
Álvaro Pombo
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Álvaro Pombo
Álvaro Pombo está acostado en su cama y, en medio de la charla incesante, entre alguna que otra llamada telefónica de personas próximas, se entreteje ... esta entrevista previa a la entrega del Premio Cervantes del Ministerio de Cultura, que tendrá lugar como es tradicional el próximo día 23, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. El narrador, poeta y ensayista santanderino está delicado y por ello ha ajustado exigentemente su agenda para esta próxima semana repleta de actos. Pero no pierde el humor ni la gracia para seguir dictando artículos, relatos y los más variados encargos que le hacen llegar. Una exposición homenaje y una publicación enmarcan la recepción del galardón. El autor de 'Santander, 1936' sostiene que ha acabado siendo «un viejo marinero de secano».
-Se mantiene fiel a las entregas semanales de la serie 'Plazuela de Pombo' para El Diario Montañés. ¿Qué están suponiendo para usted estos artículos?
-Es mi reentrée literaria a Santander, escribiendo sobre sitios y personajes santanderinos que he conocido. Es una manera bastante natural y amable de recordar todo el Santander que conocí y que amé de niño y en mi primera juventud.
-Pero eso no le convertirá a Vd. de repente en un nostálgico...
-Yo no soy nostálgico, pero sí soy fiel a los sitios que he recorrido de niño y de joven, el faro, el puente del Diablo, el panteón del inglés, Piquío, el Sardinero, las playas de la Magdalena y los Peligros, la machina... son sitios de Santander que todo el mundo recuerda. La visión de los barcos camioneros gigantescos pasando delante del caserón de Marieta en la Magdalena. Santander es una totalidad emocional de la que estaba muy separado, sin mala intención, a consecuencia de mi vida inglesa y de mi vida madrileña y que ahora recupero poco a poco. Los artículos de la plazuela es una vuelta a casa pero sin nostalgia. Soy más un hombre de presente que de nostalgia. Además en una plazuela se puede hablar de todo. Lo característico del Santander que yo conocí con respecto al actual es la desaparición de gran parte de aquel, el de Puertochico, la Comandancia, Pompeyo... Pero supongo que eso le pasa a todo el mundo en todas sus ciudades. Después hice más vida de salones y tertulias y cenas que entonces, que hacía una vida callejera, cuando vivía en Santander. Pero claro, entonces era un niño.
-El próximo jueves, día 24, se inaugurará en Alcalá una exposición en su homenaje, con catálogo incluido. ¿Qué sensación le produce ese recorrido biográfico?
-Que es una vida mejorada, «ameliorada».
-Sí, y con un discurso que se presenta muy lineal, que no es así la vida tampoco...
-No, no. Lo que sí es verdad es que fui muy santanderino. De eso hace setenta y ochenta años, cuando conservaba los lazos familiares con mis abuelos, mis primos, mis tíos y tías...
-O sea que las viejas fotos mienten...
-Las viejas fotos mienten un poco, sí.
-Por cierto que en la exposición de Alcalá se van a exponer fotografías poco conocidas de la finca familiar de La Dehesilla, en Ampudia de Campos.
-La Dehesilla dividió mi visión de Santander en dos: al principio, cuando era muy joven, porque no me gustaba y después al revés, porque me gustaba el campo castellano. Así que acabé siendo un viejo marinero de secano, lo cual es una contradicción. Me sigue encantando el mar y la bahía y me sigue encantando el páramo.
-Son muchos los paisajes, no sólo Santander, Palencia, Valladolid. También Londres e incluso Melilla. ¿Toda experiencia del paisaje puede ser inspiradora?
-Sí, claro. Lo que pasa es que yo distingo entre paisajes basales y paisajes circunstanciales. Paisajes basales son Santander y la bahía y La Dehesilla, y quizá muy al fondo Londres. Y el resto son paisajes circunstanciales, ocasionales, entre otras cosas porque yo no soy muy viajero. Hay una diferencia del santanderino que vive todo el año en Santander con escapatorias a Edimburgo en avión o en ferry que el santanderino que se instala fuera de Santander, como yo en Madrid, o los santanderinos malagueños, que se nos nota mucho que somos veraneantes.
-Es así un poco como Atilano, el personaje de secano de aquella obrita teatral que publicó...
-En efecto. Ahora han cambiado estas cosas porque ahora todo el mundo viaja mucho más. El único santanderino que apenas viaja soy yo, así que me convierto en un ejemplar perdido de una especie dinosáurica.
-Cuando estuvimos preparando la exposición de Alcalá encontramos en su archivo numerosos recortes de prensa e incluso periódicos enteros. ¿Sigue siendo lector de prensa?
-Sin duda, lo sigo siendo.
-¿Podría una vida resumirse en una serie de recortes de prensa?
-Sí. De Londres me traje una maleta llena de recortes de los periódicos ingleses...
-¿Ha supuesto mucho trajín el premio Cervantes?
-Sí. Pero ha supuesto más trajín a mis amigos que a mí, con todo el traslado de mis trastos a la exposición de Alcalá y todo lo demás. Yo he representado un papel bastante pasivo en todo ello, una especie de santón.
-Fondo de Cultura Económica y Universidad de Alcalá acaban de publicar 'Doña Mercedes o la vida perdurable'.
-Sí, es una serie de radio que saqué hace muchos años en Radio Nacional de España con la que gané bastante dinero y que estuvo en el aire durante un año. Lo que he publicado ahora es íntegramente el texto del guion, más los nombres de los actores que intervinieron en esa función, con un prólogo tuyo.
-¿Se puede decir que este título descubre a un Álvaro Pombo teatral?
-Sí, se puede decir, pero no acaba de resultar verosímil... Yo soy muy amateur del teatro, 'teatrero' más que otra cosa.
-Sin embargo se prodiga Vd. más bien poco en conferencias y presentaciones.
-Hace unos años era rentable participar en conferencias e intervenciones públicas, pero ahora te dan el centimito. Todos mis treinta, aproximadamente, amigos que colaboran en el catálogo de la exposición, llevan meses escribiendo artículos por la perra gorda. Y eso no es un mal menor, es un mal mayor de las letras españolas: que no nos han pagado nunca bien, ni siquiera medio bien.
-También estos meses se publica la edición de su poesía completa (en ediciones Vitruvio) y una antología poética (Fundación Gerardo Diego y Renacimiento).
-Ambos libros, la poesía completa por un lado, con mis cinco libros publicados hasta ahora, y la edición que hace Juan Antonio González Fuentes en la antología son una gran noticia para mí porque la poesía ha sido esencial en mi vida literaria. Y sigue siéndolo.
-De hecho aún queda un proyecto de publicación de poemas finales.
-La poesía se esconde en los agujeros como los gatos, y debajo de las alfombras. Y no se puede forzar gran cosa, ni olvidar gran cosa: si no pareciera exagerado diría que la poesía es una presencia divina, una variante del est Deus in novis de los filósofos idealistas alemanes.
-Otra edición conmemorativa de este 'año Pombo' será un libro del Instituto Cervantes con fotos de Lisbeth Salas titulado 'La tercera ciudad'.
-Será un bonito libro, con sus fotos y una selección de textos breves míos.
-Hace poco hemos sabido que le van a dar la medalla de oro de Cantabria.
-Estoy muy agradecido. Para mí corona todas las montañas de Cantabria. Santander me ha tratado maravillosamente todos estos últimos años y de ese trato estoy sacando yo energía ahora.
-Su discurso de agradecimiento del Premio Cervantes se va a titular 'Una fenomenología de la fragilidad'.
-Sí. A mí me parece que es un tema absolutamente cervantino. No hay más que ver la descripción de Rocinante: esa es la descripción de la fragilidad.
-Yo creo que pocas veces se ha desarrollado la fragilidad específicamente. Además es un tema de absoluta actualidad.
-Desde luego. Cervantes era profundo y pobre, como decía Ortega.
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