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Un tema necesario, vigente y «absolutamente vital para el sector» se aborda hasta hoy en el XI Encuentro Coleccionismo, Arte Contemporáneo y Sociedad. Una cita organizada por el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) y la Asociación de Coleccionistas Privados de Arte Contemporáneo 9915, que ... supera su primera década en las aulas de la UIMP reuniendo a coleccionistas, galeristas, gestores y responsables institucionales para debatir sobre 'Profesionalización del arte contemporáneo. La colaboración público-privada'.
Entre las singularidades de esta simbiosis aplicada al mundo creativo, como destacó el catedrático Isidro López-Aparicio: «La sensibilidad se modifica al cambiar los interlocutores institucionales, por lo que se debe trabajar para lograr sinergias que fijen los avances conseguidos». Coincidió con esta necesidad el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí Grau: «La relación entre lo público y lo privado no es neutra ni estable» y profundizó a través de la cita de Machado: «Es de necios confundir valor y precio», corriendo el riesgo de restar importancia al sector cultural. El gestor expuso cómo en el contexto de la globalización ha habido una tendencia de lo privado de hacerse con lo público, en la cultura y en otros ámbitos. «El pensamiento neoliberal ha establecido que lo privado era más eficiente y lo público casi como un lastre para el desarrollo». Algo que calificó como «el gran error de estos años». «Creo en un espacio público potente», insistió. Un espacio donde la relación se entiende como aquella en la que lo privado se pone al servicio de lo público y del interés general. «Ensanchar sus límites; no me vale otra consideración», sentenció.
También intervino en la primera sesión Manuel Segade, director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía desde hace algo más de un año, con la misión de «negociar con lo heredado», a partir del «mayor legado» construido en los últimos 15 años de estabilidad, a cargo de Manuel Borja Villuel y su equipo. El gallego defendió que la ciudadanía «utiliza los museos más allá de sus puertas» y lo hizo con el ejemplo de una de las obras más icónicas del arte español: el 'Guernica' de Picasso, reinterpretado en el espacio público como oposición a conflictos bélicos desde la guerra de Irak a Palestina. «Las obras de arte no son algo mudo y del pasado, sino que tienen mucha voz», convirtiendo a los museos en ejes de interpelación social. En ese sentido, Segade mencionó el Centro Asociado al Reina Sofía que tendrá sus sede en Santander y albergará el Archivo Lafuente. «Será un nudo desde el cual crear la urdimbre de nuevas redes culturales y artísticas», celebró. La primera sede del museo fuera de la capital de España, como lugar de práctica situada «que nos dará mucho de sí».
El arte contemporáneo, por definición, «pone en cuestión el poder, iluminando ángulos muertos y redescubriendo el pasado», coincidió Martí Grau. Con la función, no de «decorar o entretener, sino de agitar». Ese es el papel «que como sociedad tenemos que asignarle», evitando que quede mediatizado por lo privado. «Sería como quitar todos los nutrientes a un producto alimentario».
Carolina González Castro, directora de la Fundación Museo Reina Sofía, detalló el funcionamiento de la entidad, privada, que comenzó su andadura en 2012, estando operativa dos años después e iniciando su actividad con una obra de Juan Muñoz. «Se debe evolucionar del proceso transnacional del tú me das y yo te doy algo a cambio, y pasar al relacional», ofreciendo a los coleccionistas «un lugar en el organigrama para que se sientan parte de la estructura». La Fundación, que cuenta con 50 miembros de 11 nacionalidades, ha aportado unos 25 millones de euros en este periodo y cuenta con más de 1.000 obras de unos 300 artistas. Sin embargo, no es una institución muy conocida; «Nunca se oirá hablar de la colección de la Fundación, porque lo importante es el museo». De hecho, explicó González Castro, todas las adquisiciones son un depósito indefinido; si se extingue la fundación, pasarán a ser propiedad del museo. Segade citó a la pensadora Yayo Herrero, asentada en Cantabria, y el concepto de la diversidad como condición indispensable para la vida, y también para la supervivencia institucional. Una vida con múltiples colores y referencias, cuyos sujetos han sido centro de las prácticas contemporáneas. No como un elemento surgido de pronto al albur de modas y corrientes del mundo virtual. «Las críticas interseccionales forman un espacio constituyente para las minorías en la democracia donde el museo de arte contemporáneo representa la estructura tanto para ser transformada como para transformar -incidió- Eso debería ser un valor social para cualquier interacción con lo privado; un espacio de valores compartidos».
En la primera jornada también se habló de números. Por ejemplo, los 15 millones de presupuesto del Reina Sofía procedentes de diferentes fuentes (entradas, aportaciones directas, alquiler de espacios...), que según su director, están «muy lejos de lo que potencialmente el museo puede alcanzar». Concebido como «una máquina de relato, un espacio de intercambio de narrativas que debe ser amable» con el visitante, en su seno se han discutido numerosas propuestas de puertas hacia dentro, para llegar a un código de buenas prácticas que implica a sus casi 500 trabajadores, en una estructura de ruedas dentadas que necesita el movimiento de unas para activar a las otras.
Y más números; los del IVA Cultural, pregunta planteada al secretario de Estado de Cultura por parte de los asistentes. Un tema espinoso que sus antecesores ya abordaron, sin gran éxito, pero cuya bajada considera «de justicia». «No puede ser que a un artista le salga más a cuenta vender en París que en Barcelona». Como coleccionistas privados, los asistentes reclamaron un trabajo interministerial, reconociendo que «desde Cultura se ha hecho todo lo posible». Otro de los grandes documentos del área, el Estatuto del Artista, «que consiguió avanzar en algunas cuestiones muy simples», debe responder aún a otras pendientes que afectan a todas las capas del ecosistema creativo; facturación, gastos deducibles, cargas impositivas... «Esa es una batalla que va a ser muy difícil y os necesitaremos en el ruido que haya que hacer», pidió el político.
La realidad en España, como especificó López-Aparicio, es que tan solo un 2,7% de los artistas puede subsistir solo con su trabajo. De ahí que adaptar el marco jurídico deseado, supone hacerlo a una porción mínima de profesionales. «Quien no tiene ingresos como artista, no va a resolver su condición precaria» con la norma general, señaló Martí-Grau, considerando «indispensable» hacer reparto de recursos y dar soporte a ayudas, becas. El codirector del curso manifestó que «Si queremos manifestaciones artísticas saludables», se debe poder facturar y desgravar «indistintamente» de la situación laboral, sea por investigación, producción y difusión. «Si queremos que el arte sea libre, debe ser independiente de las fuentes de ingresos», defendió.
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