Crítica '1976': Lo que subyace

Filmoteca Mario Camus ·
Una madura ópera prima que discurre entre silencios cómplices y heridas que sangran hacia dentro

Guillermo Balbona

Santander

Jueves, 9 de marzo 2023, 10:59

Está lo aparente y lo clandestino. Lo que subyace. Y una fecha: 1976, que da título al filme. Pero si sabemos que el escenario es ... el Chile de esos setenta, la mirada cambia. A ello apenas se suma un pincelada naif y un retazo de información que sale de la boca de una radio. Manuela Martelli, actriz sobre todo, firmaba el pasado año una ópera prima que exuda madurez, desprende inteligencia y mantiene un tempo en el que la realidad va masticándose, triturándose, insinuándose. Y es en esa especie de atmósfera congelada, de pausa de thriller accidental donde reside la grandeza de '1976'.

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País Chile
Año 2022
Director Manuela Martell
Guion Martelli, Alejandra Moffat
Reparto Aline Küppenheim, Nicolás Sepúlveda, Hugo Medina, Alejandro Goic, Antonia Zegers
Género Drama
Salas Filmoteca Mario Camus (calle Bonifaz).

A través de la propia quietud e inquietud precisa que pone a su encarnación la actriz Aline Küppenheim, el espectador se adentra en una historia en la que no hay destellos pero sí sutiles señales, en la que lo morboso se sustituye por una construcción desde la fragilidad que cada vez se hace más honda y se antoja más lacerante. Lo íntimo, la mirada de la mujer sola, lo secreto y oculto discurren subliminales como sombras de un horror que se intuye, de una angustia y una violencia que zarandean el sosiego más confiado. Un debut sereno, con poso, de alguien que parece tener muy claro qué es el cine y cuál es su sentido (idéntico al fundacional) a la hora de ahondar en la condición humana.

La frialdad de tono puede desconcertar si hablamos en el fondo de una dictadura, la de Pinochet, que llevó el horror hasta extremos de sadismo político retorcido, pero Martelli, también coguionista, logra que forma parte de ese engranaje con cadencia, como dejándose llevar para ir manejando el halo de clandestinidad y mentiras, de miedo contagioso. Inspirada en un acontecimiento familiar y trágico, la película, más allá de la anécdota o la peripecia dramática, desbroza la realidad envuelta, casi inundada, en un material de misterio. Su capacidad para mostrarse, sinuosa pero claramente, entre silencios y heridas que sangran hacia dentro elevan ese cine que desnuda la geografía de la complicidad. Pero aunque lo político prima en la epidermis de la pantalla, lo más personal y detallista del filme reside en la mirada femenina.

El retrato de esa mujer burguesa que descubre una nueva dimensión. Lo sórdido, el engaño y la hipocresía toman el mando a medida que el personaje toma conciencia de su identidad y personalidad frente al falso decorado. Tensión prolongada, thriller que va desmayando su condición de género para fragmentarse en mil pedazos y aliarse con el verdadero drama interior en femenino singular