Amores que se bifurcan
Los Ángeles (desde el día 31) ·
Una delicada y sutil ópera prima que se eleva en ese susurro que recorre los lugares, las pérdidas, las reparaciones como espejismosSecciones
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Los Ángeles (desde el día 31) ·
Una delicada y sutil ópera prima que se eleva en ese susurro que recorre los lugares, las pérdidas, las reparaciones como espejismosEl tiempo y el amor. El tiempo de amar y el del desamor. Los amores que se bifurcan como en el jardín de los senderos borgianos. 'Vidas pasadas' (título poco agradecido) es una pieza con tacto, delicadamente hermosa y sutil, ajena a urgencias y sobria ... en el difícil equilibrio de las emociones. Más que lo que cuenta –un triángulo sentimental en tres periodos–, es revelador su manejo del tempo, su elección de localizaciones y el uso de los espacios, los paralelismos visuales, incluso ese guiño cíclico que abre y cierra emociones a través de escaleras y estancias. Madura ópera prima, está atravesada por una melancolía elegante y sobria.
País EE UU
Año 2023
Dirección y guion Celine Song
Reparto Greta Lee, Yoo Teo, John Magaro, Jonica T. Gibbs, Isaac Cole Powell
Género Drama
El contraste se revela entre una cámara pudorosa y su capacidad, a su vez, para atrapar estados afectivos que nunca llegan a expresarse del todo. Hay una permanente suspensión entre los personajes y, es ahí, en los vacíos, en las distancias, en las sugerencias y entretiempos donde el filme, paradójicamente, alcanza sus mejores momentos. Celine Song, norteamericana de origen coreano, parece volcar, de forma autobiográfica o no, una mirada de ambas culturas, geografías y épocas. Su película nunca se recrea en lo emocional y opta por sembrar un campo minado donde es fácil reconocerse. Ese manto de oportunidades perdidas, ese irreversible capricho del destino, o el reencuentro que se antoja fuera de sitio. 'Vidas pasadas', que deja claro que las nuevas tecnologías mediatizan y pervierten para lo bueno y lo malo las relaciones (ese intercambio de Skype de la pareja protagonista) estructura el filme en periodos, mientras se suceden las reflexiones, a veces en silencio, sobre el destino, la fugacidad, lo lacerante anclado en el pasado.
Lo sutil y conmovedor nace de aunar el rechazo al melodrama facilón y el imponente juego sensible, primoroso y quebradizo, mezcla de temores, recuerdos y olvidos. Secuencias como la de la espera del taxi, la primera despedida, los montajes de skylines de Seúl y Nueva York aportan más que algunas de las conversaciones de su trío de criaturas. Una despedida suspendida y un deseo detenido, pendiente, son la partida y la meta de una obra que intercambia un tiempo de tristeza y otro de luminosa serenidad. Hay algo minimalista en la entraña con que la cineasta moldea su historia. Se eleva en ese susurro que recorre los lugares, las pérdidas, las reparaciones temporales como espejismos. Y todo discurre entre un preludio sencillo, inaugural pese a ser visto mil y una veces, y un epílogo de silencios, abrazos y no abrazos, plenitudes y oquedades, en uno de los mejores finales del cine reciente.
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