Alas cortas, vuelo bajo
'Los Ángeles de Charlie' | Dirección: Elizabeth Banks; Género: acción; Salas: Cinesa y Peñacastillo
Guillermo Balbona
Santander
Lunes, 23 de diciembre 2019, 15:36
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Guillermo Balbona
Santander
Lunes, 23 de diciembre 2019, 15:36
Si a 'El irlandés', por ejemplo, no le sobra ni un minuto de sus cerca de cuatro horas, a buena parte de la gran industria ... de un Hollywood abducido por reboots, remakes, adaptaciones superfluas, spin-off y más franquicias y sagas que cadenas de hamburgueserías, le sobran casi todos. Es lo que le sucede a la renovada y maquillada nueva traslación de la teleserie de los setenta 'Los Ángeles de Charlie'. Esta reaparición, amparada en un empoderamiento y feminismo de brochazo que da vergüenza ajena, vuela muy bajo y muestra sus alas cortadas por un guion tan banal y manoseado que convierte cualquier amago de agitación en otra demostración más de cine-fórmula vulgar.
Es difícil encontrar una razón que justifique este regreso desangelado, con perdón, envuelto en una aventurilla de espionaje que parece subvencionada por una agencia de viajes y donde lo más emocionante y excitante es tratar de adivinar es averiguar cuál es el próximo destino de nuestras aguerridas, charlatanas y cómplices amigas que, por si fuera poco, se limitan a imitar y asumir todas las funciones, modismos y gestos de lo masculino y del ejercicio machista.
En realidad el enredo infantil de espionaje industrial, dobles agentes y amenaza global está presentado a través de un montaje episódico de minutos musicales en los que suena Ariana Grande, Miley Cyrus o Lana Del Rey. Elizabeth Banks (Dando la nota: aún más alto), cocinera antes que fraile, toma las riendas del material como si fuese una diosa de la autoría y se hace cargo de la dirección, del guion, es además coprotagonista y produce la cosa hasta que le explota en la cara. Algunos diálogos y situaciones salpicadas de pseudotransgresiones tímidas no ayudan precisamente a elevar las pretensiones de este juguete roto disfrazado de militancia, pero que a la hora de la verdad parece un 'Mujercitas' de usar y tirar. Su trama, una misión imposible muy posible, es mera exposición funcional y el juego de malos y buenas y viceversa, no da ni para un reality.
Lo peor es que el tono #MeToo que trata de imprimirse al trasfondo angelical es mera excusa y nunca se toma en serio con la radicalidad y entereza necesarias. Kristen Stewart, que pasaba por allí, no encaja en este conglomerado de chistes, peleas y artefactos. Muchas veces ridícula, siempre rutinaria, es un pasatiempo con ínfulas, hinchado pero vacío. Lo cierto es que si se trataba de poner en pie un grito de reivindicación en el epicentro de lo mainstream bastaba con qu la sororidad y el empoderamiento de los personajes se tradujera haciendo desaparecer a ese tal Charlie, invisible, pero símbolo del poder del patriarcado.
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