Arquímides es el héroe
Cinesa y Ocine ·
El exceso, lo aparatoso y la confusión invitan al desorden en el nombre de Indiana. El hermoso final vale de redención y perdónSecciones
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El exceso, lo aparatoso y la confusión invitan al desorden en el nombre de Indiana. El hermoso final vale de redención y perdónNo es Indiana ni Harrison los que presentan fecha de caducidad, sino un sentido de la aventura aferrado a un billete de agencia de viajes y a un reiterado esquema. Se ha hablado tanto de despedida, de testamento, de adiós a la tarea del héroe ... que al final se ha olvidado que la dignidad es el mejor argumento. En 'Indiana Jones y el dial del destino' caben muy buenas ideas, material diluido, malas copias, pomposidad desmedida y ruido. Entre un arranque espectacular que devuelve el paladar de los mejores momentos de los tres primeros 'Indys' y un final hermoso, hay una desmayada y cansina insistencia en exprimir la nostalgia.
País EE UU
Año 2023
Dirección James Mangold
Guion Jez y John-Henry Butterworth y Mangold
Reparto Harrison Ford, Mads Mikkelsen. Phoebe Waller-Bridge
Género Aventura
Manda el exceso sobre la finura. Lo aparatoso sobre la elegante pose del héroe que sabe que puede perder pero que nunca pierde la perspectiva. Funcionan esas paradas reflexivas del Ford que parece mirarse en el espejo del arqueólogo. Como si la más valiosa y auténtica de las piezas fuera su propio pasado. Pero resulta agotador ese catálogo de persecuciones y peleas con más barullo que frescura. James Mangold, cineasta muy sólido narrativamente, director de 'Copland', se muestra a menudo atorado como si la responsabilidad o la propia sombra de Spielberg pesara demasiado. Sobra grandilocuencia y falta chispa. A veces incluso todo es un agitado cúmulo de enredos y juegos opuestos, tuya-mía, pero el asombro se antoja también otra deseada reliquia. Es cine amasado por todo el potencial tecnológico (el impostado rejuvenecimiento de Ford) pero a la hora de hornear todo adquiere una masa uniforme con sabor envasado.
Este Indiana de dial finalista hubiera ganado depurando su metraje y se hubiese elevado de haber aprovechado esa delgada línea que atraviesa el pasado, su recreación, su revisitación entre la ucronía y la grieta temporal. El cine del presente parece temer la pausas. Y la aventura en lugar de física se convierte en correcaminos afectado con pasaporte todo vale. Y Mangold, que incluye muchas referencias a los precedentes de la saga, no logra que formen parte, cruel paradoja, de esa máquina del tiempo que en realidad es su película y, por supuesto, toda la historia del cine. El héroe es Arquímedes. La sorpresa agradable es Phoebe Waller-Bridge, una especie de Hepburn 3.0 y, por supuesto, siempre nos queda Indy tan sabio como torpe, tan indeciso como visceral. Y luego está el final. Redentor. Gracioso y lleno de gracia. Deslumbrantemente sencillo. Como negando y cegando lo visto y no visto en ese fundido en negro del cine que alumbra todas la despedidas.
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