Cassavetes antes de Cassavetes
Filmoteca de Cantabria. Bonifaz. Domingo. ·
La colisión entre la idea del cineasta y los intereses pragmáticos del productor, Stanley Kramer, marca una obra, no obstante, humana y muy interesanteSecciones
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Filmoteca de Cantabria. Bonifaz. Domingo. ·
La colisión entre la idea del cineasta y los intereses pragmáticos del productor, Stanley Kramer, marca una obra, no obstante, humana y muy interesanteProbablemente a John Cassavetes, el gran cineasta de 'Faces', le interesaba una cosa: el lado dramático y más desgarrador e intimista de las relaciones humanas, que en su etapa de precursor del cine independiente sembró de varias obras magistrales. Y quizás a Stanley Kramer, en ... este caso productor, la idea de este drama estaba ligada a una mirada más convencional, no por ello menos dura. Lo cierto es que las piezas encajan y 'el niño que espera', al que alude el título original, aquí bautizado con el engolado 'Ángeles sin paraíso', nombra una película de momentos intensos y mirada magistral, que ha quedado en el olvido y sin duda sumida en un segundo plano por la grandeza de cintas de Cassavetes como 'Opening Night' y 'Gloria'.
Año 1963
País EE UU.
Dirección John Cassavetes
Guion Abby Mann
Reparto Burt Lancaster, Judy Garland, Gena Rowlands, Steven Hill
Género Drama
El rescate que ofrece la Filmoteca permite además otro homenaje a Gena Rowlands, en esta ocasión secundaria, la excelente actriz recientemente fallecida, quien fuera musa y compañera del cineasta. La obra de los sesenta aborda sin tapujos y con valentía una historia centrada en la discapacidad mental infantil con un reparto un tanto atípico que encabeza un excelente Burt Lancaster.
Los propios títulos de crédito y el arranque del filme ya revelan su naturaleza personalísima marcada por el sólido guion de Abby Man, basado en su propia novela, sobre la historia de un niño autista aunque en la película no se revela el problema específico. Es una cinta humanista, con momentos de subrayado de grandes valores e incluso buenista, pero que posee sus mejores momentos de estilo, forma y argumento cuando Cassavetes zarandea los planos y la conduce al lado sombrío, angustioso y asfixiante, nada complaciente, paseándose por la raíz de lo más inquietante, alejándose de los buenos sentimientos y, sobre todo, del melodrama al uso. Curiosamente Cassavetes se puso al frente del proyecto para sustituir a Jack Clayton. Y otra connotación más difícil de calibrar es que Kramer ejerció de productor con imposiciones y al parecer manipuló y límitó las ansias de autoría de su director. Al hilo de lo comentado, mientras Cassavetes ponía el foco en la superación, o no, y la evolución de las personas, Kramer impuso una mirada más institucional y volcada en lo pedagógico. Uno en la entraña, el otro en la cáscara. Aunque el paso del tiempo ha erosionado su debate interno, tras su sentimentalismo y algunas controversias a ojos de hoy algo pueriles o superadas, subyace en la cinta tanto la vocación de estilo del cineasta como el interés humano.
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