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Estudió Arte Dramático en Valencia durante apenas un año. No podía compaginarlo con su trabajo en una caja de ahorros. Cuando dejó esa profesión y ... se fue a Madrid, Miguel Narros, su padre teatral, le dijo que eligiera bien los textos y los directores sin pasar por una escuela. Desde entonces han pasado 40 años y Juan Gea acumula papeles en televisión, cine y teatro. Con esta última disciplina estará hoy y mañana en el cierre del ciclo Talía, protagonizando la obra ¡'Descarados'!. basada en un texto de Dario Fo.
-Presentan '¡Descarados! como una comedia «de hoy, fresca, directa y popular»
-Así es, porque son las claves del teatro de Dario Fo; fresco, popular y muy al día. Esta función es una locura; cuando ya crees que no pueden pasar más cosas, ocurre algo más gordo. Es una comedia disparatada, con circo, clown casi, un poco de todo, a partir de la desaparición de un personaje importante.
-El argumento sigue vigente aunque la historia original se remonta a 1981
-Absolutamente. De una manera terriblemente cómica y muy loca, pero se tocan temas como la alta política, la economía, la iglesia, el estado... Cuando estrenamos en Valencia vino a verla la nieta de Dario y la función le encantó. Cogemos retazos de cierta actualidad y vemos si los podemos encajar, que según lo que nos contaba es lo que hacía su abuelo, revisando todos los días los periódicos. El público desde el principio está riendo hasta el final.
-El protagonista, al que no se pone un nombre concreto, podría ser cualquiera de la actualidad. ¿Significa que hemos normalizado que la corrupción sea el pan de cada día?
-No debemos normalizar, pero sin querer, siendo la gente de la calle los que menos culpa tenemos de ello, ocurre. Tenemos culpa cuando votamos, pero si no, no somos nosotros quienes hacemos los manejos. Desgraciadamente ha estado normalizado siempre y ahora quizá se destapa más. Hay una crítica mordaz a todo eso en la obra; a la forma de funcionar como sociedad y al poder de los grandes cargos.
-Cuando se metió en el papel ¿lo hizo pensando en un nombre concreto?
-No puedo desvelarlo aunque el público puede darse cuenta. No se trata de imitar, sino de coger las claves, ciertos tics de este cierto personaje para aplicarlos. Fue así desde el principio, porque el personaje central sabíamos quién iba a ser y se hizo en base a eso.
-¿Si uno no puede cambiar la realidad es mejor reírse de ella?
-Eso es lo que tenemos que hacer, lo cual no quiere decir que no nos haga daño. Nosotros, España, todo el Mediterráneo, tenemos una capacidad muy grande de reírnos de nuestras propias penas, lo cual no les resta importancia, pero si la puedo pasar riendo, mejor que llorando.
-El reparto tiene la peculiaridad de haber trabajado todos juntos en una obra previa; 'Por Los Pelos', con la misma dirección.
-De hecho estuvimos en Santander con esa obra, en la que hay un crimen y el público decide cómo acaba. Es el mismo reparto, más Víctor Díaz. Nos conocemos, hemos trabajado tanto juntos...De hecho seguimos haciendo 'Por los pelos'. Recuerdo que la leí y me pareció muy divertida, pero creí que no podríamos hacerla porque sobre el escenario nos iba a dar la risa viéndonos unos a otros.
-Ha sido más complicado montar esa comedia que un drama shakespeariano.
-Ya te digo. ¡Había trozos que era imposible superarlos!
-En aquella obra había un asesinato y en esta un intento de secuestro. ¿Todo cabe en la comedia?
-Todo. Absolutamente todo.
- Hizo el 'Rey Lear', pero quiere repetir con un papel desde otro momento vital.
-La hice cuando era un chaval, dirigida por Miguel Narros en el año 82. Un espectáculo que duraba 4 horas, con un montaje muy desnudo. Esa función se me quedó muy grabada y mi ilusión siempre ha sido repetir esa función pero esperando tener la edad para hacer de Rey Lear. Y creo que ya la tengo (ríe). Me parece una locura de personaje.
-Mirando con esa perspectiva, ¿qué otro personaje recuerda ahora con más cariño?
-Acabo de vivir una experiencia en Madrid con 'Variaciones enigmáticas', que narra un encuentro entre un premio Nobel que vive aislado del mundo y un periodista al que ha permitido que le haga una entrevista. Es una maravillosa función que hice hace 22 años con Jesús Puente, que hacía de escritor y yo de periodista. Fue lo último que hizo tras volver al teatro tras sus años en televisión y antes de morir. El personaje del periodista me costó y la obra la he tenido en la cabeza siempre. Lo comenté con Román Calleja, de Santander, y justo hace un año y pico me planteó hacerla pero en el otro papel. La perspectiva del tiempo y la experiencia te dan la posibilidad de entender muchas cosas.
-Esta profesión suya es una de las pocas donde se valora y respeta la suma de años y de experiencias.
-Es que para trabajar con los personajes tienes que averiguar su psicología, entender por lo que han pasado. Conforme tú vas viviendo y vas teniendo tus propias experiencias, lo vas viendo desde otro punto de vista. Es muy importante para ahondar más en sus vivencias.
-Nos decía Ramón Fontserè que estuvo en Talía la pasada semana, que sobre el escenario, el actor es el rey absoluto del momento. ¿Otorga sensación de poder?
- Hay veces que sientes algo muy especial. Ese tirarse a la piscina en el que lo hagas bien o mal, eres tú quien está ahí, con el público enfrente, con una corriente de energía que es real. A veces sabes que te saldrá mejor otro día. Pero hay momentos, ciertas secuencias y ciertas obras en las que sí que te sientes muy poderoso: yo marco aquí el silencio, voy a trasladar al espectador lo que necesita para sentir esta emoción, ahora se la cambio. Es un juego y tiene un poder muy fuerte.
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