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'Serie Andalucía', 1956. ©Carlos Saura
Carlos Saura, miradas a la memoria
SOTILEZA

Carlos Saura, miradas a la memoria

La creación fundacional del cineasta fue la fotografía. PHotoEspaña lo refleja a través de la galería Juan Silió.

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 1 de septiembre 2023, 07:25

Una confesión y una reflexión: «En la fotografía, como en casi todo, he sido autodidacta y aprendí a costa de errores, disgustos y también de muchas satisfacciones. En los años de carencias y penurias aprendí que el negativo era un bien preciado y costoso y que cada disparo suponía una fotografía menos». «Hace tiempo que llegué a la conclusión que en fotografía como en tantas otras cosas todo estaba hecho desde los primeros años en que se inventó y que no hacemos más que dar vueltas para volver a lo mismo». El blanco y negro y ese realismo de rostros, paisajes, gentes y pueblos, no exento de extrañeza, revelan al cineasta. Pero la mirada fundacional y persistente de Carlos Saura es la del fotógrafo. El aragonés, uno de los grandes directores españoles de la historia, fallecido el pasado mes de febrero, es uno de los nombres propios del Festival PHotoEspaña Santander y Cantabria que arranca oficialmente hoy. 'Agente revelador' es el epígrafe significativo de la exposición que acoge la galería santanderina Juan Silió. De este modo, por primera vez en una galería de arte se da cabida a una selección de los primeros años del trabajo fotográfico del autor de 'Renzo Piano: Un arquitecto para Santander'. La exposición, comisariada por Míriam Callejo, forma parte de la sección OFF del festival. En paralelo este mes de septiembre, dentro de la programación del Festival Internacional de Cine de Santander, el director de 'Deprisa, deprisa' será homenajeado en la jornada del día 17.

'Serie Sanabria', 1955. ©Carlos Saura
'Serie Cuenca', 1952. ©Carlos Saura

El agente revelador, o 'revelador fotográfico', es la solución química que permite que la imagen tome las formas del negativo en la fotografía en blanco y negro. En Juan Silió se aúnan esas imágenes de un pasado reciente de España, de un mundo rural prácticamente olvidado que sufría graves problemas de pobreza y, podría decirse, subdesarrollo. Esta situación marcó de forma definitoria la migración campo-ciudad de los años 60 y a países europeos a partir de la relajación del intervencionismo en esos mismos años. Un problema que con el paso del tiempo se ha convertido en crónico y que ahora recibe el nombre de 'España Vaciada'.

La muestra de PHotoEspaña, comisariada por Míriam Callejo, coincide estos días con la presentación en el Festival de Venecia de una versión remasterizada de 'La Caza' de Saura, para competir en Venice Classics. La película, cuyo estreno en 1966 cambió para siempre el cine español, participa esta sección dedicada a las obras maestras del séptimo arte restauradas.

'Serie Madrid', 1955. ©Carlos Saura
'Serie Andalucía', 1955. ©Carlos Saura

Sus inicios

Polaroids, piezas audiovisuales, fotografías pintadas a las que él mismo bautizó como fotosaurios, publicaciones fotográficas, diarios de rodajes ilustrados y algunas cámaras de fotos de las que fue haciendo acopio desde su primera cámara, Leica M3, usada en sus inicios a principios de los años cincuenta, hasta las cientos de ellas que comenzó a coleccionar, integran el archivo legado por Saura.

Aunque su vocación frustrada fue la de músico, Saura descubrió la fotografía muy pronto, de niño, de manera inocente. Como relató a menudo: «Mi primera fotografía fue por amor a una niña con 7 u 8 años. Le robé la cámara a mi padre, le hice la fotografía y se la envié con un dibujo de un corazón atravesado por una flecha y la frase 'Te amo'». Con ocasión de una gran muestra de sus imágenes, comisariada por Chema Conesa, se subrayó que ese recuerdo de infancia no había sido su primer contacto con las imágenes. «Su padre guardaba álbumes de papel en los que pegaba distintas fotos y recortes por todas partes. Las mirábamos constantemente y quizás de ahí venga mi obsesión y la de mi hermano Antonio por estar rodeados de imágenes». La fotografía era para Saura «un instrumento mágico, uno de los mayores descubrimientos de la humanidad», y la comparaba a un espejo en el que puedes dejar la imagen quieta y captarla, «un milagro que nos da contexto» y que de alguna forma nos enfrenta al pasado. «Hacer fotografía es un acto peligrosísimo porque guardas el pasado», reflexionaba el cineasta de 'La prima Angélica'. Su obra personal fotográfica a mediados del XX es testimonio de una España aún recuperándose de los estragos de la Guerra Civil y en plena dictadura franquista sobre todo en las áreas rurales, que quedaron ancladas en el siglo anterior. Esto se ve especialmente claro en series como 'Sanabria', que es resultado de las fotografías que tomó a raíz de un proyecto para Red Eléctrica que no se pudo finalizar a causa de la pérdida del material grabado, cuya atmósfera buñuelesca de Las Hurdes sobrevuela tanto esta serie como otras de estos años. En 'Cuenca y Cuenca, paisajes, pueblos y gentes', no solo vemos esa España de posguerra, sino también la evolución del Saura fotógrafo, autodidacta, formado a base de ensayo y error», apunta Callejo. En estas series del entorno rural, además del documento, «somos acompañantes de las propias vivencias y primeras experiencias profesionales del propio Saura». Todo ello contrasta con los puntos de vistas y revelados más cuidados, por un lado, y la aparente felicidad y modernidad, por otro, de Madrid o 'La tarde del domingo', su primer trabajo para la Escuela de Cine.

«Nada como la fotografía para reavivar la memorias y el recuerdo: basta con mirar atentamente una fotografía del pasado para que inmediatamente aparezca una parte de la historia que todos llevamos dentro», dejó escrito.

La objetividad cercana al fotoperiodista del documento gráfico

Saura, como remarca Míriam Callejo, se presenta como el 'Agente revelador' que «nos muestra la realidad contradictoria de un país en plena dictadura. A su juicio, el interés del cineasta en su labor fotográfica se centra en «reflejar, con una objetividad cercana a la del fotoperiodista, los habitantes, los contextos de los lugares que habita y visita; imágenes que con el tiempo se han convertido en un valioso documento gráfico de un país que, aunque ya no existe, continúa sufriendo sus consecuencias». Él mismo contó el significado: «Quizá lo más interesante de mis fotografías de esos años es la constatación de que el paso del tiempo les ha dado un valor añadido. En los cincuenta éramos pocos los que sentíamos curiosidad fotográfica por un país que gobernaba el general Franco con la colaboración de una iglesia inquisitorial y una policía brutal que velaba por la moralidad-inmoralidad de las costumbres. España era entonces un país con reminiscencias medievales, hambruna y oscuridades. Las fotografías (...) son el testimonio, mi testimonio, de una época de España que ahora parece perdida en los siglos».

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