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Ashkal. 2022. 94 min.Túnez. Dirección: Youssef Chebbi.Guion: François-Michel Allegrini, Chebbi. Reparto: Fatma Oussaifi, Mohamed Hassine Graya, Aymen Ben Hmida, Rami Harrabii.Música: Thomas Kuratli. Fotografía: Hazem Berrabah. Género: Drama/ Thriller. Salas. Groucho.
En su ocultamiento y desvelo a fuego lento crece una ... manera de mirar. Es un filme de oquedades, silencios, huecos, resquicios. Su escenario primordial es un conjunto de solares que hacen del vacío un hábitat particular. En suspensión, como la propia ficción.
La trama principal es de thriller, criminal, como de asesinatos en serie, muertes enigmáticas y con un poso hondo de horror, terror y latigazo sobrenatural. La historia, la manera de adentrarse en ella y la sensación que capta el espectador refieren tanto un mundo en construcción como en demolición. 'Ashkal', su título original, aquí alimentado por el añadido innecesario y explícito de 'los crímenes de Túnez', se abre con un preludio al que sigue un travelling sobre una de esas fachadas de edificios detenidos en el tiempo, con la estructura a la intemperie sobre la que se cierne una sombra sospechosa.
El resto, metafóricamente o no, está vertebrado por dos inspectores que son el factor humano de una investigación a ciegas que participa de la noche, de la oscuridad, de los espacios sin habitar como una declaración de principios. Youssef Chebbi, el cineasta tunecino, director de 'Black Medusa', firma su nueva película que va abduciendo al espectador con un ritmo, cadencia y mirada sobre las cosas que invitan a sumergirse en un misterio que tiene tanto de racional fundamento como de sobrenatural resolución. A Chebbi, bien apoyado en un largo reparto en el que sobresalen los dos intérpretes/detectives, Fatma Oussaifi y Mohamed Hassine Graya, esta trama de supuestas inmolaciones, crímenes inesperados, parajes desolados y pasados muy oscuros, le sirve para abordar también cuestiones que forman parte de la intrahistoria de la sociedad que cobija los hechos.
El clasismo, el poder en todas sus formas, un cierto tono feudal de fondo, 'Ashkal' es también una pieza de fantástico que aflora en una geografía fallida, un frustrado barrio de lujo. Hay entre cadáver y cadáver un relato inválido, que discurre entre lo callado y lo tapado, tras el cual la cinta deja aflorar un gran incendio político: el de la corrupción, el de las delaciones. Es en ese terreno, en el de mezclar un horror real con otro mágico y taumatúrgico, donde la cinta logra elevarse más allá de los limites de género e incluso de esas comparaciones con el cine de Fincher con las que se ha encasillado su película.
Perturbación e intriga en la apariencia y por debajo una disección de las desigualdades, de la revolución aplazada, el fanatismo y el odio a las mujeres. Las llamas prenden la denuncia y lo extraño resulta más cercano que nunca.
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