«Esta es la vida que elegimos. Y una cosa está clara. Ninguno veremos el cielo». Es inteligente, atrevida, perenne en su tono y en su estilizada puesta en escena. Es un clásico, sí, pero también, o por ello, un espejo humano, moral, un retrato ... sobre la convivencia, lo sentimental, lo cínico, la supervivencia. Con 'Perdición', de Billy Wilder, el visionado nunca es suficiente.
-
País
EE.UU.
-
Año
1944
-
Dirección
Billy Wilder
-
Guión
Raymond Chandler, Wilder
-
Reparto
Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers
-
Género
Drama
Uno siempre descubre un resquicio en los perfiles, un diálogo lúcido que se quedó colgado de otro anterior, un matiz solapado por otro no menos revelador. El filme adaptó la novela 'Pacto de sangre', de James M. Cain, con la escritura de guión de otro monstruo, Raymond Chandler, y del propio Wilder. Ambos colisionaron en casi todo, pero el talento era más fuerte. Cuando Hitckcock vio la película de Barbara Stanwyck y Fred MacMurray, ambos geniales y entregados a sus criaturas, la consideró un filme perfecto. Al cabo, 'Perdición' es un tratado sobre la seducción, contiene en las ambigüedades y juegos morales numerosas connotaciones del cine del director de 'Psicosis' y, sobre todo, posee el ADN del suspense. A propósito de este factor se cuenta la anécdota del tenso encuentro de rodaje entre Wilder y Fred MacMurray sobre la escena de un automóvil que no acaba de arrancar: «Yo lo hacía deprisa, y Billy repetía una y otra vez 'Haz que dure más, haz que dure más'; al final le grité: 'Por el amor de Dios, Billy, no puede sostenerse tanto tiempo', y él respondió de nuevo 'Haz que dure más'. Y tenía razón». Y el cineasta explicaba. «Siempre he creído que la sorpresa no es tan eficaz como el suspense».
La doble indemnización, la doble motivación, la doble lectura pululan a través de un flashback y una voz en off sobre una relación calculadora y pasional, perversa y pérfida, huidiza y fugaz. Y en la envoltura de todo ello la atmósfera noir, el sentido de la tragedia, la poderosa delimitación de la psicología de los personajes. Deseo y amargura, cáustica mirada y fuego en el cuerpo encendido por esas cerillas que parecen simbolizar un mantra interminable en la ficción. Y entre la entraña de este enredo desafiante en lo moral, unos diálogos corrosivos y punzantes que se clavan en la piel de cada fotograma. Una catedral sobre gente corriente capaz de matar y eso cotidiano que cobija una normalidad que provoca escalofríos.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.