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Es un pintor «radicalmente apasionado de la tranquilidad, el sosiego, la mirada reposada y activa hacia la estabilidad deslumbrante de la naturaleza». El artista es Emilio González Sainz y la definición del profesor, critico y ensayista Gabriel Rodríguez es tan rotunda y certera como reveladora ... de una de las trayectorias más intensas y coherentes del arte en Cantabria. Pocos creadores podrían sostener en paralelo dos propuestas como las que este verano el artista de Torrelavega destina al público bajo conceptos y espacios tan diferentes: la galería Siboney que ha venido mostrando 'La luna del cazador' y la que ahora se incorpora al Castillo de Argüeso. La simbólica edificación de Hermandad de Campoo de Suso acoge, desde ahora y hasta septiembre, bajo comisariado del propio artista y de Gloria Bermejo una serie de dibujos y óleos, bajo el epígrafe de 'El Gabinete Friedrich', entre la querencia y el homenaje al paisajista del romanticismo alemán de paisajes alegóricos. Si en el primer caso Emilio González Sainz (Torrelavega, 1961) ha acudido fielmente a su cita expositiva con la galería santanderina Siboney, para presentar hasta el próximo día 25 una nueva entrega de su obra reciente, en la segunda se postula como una declaración de principios sobre una manera de concebir la pintura. En Santander sus obras retoman novedades que el artista ya ha incorporado a su iconografía: «Registros dobles, superposición de narraciones, un lenguaje expresivo propio e identificable y que ha mantenido de forma muy coherente a lo largo de los años».
En Argüeso la complicidad lo asocia con el valor romántico de lo sublime, la ilustración gótica, la naturaleza y el ser humano empequeñecido en contraste con extensos paisajes. Bajo la coordinación general de gbz gestión cultural, el patrocinio de Vicepresidencia y Consejería de Cultura (la muestra estaba programada con los gestores del gobierno anterior) con la colaboración del Ayuntamiento de la Hermandad de Campoo de Suso, González Sainz no deja lugar a dudas sobre su intención desde el mismo título y confiesa que «nunca se ha separado de Friedrich». Las obras expuestas pertenecen a series diferentes, y abarcan un arco temporal amplio, aunque no se trata de una «antológica (concepto casi siempre falso), sino de una exposición centrada en un único motivo, en un único tema el Paisaje, los Paisajes». La exposición se organiza en tres ámbitos espaciales aprovechando la disposición de las salas del Castillo. El artista ha decidido llamar a una de las salas 'Gabinete de dibujo y caligrafía que es todo uno'. Y explica: «Es precisamente eso, dibujo y caligrafía. Casi todo está hecho con pluma y tinta de varios colores. Hay también algo de acuarela. Es el gabinete del gesto, de la línea ondulada, del arabesco». Dibujos desde 2017 hasta hoy». Otra sala es obviamente la dedicada a Caspar Friedrich. En ella presenta una suite plena de óleos, acuarelas y aguadas en sepia relacionadas estrechamente con él. Son obras de pequeño formato que van desde el año 2005 hasta hoy. Y a través del resto de las grandes salas se ofrece un recorrido por sus pinturas. Óleos que van desde 2011-El valle de la luna- hasta hoy, Nueve variaciones. Y en su descripción, una confesión final: «Eso es lo que soy. Un pintor de paisajes».
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