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Encontrarse por el público siempre le aporta algo. «Y eso que a veces estás harto de contar todo el rato los mismos detalles, sobre todo porque soy de los que creo que las películas no deben ser explicadas, pero también es bonito encontrarte con la ... gente y en más de un coloquio me han hecho preguntas o comentado aspectos que ni yo mismo había pensado. Además soy de los que cree que para un director las películas no se acaban en la sala de postproducción». Ayer Oskar Alegría (Pamplona, 1973) volvió a compartir confidencias y hablar de su oficio con los espectadores de una nueva sesión que el Cine Club Santander organizó en la sala Los Ángeles. Previamente se proyectó 'Zumiriki' su segundo largometraje y «una película a la que tengo un gran cariño por todo lo que significó para mí», explica.
Y ese significado va del lugar donde pasó los veranos de su infancia, una isla que ha quedado sumergida en el río Arga en Los Pirineos a Venecia. Y es que la película tiene un alto componente personal hasta en el título, una de esas palabras en euskera que había quedado en desuso y que se expresaba para denominar a las islas que se forman en medio de los ríos. «La primera vez que la escuché fue a mi padre que se dedicaba a recoger palabras en euskera que ya apenas se utilizan y hacer sus propios diccionarios. Antes si buscabas zumiriki en google apenas salía nada ahora ya hay cientos de entradas», explica.
La película, un documental, que estrenó en 2019 es una aventura en la naturaleza que mira continuamente al pasado y para la que Alegría se refugió durante cuatro meses en una cabaña en una zona pirenaica acompañado solo por un par de gallinas, un huerto y 70 libros. «La verdad es que había soñado muchas veces esa película y por eso la hice, fue un sueño repetido», explica En ella se presenta como un Robinson Crusoe en plena naturaleza. El filme llamó la atención del Festival de Venecia que la seleccionó en 2019 para participar en la sección 'Horizontes'. «Fue algo increíble porque no tenía mucha ambición con esta película y jamás pensé que un trabajo con tan poco presupuesto y realizada en un pequeño rincón de Los Pirineos llamaría la atención del Festival. Tal vez fue por la relación de esa ciudad con el agua», indica.
LAS PELÍCULAS
SU CINE
Pero este documental no podría entenderse sin hablar de su primer largometraje, 'La casa Emak Bakia', que lo llevó tras la casa en la costa vasca donde Man Ray rodó una película con el mismo nombre. Las películas son independientes, pero según el cineasta, comparten los mismos vasos comunicantes. «El cine es un arma poderosa para hacer que las cosas revivan, que no se olviden». En 'Zumiriki' está el recuerdo al lugar y a esa palabra que acuñó su padre en el diccionario y en el viaje en busca de 'Emak Bakia' se rememora también ese espacio que Man Ray plasmó en su película, una casa que sólo aparece en tres planos: su puerta principal, dos columnas de una ventana y un trozo de costa cercana y cuyo nombre no figura en ningún archivo.
Las dos películas son en realidad dos viajes, sobre todo interiores y resume muy bien la manera de hacer cine de este director. «No sabría muy bien definir mis películas, pero me gustó mucho lo que dijo Alberto Barbera el director de la Mostra de Venecia sobre 'Zumiriki'. Dijo que era la película más inclasificable del festival y siento que eso de alguna de las formas las define porque creo que lo que no se puede clasificar sorprende y esa es mi intención».
Sobre el cine y sus crisis, agravadas ahora por el covid, no tiene una postura muy clara. «No tengo ni idea de que va a pasar con el cine porque soy de los que conozco más el pasado y en base a a eso te diría que el cine, aunque parezca una paradoja, está más vivo que nunca». Lo está por las plataformas audiovisuales, una salida a la que no renuncia porque como en las salas «hay de todo tipo, están las plataformas más generalistas y comerciales, pero también hay un buen número más pendientes del cine independiente». ¿Y cómo se puede llegar a Venecia con tan poco presupuesto para hacer una película?». «Teniendo muchos amigos que colaboran contigo», asegura sin dudar.
Ahora está a punto de terminar dos encargos, uno para el Museo de Pamplona y otro sobre el pueblo vizcaíno de EA.
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