Maribel Verdú | Actriz
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Maribel Verdú | Actriz
«Las carreras profesionales están hechas, fundamentalmente, de los noes»Aunque ha sido «siempre de norte», hacía más de diez años que Maribel Verdú (Madrid, 1970) no visitaba Santander. «Este lugar es una locura», dice asomada a una de las terrazas del Centro Botín, donde, relajada, disfruta de las vistas de una bahía en calma. « ... Este lugar es una locura», afirma. Ahí recibe este domingo el Faro Dos Orillas, que reconoce su aportación, tras cuatro décadas de carrera, tendiendo puentes entre el cine de España e Iberoamérica.
-Si esta entrevista fuera un guión en blanco, ¿qué le gustaría contar?
-(Silencio) Qué bueno... Del aquí y el ahora.
-¿Literal?
-Literal. Carpe Diem. O sea, ahora mismo estoy aquí, contigo, en Santander, con un día que no ha podido salir más bonito. En paz, serena y disfrutando del momento.
-¿Qué le da serenidad?
-El aire libre, por ejemplo. Sentir verde a mi alrededor. Y ya con agua, ni te cuento. Es que esto es perfecto; la montaña, el mar... Es increíble. Tengo mi refugio desde hace muchos años en el sur. La playita, montañas detrás… Necesito la naturaleza para tener serenidad.
- Y más allá de ese refugio, ¿es algo excepcional en el día a día?
- Todos los días necesito mi momento de introspección, de meditación, de tranquilidad, musiquita clásica, lectura… Porque soy una mujer muy enérgica, lo doy todo, pero para eso necesito recargar las pilas. Como un teléfono, tal cual. Necesito ponerme a cargar porque esto se gasta (ríe).
-¿Se lleva bien con el silencio?
-Me fascina. Soy habladora, pero puedo estar horas en silencio.
-Ha tenido, además, infinidad de voces en estos años
-Cuarenta, en octubre.
- «Esta década está siendo buena», dice. ¿Medir el trabajo en décadas impresiona?
-Sí, porque he conseguido encontrar el equilibrio entre el entusiasmo, la energía y esa serenidad que tanto necesito. Pero eso no significa ir por la vida con la tensión baja, ya me entiendes, sino ese equilibrio perfecto. Ni como hace unos años, que era todo hacia arriba, ni estando parada. Siento que eso te lo da la madurez, aprender a relativizar y priorizar.
-¿En qué momento es consciente de que ha frenado y eso le aporta nuevas perspectivas?
-Exactamente me pasó, y lo tengo clarísimo, porque fue un antes y un después, cuando hice una película en Patagonia, que se llamó 'El faro de las orcas' (2016), con mi querido Gerardo Olivares, una película que me cambió, porque el cine cambia la perspectiva mucho.
-¿Qué ocurrió?
-Estuvimos en un lugar con un cartel que decía: 'Intangible al ser humano'. Ahí solo podían entrar científicos especializados. Pero, de repente, con permisos especiales, fuimos a contar la historia de un guarda fauna que llevaba veinte años allí, cuidando aquel lugar en su roulotte. Estuvimos allí dos meses, y dije, hostia, escucharte a ti, escuchar el ruido de los animales, del mar, el silencio y ver que de pronto formas parte de él y a la vez no eres nada, te sientes pequeña, pero a la vez poderosa. Tuve una serie de sentimientos tan encontrados y tan increíbles, sentir que hay energías, por primera vez, que volví de ese rodaje completamente cambiada.
-Un rodaje que tuvo que ver con un faro y con el otro lado del océano, que es lo que representa el premio que recoge hoy. ¿Qué supone su vínculo con Iberoamérica?
-Creo de verdad que sí que he tendido puentes. Llevo muchos años trabajando en Latinoamérica y en los últimos años de forma muy recurrente. El año pasado estuve diez meses en México, de doce que tiene el año. Todo lo que he hecho en Argentina... Siento que allí me quieren, me conocen y no cuando voy me siento en mi casa. Incluso a veces mejor que aquí, porque allí, tu tiempo libre, ¡es libre!
-¿Ha encontrado un lenguaje cinematográfico muy distinto allí respecto aquí?
-No, porque creo que todo viene de las personas. Y hay profesionales muy buenos en ambos lados. Nuestra cultura es muy parecida; abrazamos, nos decimos las cosas y creo que hablamos el mismo lenguaje en todos los aspectos. Por eso funciona tanto esa unión.
-Hablemos de una persona vinculada a este festival: Carlos Saura. ¿Qué supuso para usted?
-Tener la suerte de trabajar con él, de haber hecho 'Goya en Burdeos' y, sobre todo, haber tenido su amistad, haber compartido viajes, haber perdido vuelos juntos y no poder llegar a Shanghai, pensando, «bueno, pues vamos a estar un par de días aquí, disfrutemos»... Ir con él y con Lali a su casa del campo, en la Sierra de Madrid, comer, disfrutar de sus fotos maravillosas, que te pillaba en cualquier momento con su cámara... Qué suerte, ¿no? Poder decir que en mi cinematografía he tenido una película con él y además, una que creo que es maravillosa.
-¿Un único director puede definir una carrera?
-Sí. La visión de un director es importantísima.
-Mientras estaba posando para las fotografías de esta entrevista, ha habido una transformación. ¿Es muy consciente de su energía ante una cámara?
-Sí. Es una cosa que no sé explicar, pero lo siento, cuando hay alguien detrás de una cámara de fotos, que sabe lo que está haciendo, sabe de luz, sabe lo que quiere, que no es algo arbitrario... Este señor era un artista y yo creo en el arte. El arte te cambia. Sientes que estás haciendo una creación conjunta con esa persona.
-¿El cine es un diálogo o un monólogo que se presenta ante miles de personas?
-Qué interesante pregunta. (Silencio). Puede ser ambas cosas. Y puede ser ambas a la vez. El diálogo que puedes ver y el monólogo interno de según cómo interpretes lo que has visto.
-¿Cómo recibe la retroalimentación al mensaje que lanza?
-Es la energía de la gente que te para por la calle o un restaurante y sabes que no es porque eres famosa. Viene mucho por el agradecimiento de tantas películas, de tantos personajes y te dicen que desde que vieron 'Belle Epoque' o 'Y tu mamá también' y sabes que están hablando de algo importante para ellos. Eso te llena.
-Antes dijo que se sintió poderosa rodando 'El Faro de las Orcas'. ¿Que adjetivo le pondría a cómo se siente a día de hoy?
-Agradecida. A la vida, en general.
- ¿Resulta reiterativo que se les quiera hacer altavoz de un problema estructural de la sociedad como el acoso o el machismo?
-Estructural de la sociedad, tú lo has dicho, como si solo existiera en nuestra profesión y no en la tuya o en unos grandes almacenes. Esto es una cuestión de personas. Personas que entienden las cosas y otras que son absolutas cenutrias. Hay tantos hombres que se avergüenzan de ser hombres viendo los comportamientos de otros, y no hay derecho a que se les meta en el mismo saco. Hay tantas mujeres que piensan que se han inventado el feminismo, cuando lo llevamos dentro y muchas en su momento, hace cuarenta años dijimos: esto no, y sacamos la cara por otras. Lo que no me gusta es la gente que va de adoctrinadora.
-Desde su experiencia, ¿el cine ha cambiado a peor?
-No, antes también se hacía un cine muy intenso y maravilloso y otro cine de ¡hala venga! Y hoy también; hay películas increíbles y otras que olvidas al día siguiente. No tiene que ver con los tiempos.
-¿Ha llegado a un momento en que puede elegir lo que quiere?
-Creo que las carreras están hechas fundamentalmente de los noes. Muchas veces pienso; si no hubiera dicho que no a esto o a esto... Qué importante el no en la vida. Pero lo que hago es que de todo lo que me ofrecen es pensar en qué sí o en qué no y a ver si he acertado.
-¿Y se arrepiente si sale mal?
-No, porque el mundo sigue y no pasa nada. La vida continúa y has hecho algo con la ilusión del momento, las ganas y el resultado final no está en tus manos.
-¿Es más consecuente que exigente?
-Sí, pero absolutamente. Porque la consecuencia te lleva a que la vida se porte bien contigo por ser consecuente con ella. La exigencia te lleva solo a destrozarte porque estás buscando continuamente la perfección y eso no existe.
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