El ciclo 'El artista y la palabra' aborda la faceta literaria de Eduardo Gruber

La historia de este libro, que se publicó el pasado mes de noviembre empezó hace más de veinte años cuando Gruber, que siempre ha tenido inquietudes literarias más allá de las artísticas ampliamente conocidas, escribió en la primera página de su primer cuaderno de tapas rojas la frase 'Atender a Ingres', sin saber aún lo que quiso decir, tal y como recuerda el gestor cultural y editor de 'El hombre como animal de compañía', Raúl Reyes.

La «extraña» publicación de la que se hablará esta tarde, y de la que ya se ha destacado es de «difícil clasificación», se compone de una selección realizada de entre las miles de reflexiones que el autor ha escrito a lo largo de muchos años, «pero quizá lo que más característico del libro es la utilización de cuatro tipografías diferentes compuestas a distintos tamaños de letra y un diseño en el que los espacios en blanco adquieren un papel protagonista en cada página».

La trayectoria de Eduardo Gruber (Santander, 1949) como artista cuenta con numerosas exposiciones individuales realizadas por toda España y en las principales ciudades europeas y obra en importantes colecciones de arte como la Fundación Juan March, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Artium Museoa o la Fundación Coca-Cola entre otras muchas, sin olvidar su colaboración en el mundo de la ópera con el diseño de vestuario y decorados para la ópera 'Der Freischüz', de Carl Maria Von Weber, bajo la dirección escénica de Pilar Miró.

Es la escritura, su lado menos conocido y también el más íntimo y pasional el que ahora le ha animado a publicar 'El hombre como animal de compañía'.

Una edición alejada de sus anteriores trabajos como novelista, con obras como 'El devorador íntimo', editada por El desvelo en 2013, y otras inéditas como 'Cual tímido león', 'Ópera y boxeo', 'La mujer del ausente' o 'Pluto o la irremediable huida de Salomón Vives'. Sin olvidar los nueve relatos de ficción realizados para 'Femme Fatale-amores platónicos', o sus numerosos ensayos cortos sobre el mundo de la creación actual.

Este libro se compone de 440 frases o sentencias escritas por Eduardo Gruber y un texto introductorio del poeta y filólogo cántabro Lorenzo Oliván, titulado 'El devorador íntimo: un gran festín y una gran fiesta'. El diseño gráfico editorial se ha realizado de acuerdo a la maqueta realizada de forma artesanal por el propio artista, «siendo su diseño lo más fiel al original».

En ese texto introductorio de Oliván, se destaca en referencia a Gruber que «alguien que ha montado escenografías para óperas ha de haber somatizado la obsesión estructural y eso enseguida lo comprobamos con el baile de tipografías y distintos cuerpos de letra que nos ofrece este libro».

De igual modo alguien que «ha aprendido el arte de escuchar (y de esperar) va a ser premiado a veces con ideas en las que no se reconoce»; alguien que «sabe que nada conmueve tanto como la profunda sencillez del trazo único poco interés tendrá por el retorcimiento retórico de los alambiques»; o, finalmente; «alguien que ha descubierto la formalidad que añaden al arte los techos altos buscará un modo de expresión que discurra justa y precisamente a la altura de la vida».