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Un hombre profundamente escéptico con la sociedad y la política, que sin embargo fue también un liberal y un humanista de libro que creía imprescindibles a los líderes políticos, aunque lamentase su mediocridad. Un periodista cabezota, perspicaz, detallista, honesto e irreductible, clásico pero abierto ... y atento al futuro, capaz de liderar uno de los grupos de periodistas más potentes de la historia moderna de España. Amante de la caza y también, con permiso de Félix Rodríguez de la Fuente, el primer ecologista moderno. Un hombre tranquilo que no se cansaba ni se dejaba amedrentar a la hora de reivindicar causas justas, que llegó al periodismo de rebote y acabó pagando su integridad siendo defenestrado como director de un periódico que transformó por completo, marcando las líneas de futuro de todo el sector.
El periodista, poeta y exdirector de El Norte de Castilla Carlos Aganzo diseccionó este martes en el Ateneo, entre anécdotas y con un tono constante de reverencial admiración, la figura del que fuera su predecesor en el periódico castellano y premio Cervantes. Lo hizo durante la conferencia 'Delibes periodista, la lucha contra la censura', una cita que impulsada por el Aula de Cultura de El Diario Montañés en la que participaron, además del ponente, el director de este periódico, Íñigo Noriega, el presidente del Ateneo, Manuel Ángel Castañeda, y el periodista y crítico literario Javier Menéndez Llamazares. El encuentro comenzó con el relato de Noriega, quien describió a Delibes como «un hombre que siempre quiso marcar distancias con el poder», y del que destacó su meticulosidad y pasión profesional. Llegado el turno de Aganzo, su perfil del autor de 'Cinco horas con Mario' basculó entre su faceta profesional y su lucha sin cuartel contra la censura, y su faceta personal y profundamente humana. En el primer caso, Delibes se enfrentó primero a la censura, burda y férrea, de la primera parte de la dictadura, y después, cuando el régimen transformó y modernizó sus mecanismos de control a los medios, contra Fraga y el Ministerio de Información, a los que se sumó el de Agricultura por sus reivindicaciones para Castilla. «Como periodista estuvo marcado por su integridad, allí aprendió a ser breve, exacto, conciso, y desarrolló su mirada y su 'oído'», destacó Aganzo, lo que le permitió retratar como pocos tanto la actualidad como los distintos ambientes sociales, especialmente a los más desfavorecidos.
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