Del artificio al rostro
Bonifaz. Filmoteca de Cantabria ·
Un pulso entre la normalidad, la sangría del horror y el pánico ante una amenaza que adquiere la categoría de inevitable por cercana. Lo real vence a la técnicaEn un ciclo monográfico sobre un cineasta no pueden faltar nunca sus palabras, más allá de interpretaciones y miradas subjetivas. Richard Fleischer, nombre propio de ... la Filmoteca de este verano, logró en 'El estrangulador de Boston' uno de sus filmes más completos, representativo de una equilibrada puesta en escena y de una sobriedad y madurez en los momentos de mayor tensión.

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Año 1968
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País EE UU.
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Dirección Richard Fleischer
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Guion Edward Anhalt
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Reparto Tony Curtis, Henry Fonda, George Kennedy, Mike Kellin
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Género Thriller
Con el tiempo las cuestiones de estilo, las interpretaciones y la mezcla serena de géneros y tonos, ha dejado su huella más profunda. Sin embargo, en ocasiones se ha hablado más de elementos técnicos que al propio director de 'Los vikingos' le seducían casi más que la historia. «Este proyecto me ilusionaba enormemente por el desafío técnico que me impuse después de mi visita a la Exposición Universal de Montreal en 1967. Cuando vi las proyecciones de pantallas múltiples me di cuenta del enorme potencial de esta nueva técnica para el lenguaje cinematográfico», confesaba Fleischer. Sin embargo, el guion de Edward Anhalt y la presencia de Tony Curtis, quizás en el papel más inusual y, a su vez, más lúcido de su trayectoria, fueron los verdaderos pilares de la cinta arriesgada en su retrato psicológico y eficaz en su potencia narrativa.
El Boston de los años sesenta, escenario y casi personaje, constituye la referencia icónica de la crónica negra norteamericana: El caso real de trece mujeres asesinadas por Robert de Salva que para su traslación a la pantalla tiene su punto de partida en la adaptación de un libro de Gerald Frank que reconstruye la investigación. Lo importante del filme es esa combinación de recreación, mirada documental, distanciamiento, crónica objetiva pero, al tiempo, imaginativa aportación que no colisiona con una sensación de realismo puro y duro. Un pulso entre la normalidad, la sangría del horror y el pánico ante una amenaza que adquiere la categoría de inevitable por cercana. Frente a aquellas multipantallas en determinadas secuencias que tanto atrajeron al cineasta, la película toma cuerpo y verdad cuando lo humano queda exento del artificio. El peso histórico de la televisión, lo documental, el foco del detective, el miedo colectivo a lo 'Furia' de Lang, la enfermiza sospecha son elementos que crecen en el filme, mientras en cada una de sus partes asoman acontecimientos históricos a través de los televisores. Frente al exterior, el espectador asistirá a la visibilización del rostro del mal.
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