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El asombro del cine
Groucho. Mañana sábado. Ciclo aniversario ·
Scola, como hizo primero con una terraza y después con un salón de baile, cuenta el mundo a través de una sala de cine. Una obra magistralSecciones
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Groucho. Mañana sábado. Ciclo aniversario ·
Scola, como hizo primero con una terraza y después con un salón de baile, cuenta el mundo a través de una sala de cine. Una obra magistralCuando ha transcurrido apenas un cuarto de hora de metraje de esta enorme película, y de haber transitado del color al blanco y negro, de ... un cine que se cierra a las proyecciones que sublimaban la luz en la oscuridad de una sala, un cartel muestra la lista de las obras maestras del neorrealismo.
Año 1989
País Italia
Dirección y guion Ettore Scola
Reparto Marcello Mastroianni, Massimo Troisi, Marina Vlady, Pamela Villoresi
Género Comedia dramática
En 'Splendor', del maestro Ettore Scola, el sentido del cine y su aliento vital se mastican. Es ceremonia y devoción, resplandor y monumental homenaje a la liturgia del cine. El cineasta de esa obra maestra que es 'El baile' engrasa su estilizada y única mirada costumbrista, su manejo maravilloso de esa ecuación de comedia y drama que al cabo lleva consigo el ADN de la existencia y deja que Marcello Mastroianni construya un poema que va asfaltando el camino con la reivindicación del asombro.
Desde las butacas del 'Splendor', como las del cine que cada uno llevamos dentro, se revela la resistencia y la defensa del ritual, de esa extraña y maravillosa forma de estar juntos en la oscuridad de la sala. Y Scola, incluso, deja que caiga la nieve sobre las cabezas de los espectadores. Y en ese ejercicio que retrata el surgimiento, el esplendor y la crisis de la querencia por el cine, Scola va sembrando su película de muchas otras en una evocación no tanto nostálgica como en una fábula que reclama la atención sobre la lucidez creativa de esas obras maestras que han ido forjando la educación de la mirada. Con naturalidad, de Lang a Truffaut, de Tati a De Sica, de Bergman a Dino Risi, de Monicelli a Fellini; y, por supuesto, esa parada casi obligada en 'Qué bello es vivir' de Capra. La pantalla, lienzo de muchos tiempos, es el estado de sensaciones entre el blanco y negro y el color, entre el apogeo y la decadencia. Todo en un filme de madurez y de necesario homenaje. A Scola, narrador de un siglo le bastó una terraza y una sala de baile, en sus dos películas antes citadas, y las habitaciones de una casa en 'La familia', para crear universos, retratos de la condición humana exentos de adornos. La sala de cine era el eslabón lógico de esa cadena. Una película para amar el cine que toda generación debe descubrir. El resto ya se sabe. Europa se olvidó de la deliciosa 'Splendor' y optó por 'Cinema Paradiso'. El azar quiso que dos películas de la misma temática, aunque muy diferentes en tono y punto de vista, coincidieran hasta competir en Cannes. La gloria la decide la memoria. La sensibilidad de Scola preside una obra que habla en el fondo de cómo miramos y eso carece de fecha de caducidad.
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Ana del Castillo
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