Un cine de barrio con vocación global

Una propuesta de cambio y crecimiento; «De dos o tres películas se pasa a diez, con contenidos más variados adaptándonos a los tiempos», explica Pérez. Películas pensadas para todos los públicos, manteniendo el cine de autor que fue seña de identidad de los Groucho, pero añadiendo otro tipo de contenidos. «No vamos a poner solo cine comercial llegado de Estados Unidos, pero hay grandes películas americanas que merecen un lugar», destaca.

El de Santander es el cuarto espacio que abre Cines Embajadores, que comenzó su andadura en Madrid hace cuatro años, con un proyecto que partía de una premisa clara: de volver a los barrios y al centro de las ciudades el mejor cine.

Barquín es organizador del Festival de Cine de Santander y una de las cosas que más le han sorprendido en esa aventura paralela es «la respuesta del público», con una ocupación del 89% de media en las actividades que plantean. Un elemento clave para decidirse a dar el paso y asumir el proyecto con Embajadores Santander. «El público de la ciudad, cuando le ofreces algo, responde y funciona fenomenal».

De hecho, plantean sinergias entre la cadena de cines y la cita cinematográfica asentada ya en la ciudad, con figuras de primer orden acudiendo a las proyecciones, coloquios y entregas de premios. También con la Filmoteca, cuyo trabajo valoran, especialmente en la figura de su director Christian Franco. «Todos cabemos y debemos hablar entre nosotros», afirman. En números, esperan alcanzar los 25.000 espectadores en su primer año.

Coincide Pérez con el nivel del público, que además se ha mantenido en el tiempo. Pone como ejemplo su experiencia en Oviedo, donde Embajadores abrió en abril del año pasado, tras más de quince años sin salas en el centro de la ciudad «y está costando que la gente vuelva a esas películas de autor, europeas, porque se ha perdido esa costumbre». En materia de oferta «Santander no está tan escaso como otras ciudades de España», valora Pérez. El trabajo que se realiza desde Los Ángeles también se menciona como ejemplo. En el caso de Embajadores Santander, uniendo la programación de las tres ciudades, uno de los aspectos que cambiará será que ya no solo se proyectarán películas que se ven en exclusiva en sus salas «algo que cierra muchas oportunidades». También se podrán sacar las entradas a través de la página web (cinesembajadores.es/santander), pagar con tarjeta de crédito y sí, comer palomitas. Sin dejar de lado la atención personal a quienes recurran a las taquillas.

Cultura accesible

Su plan es abrir las puertas con una programación que se extienda a lo largo del día. «Que las abuelas que no tienen coche traigan a los nietos, que puede parecer una tontería, pero es muy importante» incide, exponiendo su visión de una cultura accesible y para todos los públicos. «Queremos favorecer la convivencia entre todas las edades y perfiles». Romper esa dinámica que se ha asentado en las últimas décadas de tener que salir de la propia ciudad a la periferia, acudiendo a centros comerciales si se quiere disfrutar de la experiencia en pantalla grande.

En esta primera etapa se cambiarán «algunos detalles». Más adelante, están pensando en ampliar las instalaciones. La actual sala 2 se dividirá, aprovechando el espacio de la parte posterior, utilizado previamente para proyectar. «Haremos algo más recogido, que ganará en pantalla, en imagen y sonido». Además, esa tercera sala se podrá alquilar para eventos, proyecciones de colegios, pases privados... como ya se hace en Madrid y Oviedo. «Queremos que tenga vida durante todo el día, que sea un centro vivo, para mucha gente». Ya están en contacto también con una compañía de teatro para plantearles realizar representaciones en ese espacio, que también serviría a los cortometrajistas interesados para estrenar sus trabajos. También programarán encuentros con el cuerpo técnico de algunos filmes, que sirva para establecer relación con el audiovisual cántabro «que ha crecido mucho, para intercambiar talento». Que sientan Embajadores Santander como un espacio propio.

También se plantean replicar las proyecciones de óperas o las matinales para niños autistas en condiciones óptimas para que puedan sentirse cómodos viendo películas de animación o las llamadas Sesiones Teta, para las madres lactantes. «Se pueden hacer tantísimas cosas…», enfatiza Pérez.

Para los espectadores, tienen un mensaje inicial: «Que tengan paciencia», bromea Pérez. «Todos los cambios se irán haciendo, pero Zamora no se ganó en una hora» y la evolución será progresiva. Ambos, cinéfilos confesos, en este momento de cambio de guardia, destacan el trabajo de José Pinar «su gusto por el cine y su trabajo por y para él» y el cariño que se ha granjeado entre el público. Pinar, por su parte, que también se pasó por la sala en este día de transición, tiene previsto escribir un segundo libro a partir de sus vivencias y conocimientos cinéfilos y además de agradecer «el trato de todos estos años», se mantendrá en contacto con el sector audiovisual.

Mientras los planes poco a poco van aterrizando, en su mente se dibujan las múltiples posibilidades del reconocible pasillo de acceso al cine, del que se confiesan «enamorados». Ese que ahora dará la entrada al público amante del cine, con las mismas ganas, bajo un nuevo nombre. Embajadores Santander está en marcha. Ocupen sus butacas.