Amar en La Provenza
Filmoteca de Cantabria ·
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Una ópera prima madura que reflexiona sobre las relaciones sentimentales con tanta capacidad visual como ansias de revelaciónEl espíritu de la nouvelle vague es inagotable. Y pulula con decidida referencia estética y casi emocional por filmes como el que nos ocupa que apuestan por un intimismo social, entre el leve retrato generacional y el soplo al corazón de las nuevas/viejas relaciones ... sentimentales. Parejas, exparejas, reencuentros en el tiempo, el debut de Marion Hill alude al poliamor, la revelación inesperada de la sexualidad, la sensualidad candenciosa y las segundas oportunidades.
País EE UU / Francia
Año 2021
Dirección y guion Marion Hill
Reparto Idella Johnson, Hannah Pepper-Cunningham, Lucien Guignard, Sivan Noam Shimon
Género Drama
Hay una mezcla no explotada del todo pero muy madura en la visión de esta ópera prima: la de combinar la inocencia y su pérdida continua con un naturalismo que mezcla serenidad, inquietud, extrañeza y sorpresa con idénticas dosis. Si hablamos con la vista puesta en algún filme que ha marcado el retrato de intimidad y descubrimiento amoroso enmarcado en un paisaje preciso, determinado, inmersivo: ese título puede ser 'Call me by your name', aunque no hace falta la cita cultural ni ser enrevesado para apreciar la huella de cineastas como Eric Rohmer.
Como una parte del cine español actual, por cierto casi todo firmado por jóvenes directoras, en el caso de 'Ma Belle, my Beauty' prima una clara querencia por alentar la reflexión, escudriñar en la diversidad, alejarse de los cánones y de lo normativo, incentivar esa inseguridad que permite dejar resquicios para descubrir al otro y, por ende, a nosotros mismos. Una introspección que, además, como en las citadas se ampara o asume la coartada de la ambientación, la atmósfera y el paisaje. En este caso la Provenza. Una colisión entre la rotundidad de la belleza y la fragilidad de las criaturas.
Como en el cine de Mia Hansen-Løve caben planos y encuadres entre el realismo y la sugerencia más incisiva. Aquí Marion Hill mima a sus personajes, apuesta por dejar en un segundo plano al hombre y crea escenas íntimas muy valiosas con juegos de miradas, de reflejos, ventanas, plano-contraplano. Lo más destacable, dado que nos encontramos ante una debutante, es ese flujo de libertad, exploración y deseo. Es un filme maravillosamente ligero y luminoso en lo hondo. Algo de la improvisación del jazz fluye en las imágenes entre la vitalidad desprendida de la campiña francesa, la joir de vivre, y ese dolor sin nombrar del todo que atraviesa la sensación de estar viendo todo lo que queda en los márgenes del oficio de amar.
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