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«¡Qué cantidad de gente; esto parece San Mateo!». Es la frase que un tipo de Reinosa piensa cuando aterriza en Shanghai. Porque «ser de pueblo permite tener una perspectiva a escala», afirma Julio Ceballos. Otro ejemplo; un auditorio de tamaño medio, para una ciudad ... estándar en China, tiene, al menos, unas 2.500 butacas. Un espacio que, sin embargo, siempre se queda pequeño. Como ocurrió ayer con el Ateneo de Santander para la presentación de 'Observar el arroz crecer', el libro en el que el abogado y consultor de negocios recoge su experiencia de los últimos 17 años viviendo en el gigante asiático y que presentó durante un acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés, periódico en el que es articulista.
El número 8 se pronuncia en chino como la palabra dinero. Y 88 son los capítulos del volumen que con un «lenguaje llano y divulgativo, está escrito para gente que nunca ha pisado China», explicó el autor, también columnista de este periódico y poeta.
Con Manuel Ángel Castañeda, presidente del Ateneo, y Luis Revenga, presidente de Editorial Cantabria, abriendo el acto, Ceballos mantuvo un diálogo con Javier Cavada, CEO de Mitsubishi que también ha vivido en China durante cinco años y del que el consultor dijo que es como «si Taburete tuviera de telonero a Deep Purple».
A pesar de las 500 páginas de curiosidades y experiencias personales que detalla, Ceballos reconoce que «nadie está en condiciones de sentar cátedra sobre un país de 1.400 millones de personas» y que lo más recomendable sería «instalarse la actualización relativa a oriente, a China», porque «el 88% de la población no es occidental y el poder se traslada hacia allá». Un país «que no va a permanecer en segundo puesto porque tiene todo el derecho a mejorar las condiciones de vida de su población». Entender cómo viven y funcionan es necesario para compartir esa futura dimensión global, «adecuando este nuevo elemento en la ecuación»
El libro no es, según su autor, un tratado con un discurso de alto nivel, sino que divulga y cotidianiza la realidad de un país «que tiene una cara amable que pocas veces se proyecta en los medios de comunicación», porque, según valoró, «hay mucho interés en generar un discurso de confrontación hacia China».
Relato mediático «Hay mucho interés en generar un discurso de la confrontación y pocas veces se proyecta en los medios la cara amable de China»
Competitividad «Nuestra única baza, aparte del esfuerzo y el trabajo, es la creatividad; pensar fuera del esquema, porque los chinos son grandes ejecutores pero no pensadores»
China es cultura y civilización, «con lo más exótico, atrayente y divertido y seguramente, también lo peor del mundo», enumeró Cavada, que alejó la imagen general de los bazares que puebla occidente. ¿Cómo se compite en un mundo donde tienes una líneas rojas que allí no existen? «Nuestra única baza -expuso Ceballos- aparte del esfuerzo y el trabajo, es la creatividad; pensar fuera del esquema, porque los chinos son grandísimos ejecutores, pero no creadores. Todo tiene que ser concreto y descriptivo». Los españoles, además, contamos con ventajas «porque somos empáticos para leer al otro, tenemos cintura y somos creativos».
China no es replicable, no existe posibilidad y «si hay negocio recurrente, cumplen», reconoció el consultor cántabro. «Con todo lo chapucillas que son y el terreno de juego desnivelado, a mí nunca me ha dejado tirado un chino», añadió.
«Ante muchos detalles, uno puede pensar: esta gente no tiene sentido común, pero no, lo que tienen es otro distinto». Y esa diferencia se puede aplicar a prácticamente todos los campos vitales, aseguró el escritor. Así, «en plena cresta de la ola», China «se va a convertir en primera potencia mundial a través del comercio sin pegar un tiro y eso merece un respeto», defendió.
Reconociéndose como un enamorado de Europa, Ceballos echa en falta en el viejo continente el dinamismo y las ganas de hacer algo especial cada día. «Han salido del hambre ante ayer y eso no se finge». En este sentido, y sobre la cuestión política, señaló que el Partido Comunista tiene en su programa evitar un estado del bienestar, porque eso produce pereza. «Crecer a un ritmo de un 10% por año es increíble y no se puede crecer a ese ritmo de una manera ordenada».
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