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Literatura e historia convergen en 'Tengo miedo torero', la última película del cineasta Rodrigo Sepúlveda (Santiago de Chile, 1959), que el realizador estrenó el pasado sábado en Europa dentro de la Semana Internacional de Cine de Santander (SICS), que en su quinta edición dedica su ... sección 'Puentes Iberoamericanos' al país sudamericano. La de este fin de semana fue la segunda ocasión en la que el creador pudo ver en una gran pantalla el largometraje, que narra la historia de amor entre un solitario travesti y un joven guerrillero durante la dictadura de Pinochet, debido a que tuvo que estrenarse por 'streaming' debido a la pandemia.
-¿Cómo vivió el estreno europeo de 'Tengo miedo torero' el sábado en la SICS?
-Ha sido una experiencia doblemente gratificante. Esta película la estrenamos en Chile en plena pandemia y el sábado fue la segunda vez que se proyectó en una gran pantalla y pude verla con público en la sala. Así que, además de ser el estreno en Europa, poder compartirla con el público fue muy emocionante.
-¿Qué respuestas recibió del público cántabro?
-Fue muy hermoso, y eso es lo bonito de ver películas con gente en la sala, que hay momentos en los que se emocionan, otros en los que ríen... Sentí que seguían la película, que estaban muy metidos en ella, y hubo un aplauso muy bonito al final.
-El cuenta una historia muy peculiar...
-Sí, habla de una época muy especial de Chile y de un momento muy relevante, como fue el atentado que hubo contra Pinochet en plena dictadura. La película, que toma su nombre de una canción que cantaba Sarita Montiel en los años 50 en España, cuenta la historia de un amor imposible entre un viejo travesti y un joven guerrillero, así que se puede decir que es algo que se sale fuera de lo común y creo que eso es algo que el público agradece mucho.
SANTANDER
-Los protagonistas son personajes de la periferia social. ¿Por qué le interesan sus perfiles?
-Son dos personas muy marginales. El viejo travesti lo es en un país como Chile, en el que la homosexualidad estuvo penada por ley hasta el año 1999, y que lo estuvo todavía más durante la dictadura, así que es un personaje que está muy solo y aislado. El guerrillero entra clandestinamente en el país para el atentado, así que la película, en el fondo, es una historia de amor imposible entre estas dos almas solitarias. La posibilidad de que ese amor pueda funcionar es lo que más me gusta, y lo que creo que dota de una pulsión muy especial a la película.
-No poder estrenar la película debió de ser duro. ¿Cómo ve la situación del cine tras el efecto de la pandemia?
-Dentro de lo desastroso que fue tener que estrenar durante la pandemia, en la que las salas estaban cerradas y tomamos la decisión de hacerlo por internet, la sorpresa fue que tuvo un éxito gigantesco. La primera noche hubo 200.000 personas viéndola. Lo más bonito es que como solo se necesita una conexión, la película se vio en lugares donde ni siquiera hay cines. Después nos escribieron desde pueblos aislados y lugares remotos donde la habían visto, y todo eso fue un auténtico premio. Sobre todo teniendo en cuenta que en Chile las salas de cine no han vuelto a abrir hasta la semana pasada. Han estado dos años enteros cerradas y ha sido un periodo muy duro para todo el sector audiovisual y para el del teatro.
CRÍTICA SOCIAL
-Un motivo más para disfrutar de su paso por Santander, ¿no?
-Mucho. La verdad es que hace que no veía tanta gente junta hace un año y medio.
-Este año el cine de su país es uno de los grandes protagonistas de la SICS. ¿Qué le parece?
-La de venir aquí fue una invitación sumamente especial. Venir a España ya era un placer, pero además yo no conocía Santander y estoy maravillado con esta ciudad. Creo que aquí hay que filmar muchas películas, que debería ser una capital del cine del norte de España porque es un lugar tan hermoso como interesante, una ciudad con cultura, con historia y con historias. En solo dos días he conocido aquí a gente sumamente interesante, es llamativo.
INDUSTRIA DEL CINE
-Volviendo a su película, tiene un importante trasfondo de crítica social. ¿Era su objetivo?
-Sí, es una película compleja. Hay un factor destacado que la izquierda, la chilena, la latinoamericana y la mundial, no toca ni ha querido tocar nunca, como es el hecho de que haya sido bastante homofóbica. En los años 80 los homosexuales no existían para la izquierda. La historia no solo habla de Pinochet. Hay una cita de la novela de Pedro Lemebel, en la que está basada la película, en la que uno de los personajes dice: «Cuando hagan una revolución que nos incluya a nosotras, las locas; avísame, que yo seré el primero en la fila».
-La industria del cine ha vivido una transformación radical en los últimos años. ¿Cómo valora este cambio?
-Aunque el estreno por 'streaming' fue maravilloso, yo defiendo y me quedo con la experiencia conjunta de ver cine en las salas, a oscuras, en silencio, sin celulares ni distracciones. Esa conexión que surge entre la comunidad de espectadores es una magia única. Más allá de eso creo que no hay que negarse a nada, son experiencia distintas y los jóvenes cada vez tienden más al consumo en casa a través de internet. En el fondo, mientras sigamos contando historias y emocionándonos da igual el tipo de plataforma en el que lo hagamos.
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