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Dirección: Ben Wheatley: Guion: Dean Georgaris, Erich Hoeber, Jon Hoeber. Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: Haris Zambarloukos. Reparto: Jason Statham, Wu Jing, Shuya Sophia Cai, Género: Terror. Salas: Cinesa y Ocine.
El nombre invita a la sobredimensión, la megaproducción, la megalomanía y lo delirante submarino ... y húmedo. Una especie de 'Jurassic Park' marino que cuando se pone serio resulta irrisorio y cuando apela a lo jocoso festivo resulta tan estúpido como patético. Ni que decir tiene que el verdadero Megalodón es Jason Statham, incombustible, inmutable al desaliento y personaje, actor (a veces) y criatura inmortal de viñeta todo al mismo tiempo. La cosa, ya saben, va de tiburones gigantes y lo científico no tiene cabida. Aquí el rigor estriba en ver quién tiene la boca más grande, y visto lo visto lo que resulta muy fácil es concluir que los depredadores extintos nos parecen mucho más inteligentes que los humanos que habitan la segunda entrega de la franquicia con futuro digital.
La aventura, entre lo tontorrón y el terror de manual, es más bien un pastiche infantilizado cuyas mejores escenas, apenas dos o tres, son un trasunto maquillado y limitado del único Tiburón capaz de seguir dando miedo fuera del agua: el que Spielberg instaló en el imaginario colectivo con su relato atávico, su apelación al miedo primario y su lucha noble entre humano y bestia.
'Megalodón 2' en versión original consigue que deseemos escuchar la voz animal ante los estúpidos diálogos de los personajes. En su versión 3D se empañan las gafas ante la gravedad risible que envuelve una primera hora plomiza de órdenes y contraórdenes submarinas, tramas mafiosas y contradictorios mensajes ecologistas que no se las salta un tsunami. A partir de un determinado momento (que podía ser cualquiera) el giro ubica a los protagonistas en un escenario paradisíaco de archipiélago y resort, entre motos de agua, flotadores y ligones de playa.
Pese a lo rimbombante y ostentoso del artefacto en busca de la megataquilla, la cosa desprende ese aire de serie B y Z al mismo tiempo, en una pasarela de kraken, pulpos y monstruos, incluyendo algún secundario tan metido con calzador que parece un infiltrado de la megafauna. Es difícil tomarse en serio este juego de supervivencia en el que por cierto aparece Sergio Peris Mencheta, desaprovechado a la hora de exprimir su entereza como malo de la función.
De 'Sharknado' al 'Tiburón fantasma', de 'El ataque del tiburón de 5 cabezas' a 'Shark Exorcist', cada temporada se revela sembrada de bichos poco amistosos. Lo que saca los colores es la indefinición, el vergonzoso sentido del humor y la falta de talento para haber elevado la parodia a categoría de agitación y mandíbula animada. Un espectáculo chao pescao para comerte mejor.
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