Cita en el infierno

El 'Rendez-vous' (cita o encuentro) con Pol Pot del título original resulta más cercano a la realidad de un filme documento y crónica, que, al margen de la etiqueta 'basado en hechos reales', resulta tan irregular como interesante. Testimonios, miradas, el juego de la verdad y la mentira, la revolución mal entendida, secuestrada, constituyen el magma que discurre en el interior de la estructura cinematográfica con origen y fundamento periodístico en su engranaje fundacional.

El cineasta Rithy Panh retoma la mirada histórica, el trauma por el rastro de los jemeres rojos, y regresa a uno de sus títulos mantra: 'S21: La máquina roja de matar'. Pero si aquel era un documental puro y duro, aquí juega con diferentes planos narrativos que pasan por la ficción que recrea los acontecimientos; también por imágenes documentales originales de época y, un recurso inherente a su anterior cine, la utilización de representaciones materializadas en figuras de barro, caso de 'La imagen perdida'. Y, a su vez, con la referencia a la entrevista real que la escritora y periodista Elizabeth Becker realizó al dirigente de los Jemeres Rojos, tras una gira por el país custodiada por militares.

Esto no es 'El año que vivimos peligrosamente' ni pretende ser una crónica realista de corte épico o de héroes trágicos. Pero de forma eficaz, y pese a cierta reiteración el cineasta de 'Una noche después de la guerra' sí radiografía el epicentro del sanguinario régimen del genocida Pol Pot. Lo que sirve de armazón o de percha es el libro de Becker, en la película encarnada por Irène Jacob, la excelente actriz de filmes de Kieslowski como la trilogía de los colores y 'La doble vida de verónica'. En este caso tres periodistas franceses se adentran en un viaje al corazón de las tinieblas. No hay nada realmente nuevo. Es una vuelta de tuerca a su propia mirada documental anterior, a las heridas del pasado, y con otras referencias audiovisuales como la cinta de David Puttnam,'Los gritos del silencio'. Pero en un presente marcado por la desinformación, la manipulación y los bulos, se antoja necesaria por encima de que sea una obra irregular, que parece dar la espalda a la emoción y que adopta una cierta asepsia para suplir quizás la falta de recursos.

Lo convencional prima pero la realidad del drama histórico se impone y transparenta la confusión, la falacia, la propaganda y el horror. Tras la tensión asoma un desmayo de todo lo que significa vida, por lo que el escalofrío es inevitable.