Cabalgar con el diablo

Era quizá la etapa de transición de un actor moldeado por sus mayores y por su libertad a la hora de construir un arquetipo, camino de consolidar una mirada propia. La huella de Sergio Leone sigue estando presente y, además, la dirección de 'El fuera de la ley' fue 'sobrevenida' después de que empezara la película Philip Kaufman. Su argumento es un armario de muchos fondos en el que no todo su vestuario encaja: la Guerra de Secesión, un grupo de unionistas, un sádico capitán, los rebeldes, y entre guerrillas, redención y el juego Norte Sur, emerge la figura de Clint Eastwood como rebelde sin y con causa, entre el odio y el deseo de venganza. Algo que asumió con continuidad perfeccionando al personaje y construyendo una sólida mirada de cineasta anclada en los clásicos. A partir de aquí el Eastwood ya nonagenario enfilaría una filmografía sin vuelta atrás, con algunos momentos irregulares, pero sin duda imprescindible en toda revisión del cine contemporáneo.

Habitan además en 'El fuera de la ley' señales de obsesiones y edificaciones de una ficción que desembocaría muchos años más tarde, casi de manera natural en esa obra maestra que es 'Sin perdón'. Una cinta de los años setenta de ritmo y rima irregular y desigual, con una Sondra Locke incómoda y falta de hondura por su personaje, más que como actriz. También pueden apreciarse algunos paralelismos con 'El jinete pálido', aunque hay que admitir que el wéstern es un género al que le viene bien, incluso necesario, no ocultar los guiños, vasos comunicantes y homenajes entre títulos. La guerra, lo crepuscular, el retrato individual del perseguido física y mentalmente, como simbología de un tiempo de cambios, se mezclan con distinta fortuna en este wéstern mestizo,más que puro, con demasiados subrayados frente a una banda sonora excelente, de Jerry Fielding.

El cineasta Philip Kaufman fue despedido por Eastwood molesto por su enfoque. El cineasta de 'Gran Torino', enamorado de la novela de Forrest Carter que da pie al guion, esta impregnado de ese perfume de amargura y esperanza que ha marcado el ADN del cine de Eastwood. Las escenas de violencia y acción son muy estilizadas y entre ellas las de la cámara subjetiva desde las pistolas en algunas tomas. Destreza como actor, anunciación de su mezcla de sensibilidad y cinismo como cineasta, poderoso ingenio en la narración y el inicio de la demostración de que es posible cabalgar con el diablo.

• Temas
• Clint Eastwood
• Cine en Cantabria
• Críticas de Cine
• Cine
• Western