En carne viva
Filmoteca UC. Náutica. Jueves. ·
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Filmoteca UC. Náutica. Jueves. ·
El espectador participa simbólicamente del montaje en un puzle tan visceral como cercano o distanciado en lo trágico. Deslumbrante, una obra al límiteQue el cine de Alejandro González Iñárritu perdió textura cuando se rompió el tándem con el guionista y escritor Guillermo Arriaga es algo obvio. Una ... manera de comprobar lo intransferible de esa ligazón creativa es revisar o redescubrir un filme al límite de la intensidad, como '21 gramos', programado esta semana dentro del ciclo Interaulas de la UC en torno a la muerte.
Año 2003
País EE UU.
Dirección Alejandro González Iñárritu
Guion Guillermo Arriaga
Reparto Sean Penn, Benicio del Toro, Naomi Watts, Charlotte Gainsbourg
Género Drama
El cineasta mexicano, que ha firmado obras magistrales como 'Birdman' en su etapa más reciente, estrenará el próximo año 'Judy', filme con Tom Cruise y Sandra Hüller. Como en la multipremiada 'Amores perros', Iñárritu propone una ambiciosa estructura narrativa que repetiría, parcial o totalmente, luego en buena parte de su filmografía. En realidad todo el filme es una inmersión en el dolor mediante un viaje demoledor que discurre entre la fatalidad y la pérdida, en un continuo tour de force rotundo expresado a la intemperie emocional.
Como en el cine de Kieslowski, el azar zarandea las vidas y encrucijadas de sus criaturas, aquí tres personajes cuya experiencia y existencia tienen como único fundamento el efecto de un accidente. Y es eso, lo accidental, la muerte, sobre lo que vemos paradójicamente construir un relato donde esperanza y miseria, supervivencia y humanismo llegan a confundirse en un caleidoscopio, físico, moral y desgarradoramente emocional. Hay quien rechaza esta mirada etiquetada en un tremendismo amarillista. El peso de esos 21 gramos, sin embargo, es una hermosa e intensa forma de alumbrar un terreno lacerante que el cineasta y un puñado de actores excelentes convierten de manera cómplice en un campo minado por el deslumbramiento visual y, sobre todo, dramático. Todo está aferrado por una compleja red en la que lo sobrecogedor y lo virtuoso nunca están reñidos y logran trazar un viaje desde la muerte a la vida. Su provocación nunca es efectista y sus interrogantes conducen de forma elegante en la puesta en escena a lo profundo en un arriesgado vaivén de ritmo y forma. El espectador participa simbólicamente del montaje en un puzle tan visceral como cercano o distanciado en lo trágico. El libre albedrío, el temor a la muerte, la redención y el asombro actúan como piezas de un engranaje que crece y se reduce a medida que la tragedia y la esperanza construyen una historia sobre esa dura levedad en carne viva.
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