grandes arquitectos del siglo XX del que se conoce muy bien su obra, pero de su vida se sabe muy poco. Es un gran enigma, un gran laberinto y 'Yo. Gaudí' pretende desvelar su yo interior.
-También fue un gran amante de la música.
-Siempre fue un gran aficionado a la música, cantó en diversos coros y tenía obsesión por Wagner y por conseguir la obra de arte total. El Palacio Güell está concebido como una gran sala de conciertos, en donde buscó la fusión entre el tiempo y el espacio. La arquitectura es un arte del espacio y la música del tiempo. Conjugar tiempo y espacio es algo que le preocupó toda su vida, por eso la música es fundamental en su vida, igual que la arquitectura. En El Capricho, una de sus primeras obras, hay muchos elementos musicales y también aparecen en la Sagrada Familia, su última obra. La obra de Gaudí es profundamente musical. Quería dar sentido a sus obras siguiendo parámetros musicales.
-¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?
-'Yo, Gaudí' es la tercera novela que escribo y ya estoy preparando la cuarta. Me fascina hacer una literatura distinta, próxima a la música. Un lenguaje que suene, que se pueda cantar y se hermane con la música. Es mi rasgo distintivo, la unión entre palabra y sonido. En 'Yo, Gaudí' hay una manera de escribir musical. Frases y pausas siguen parámetros musicales. Ahora estoy escribiendo 'Cinco historias de música y de guerra' ambientada en los años anteriores y posteriores a la II Guerra Mundial. Es una novela que pone de manifiesto la dificultad de hacer coincidir el poder con la creación. Cómo el poder político quiere adueñarse de la creación y la lucha de la creación por permanecer libre e independiente del poder.
-Usted es un gran apasionado de Mahler, ¿le dedicará una novela?
-El último capítulo de mi primer libro está dedicado a Gustav Mahler y sus últimos años de vida. Mahler ha sido un referente absoluto en mi carrera musical. Tuve consciencia de que quería ser músico a los 13 años después de escuchar la Sinfonía Número 3 de Mahler. Tuve una revelación y pensé que debía dedicar mi vida a la música. Mahler ha sido el corazón de mi forma de acercarme a la creación y a la música.
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