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Jonás Trueba (Madrid, 1981) será uno de los protagonistas este sábado de la jornada 'Economía de un rodaje. Elabora tu plan de financiación' que se celebrará en la Filmoteca en la calle Bonifaz. Además, a las 17.30 horas, mantendrá un coloquio con el público ... y les presentará su última película 'La virgen de agosto'. El hijo de Fernando Trueba ha construido una trayectoria singular en el cine español: por la manera de contar, por el tono y los referentes de sus obras.
–Define sus películas como ilusas. También su productora se llama así. ¿A qué se refiere?
–Es una filosofía de trabajo. Hasta ahora he trabajado en mis películas con el mismo equipo de personas y creo que hemos construido juntos una poética del trabajo. Nuestras películas respiran de una forma particular y genuina porque están hechas con un gran cariño y una gran ilusión.
–'La virgen de agosto' es su quinta película. ¿Mantiene la misma ilusión que en sus inicios?
–Si no no seguiría trabajando en esto. Esa idea de las películas ilusas para mí tiene mucho que ver con algo muy propio del cine que es despegarse de la realidad. Son trabajos un poco idealistas. Somos muy conscientes de las limitaciones que tenemos y del mundo en que vivimos y de que nos ha tocado hacer cine en un país como este, con lo bueno y lo malo que esto tiene. Sabemos que tenemos que trabajar bajo unas circunstancias y en una realidad concreta pero intentamos hacer películas que, de alguna manera, sobrevuelen esa realidad.
–Ahora para ver muchas películas hay que abonarse a una plataforma digital. ¿Cree que esta forma de ver cine le resta magia?
–Sí, alguna forma se quita esa magia y lo compruebo cada vez que me toca ir a presentar alguna película a una sala. La primera emoción la percibo al ver a la gente allí sentada. Sólo el hecho de saber que el público ha salido de su casa y que ha comprado una entrada para verla a una hora determinada, me parece un gesto mucho más fuerte, valiente y emocionante que el que hayan visto mi película porque la tenían al alcance del mando a distancia. También creo que incluso una mala sala de cine tiene un gran encanto. Las películas que hacemos nosotros están pensadas para ese tipo de experiencia.
–¿Y cómo espectador?
–Algo parecido, y eso que soy el primero que en mi casa veo muchas películas en estas plataformas como Filmin o MUBI que son súper valiosas. Pero creo que si al final la única posibilidad de ver cine estuviese sólo en esos medios perdería esa ilusión de la que hablábamos antes.
–¿Entonces como director no se está viendo obligado a adaptarse a ese nuevo formato?
–Claro que tenemos que adaptarnos y trabajar con las nuevas herramientas del cine. Pero reconozco que soy un poco conservador. A mí una sala de cine me sigue mereciendo la pena igual que una librería o un tipo de bar. Soy el primero que quiero que se conserven, pero cuando no es así, lo acepto con resignación porque se que el mundo avanza, aunque me inquieta.
–Estamos en plena temporada de premios del cine español. Hoy se hará entrega en Alcobendas de los Feroz, la semana pasada se concedieron los Forqué y en breve se darán los Goya. ¿Qué opina de estas ceremonias y tanta alfombra roja?
–La gente del cine estamos demasiado sometidos a esta invención de galas y premios. A veces me preocupa la imagen que damos y que casi siempre que se habla de actores o directores estemos saliendo de una de esas alfombras rojas, vestidos con una ropa muy cara y subiendo a dar y recoger premios como si fuéramos futbolistas. Me preocupa que al final se hable más de eso que de las películas propiamente. Reconozco que soy bastante crítico y que intento vivir bastante ajeno. Estas galas son una distracción tanto para los creadores como para el público que acaba llevándose una imagen del cine que es falsa.
–Ahora que habla de imagen. ¿Siente que los directores y actores españoles están poco valorados por el público de este país?
–No creo que haya mala imagen del cine español. Supongo que será dependiendo de a quien se le pregunte. Podría estar de acuerdo en que hace unos años había cierta sensación de deriva ideológica de los cineastas, pero el hecho es que la gente sigue consumiendo cine español. Me parece que esa sensación no era real. A lo mejor en esto también soy un iluso.
–No hemos hablado de 'La virgen de agosto' que va a presentar este sábado en Santander y que trata de una chica que decide quedarse en Madrid ese mes en el que todo el mundo huye de la ciudad. ¿La Consejería de Turismo no le ha propuesto para un premio?
–(Ríe) No, no, claro. Pero la verdad es que yo tampoco tengo una vocación de mostrar un Madrid turístico, más bien al contrario. Intento mostrar otra esencia. Estoy feliz de ser madrileño, pero ha sido por azar. Yo no lo he elegido. Mi relación con la ciudad es muy buena, pero también soy muy consciente de sus defectos.
–También participará, ese mismo día, como ponente en un taller en el que se hablará sobre formas de economizar en un rodaje. ¿Qué consejos ofrecerá?
–Javier Lafuente, que es mi socio en Los ilusos, y yo compartiremos nuestra experiencia y cómo hemos ido aprendiendo sobre la marcha ajustando la producción a lo que la propia película quería decir.
–¿Se puede ser un buen cineasta sin pasar por la etapa del cortometraje?
–Sí, y existen varios casos. Y me parece bueno comprobar que hay gente mayor que llega al cine o que proviene de otros campos como la pintura, la literatura o el periodismo. Me parece sano para el cine que nunca debería de perder la vocación de ser un lugar de llegada para otras disciplinas artísticas.
–Si le pido que me recomiende una película para ver este fin de semana. ¿Cuál sería?
–El problema es tener que reducir el cine a lo que está en la cartelera ese fin de semana. Este ha sido una año de películas interesantes. Una que he visto hace muy poco y que me ha encantado es 'Retrato de una chica en llamas', una película francesa de Céline Sciamma. Lo histórico y lo contemporáneo conviven de una manera muy especial.
–¿Y usted está rodando algo?
–Tengo proyectos, pero no suelo contarlo porque ni yo mismo se lo que estoy haciendo hasta el mismo momento del rodaje.
–¿Siendo hijo de Fernando y sobrino de David Trueba era inevitable que se dedicase al cine?
–Supongo que era no inevitable, pero lo cierto es que la cercanía con el cine se me contagió y desde pequeño pienso en películas.
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