Ampulosa cocción
Groucho ·
Lo indudable es su capacidad para generar toda una coreografía visual. Lo triste es que su apuesta se queda en un menú degustación de virtuosismoSecciones
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Groucho ·
Lo indudable es su capacidad para generar toda una coreografía visual. Lo triste es que su apuesta se queda en un menú degustación de virtuosismoSu punto de ebullición reside en su virtuosismo. El sabor queda subordinado a un emplatado estético, entre la destreza visual y la disección de un microcosmos asfixiante, metafórico en lo social pero tan insistente que se pierde en la desmesura.
Año 2024
País México
Dirección y guion Alonso Ruizpalacios
Reparto Rooney Mara, Raúl Briones, Anna Diaz, Motell Gyn Foster
Género Drama
'La cocina', símbolo, epicentro ... y escenario, empieza como un prometedor pasaje que invita al descubrimiento, se desplaza hacia el menú de degustación y acaba atiborrado de ingredientes. 'The Bear', 'Hambre' y, sobre todo, 'Hierve' son propuestas audiovisuales con las que comparte connotaciones, escenas y factores culinarios y humanos. Pero el filme del mexicano Alonso Ruizpalacios es un banquete encendido, cuyos excesos e hipérboles, mediatizan su apuesta estilizada, su cocción de denuncia social y esa receta coral, panorámica y diversa de las criaturas que confluyen en un restaurante neoyorquino. Lo indudable es la capacidad del cineasta de 'Güeros' para generar toda una coreografía visual en la que se cruzan plano secuencias (uno de quince minutos), escenas de gran intensidad gracias al montaje y una excelente dirección de actores en un reparto que encabezan Rooney Mara y Raúl Briones. El filme es un viaje a las tripas de ese restaurante del centro de Manhattan que sirve al director, especialmente, para mostrar la situación de los inmigrantes latinos. Y convierte ese latido vibrante y, a su vez, dislocado y efervescente, entre fogones donde los personajes sobreviven en un espacio laboral sin respiro.
l blanco y negro –una opción esteticista tan justificada como gratuita– envuelve lo episódico, las anécdotas y las voces y gestos trascendentes pero sin eludir cierta disolución y desfallecimiento del filme en su conjunto. Un blanco y negro salpicado por algunos toques de color (al estilo de 'Rumble fish' de Coppola) caso del azulado encuentro sexual, que aquí resulta caprichoso. Basada en la obra teatral de Arnold Wesker, a 'La cocina' no le hacía falta subrayar lo claustrofóbico, la crítica social, los tropiezos xenófobos, las exhibiciones del capitalismo salvaje campando a sus anchas mediante rasgos de solemnidad y retórica que dejan sin efecto la denuncia del neoesclavismo, la explotación, el racismo. Del otro lado, asoma el multiculturalismo, se detiene en una historia de amor como un brote de cocina tradicional entre platos abigarrados de frialdad, mientras triunfa lo desmedido de la cocción. Sueño y realidad, en una construcción radicalmente visual pero que no puede desprenderse de la sensación de ejercicio virtuoso que convierte el fondo de la cazuela comprometida en un envase excéntrico.
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