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El cineasta Hugh Hudson, director de 'Carros de Fuego' y 'Altamira' entre otros, reconoce que «el cine no es nada sin la emoción humana», algo que imprime en todos sus proyectos cinematográficos. Busca la verdad en el cine y no esconde las injusticias que ... sufrió siendo un niño, algo que de mayor ha volcado en sus personajes, desde Greystoke, hasta Marcelino Sanz de Sautuola o los dos medallistas británicos de 'Carros de Fuego'. En la Semana Internacional de Cine de Santander, en el Centro Botín, repasa su trayectoria profesional, desde sus primeros documentales sobre los campos de concentración hasta 'Altamira'.
Hudson (Londres, 1936) se remonta a su infancia para recordar cómo descubrió el cine. Nació antes de la II Guerra Mundial, una época en la que el sistema educativo británico era muy estricto. La razón de ser de los colegios era su equipo deportivo y fue su primer cara a cara con la realidad. «Me gustaba ver el deporte, pero no practicarlo» y, por eso, se escapaba del colegio para ver todos los musicales que podía en el cine. Hasta que un día le pillaron y fue expulsado para que recapacitara y cambiara de actitud: «La actitud cambió, pero seguí disfrutando del cine. Ya tenía el gusanillo dentro» y es que para este veterano director y productor el cine ha sido su estilo de vida.
Centro Botín Clase magistral con Luis Manso. A las 12.30 horas.
Filmoteca de Cantabria. Proyección de la película 'Keylor Nasvas un hombre de fe', a las 12.00 horas. 'Restos del viento', de Iván Trujillo, se proyecta a las 17.00 horas y la película 'Invisible', de Pablo Giorgelli, a las 19.30 horas. 'El vampiro', de Fernando Méndez, a partir de las 22.00 horas.
Palacio de Festivales Día de Cantabria con la proyección de cortometrajes de directores cántabros, a las 19.00 horas. Y encuentro con los directores José Luis Santos, Nacho Solana, Juanjo Haro, Caque y Juan Trueba, Álvaro de la Hoz, Raque G. Dimas, Álvaro Oliva, Alberto Mascasoli, Joaquín Alonso Bedia y Fernando Sánchez, además del director de Film Comission de Cantabria, Víctor Lamadris, a las 21.00 horas.
Busca en sus recuerdos y se remonta a la niñez cuando involucró a toda su familia para hacer una película casera sobre la revolución de Oliver Cromwell, que acabó con la monarquía británica. «Así empezó todo», recuerda el cineasta quien bromea al señalar que «desde entonces soy un profundo socialista». También recuerda la primera película que vio en el cine en 1945. «El Gobierno sugería a los padres que llevaran a sus hijos a ver documentales sobre los campos de concentración en Alemania. Fue horrible, nunca lo olvidaré», explica.
Vuelve a mirar en sus recuerdos, cuando entró en el Ejército y pensó en hacerse soldado profesional «por la seguridad que sentía». Y es que durante años vivió con su madre y viajó por muchas ciudades trabajando de casa en casa. Estuvo en doce colegios distintos, por eso la seguridad del ejército llamó su atención. «Éramos como refugiados pero sin serlo», explica el director de 'Altamira'.
Hudson comenzó su carrera cinematográfica rodando documentales y anuncios publicitarios junto a Ridley Scott en los años sesenta, y tras su éxito se lanzó al cine de ficción, donde comenzó dirigiendo la segunda unidad de la cinta de Alan Parker, 'El expreso de medianoche'. Fue veinte años antes de que llegara 'Carros de fuego'.
Entre los documentales y cortometrajes que grabó en su primera etapa recuerda uno en especial patrocinado por la marca de neumáticos 'Pirelli'. «'The Tortoise and the Hare' ('La tortuga y la liebre') duraba cuarenta minutos. Había un coche deportivo rojo y un camión en la autopista del sur de Italia. Una mujer rubia y muy guapa conducía el coche y un hombre duro el camión. El coche adelantaba al camión pero el camión llegaba primero a la meta, como en el cuento». Este cortometraje le supuso el reconocimiento yde guionistas que comenzaron a enviarle sus historias. «Lo más importante que hace un director es su primera película», sentencia.
Los tres socios -Hudson, Scott y Parker- crearon su compañía y produjeron cortometrajes y publicidad. Más tarde, Alan Parker dejó el cine y se dedicó al mundo del arte. «Scott y yo seguimos haciendo cine en un momento en que comenzaba a cambiar la forma hacerlo», indica. Ridley era un director de arte y Hudson optó por la edición, el montaje de la cinta. «Es el elemento más importante, la edición, es el momento en el que todo puede cambiar, de hacer una buena a una mala película», afirma.
En ese momento entró en contacto con David Puttnam y pudo hacer realidad uno de sus mayores sueños y, a la postre, uno de sus mejores trabajos 'Carros de fuego' (1981). La película, que ganó cuatro premios Oscar, supuso un impulso de la industria del cine británico. Cuenta la historia real de dos medallistas británicos de los Juegos Olímpicos de París de 1924 con orígenes y motivaciones diferentes. Uno es un devoto cristiano y el otro un judo.
«Es una película sobre cómo permanecer fiel a tus creencias y no rendirte pese a que el gobierno y todos te intentan obligar a que cambies tu forma de ser o pensar. Yo no escribí el guion, me gusta trabajar con escritores porque creo que el cine es un trabajo colaborativo», argumenta. A Hugh Hudson le gusta coescribir los guiones por dos motivos: dos mentes trabajan mejor que una y, de esta manera, también logra imprimir su sello personal a sus proyectos cinematográficos.
Y en el caso de 'Carros de Fuego' acertó porque enamorado del guion y de sus personajes, nunca pensó que el éxito iba a ser tan grande. «Es una película tan pequeña -diez semanas de rodaje- que llegó tan lejos, que aprendí algunas pautas de lo que es de verdad importante en el cine».
Posteriormente rodó 'Greystoke: la leyenda de Tarzán' y 'Revolution', una historia sobre la Guerra de la Independencia protagonizada por Al Pacino y Donald Sutherland. Su película más reciente, 'Altamira' se estrenó hace dos años y, con Antonio Banderas como protagonista, narra el descubrimiento de las cuevas y las pinturas rupestres de Altamira en el siglo XIX, así como el enfrentamiento y el conflicto que este hallazgo causó con la iglesia y la sociedad de la época. «'Altamira' fue una película que hice por encargo, aunque también hice cambios para poner mi sello», explica. En este caso quiso dar mayor dramatismo al dolor y la injusticia por la que pasó Marcelino Sanz de Sautuola y su familia, la incomprensión porque nadie creía en su hallazgo. «Siempre me gustan los proyectos donde un personaje es tratado injustamente porque yo sufrí de esas injusticias de niño», insiste. Y el dolor de Sanz de Sautuola, la injusticia y la angustia fue precisamente lo más llamó su atención.
Imaginó el dolor del protagonista y el sufrimiento al rechazar su hallazgo. «Es igual que el judío y el cristiano escocés de 'Carros de Fuego', su sufrimiento. Fueron muy injustos con ellos», declara. «No creo en Dios, pero creo en la fe y en una actitud moral ante la vida», sentencia. «Trataron de cambiarme, pero no lo lograron», añade. Y ese relato está en 'Carros de Fuego' cuando intentan cambiar la forma de pensar de los protagonistas, y no lo consiguen. Hudson comprende perfectamente qué sintieron estos dos corredores porque «tuve dos abuelos escoceses sacerdotes que querían que pensara como ellos».
En 'Altamira' siente el dolor de Marcelino Sanz de Sautuola y su desesperación y alaba el trabajo realizado por su protagonista, Antonio Banderas, un gran actor. Santander enamoró al cineasta que, desde entonces, vuelve todos los años para disfrutar de la ciudad.
«Ser cineasta es un arte que implica leer mucho y entender de arte». Y, como director, cita tres grandes elementos a tener en cuenta en una película: el casting, el montaje y el guion, «no por este orden», aclara. Y él, personalmente, recomienda a cualquier joven que vaya a ser director de cine implicarse en el montaje, aprender, «porque el resultado final de cada proyecto depende de la edición. Aprender a editar es mejor que ir a una escuela de cine».
Así explica su profesión Hudson quien también recuerda otro de sus éxitos cinematográficos 'Greystoke: la leyenda de Tarzán'. Como anécdota recuerda que su protagonista, Christopher Lambert, tenía un cuerpo «patético» y tuvo que entrenar duramente durante tres meses para fortalecer los músculos. «Iba los fines de semana a París para ver a su novia y se lo prohibimos porque necesitaba hacer mucho ejercicio para estar en forma», sonríe.
El cineasta británico enumera algunas de las características que no deben faltar en un director. Primero, entender la importancia de un proyecto cinematográfico; segundo, tener calidad humana como persona y, en tercer lugar, tener mano militar, disciplina. «El cine no es nada sin la emoción humana» y por eso es importante que el director tenga calidad humana, sea amable... «Todo el equipo tiene que estar al mismo nivel, no unos por encima de otros», añade. Guarda en su mente los próximos proyectos, no quiere contarlos porque «pueden robármelos». Pero reconoce que tiene nuevos proyectos rondando su cabeza que serán una realidad próximamente. Cierra la entrevista con una reflexión: «El cine es la verdad, es donde intento encontrarla».
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