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Es musical excitante, melodrama juguetón y noir de citas. Coppola en estado puro. Tanto cuando derrocha cine como cuando derrama excesos. Reúne varios talentos, como el del bailarín de claqué y actor Gregory Hines, ganador de un premio Tony, fallecido hace ahora dos décadas; también ... logra números musicales de excelencia y es una película cuya desmesura desequilibrada logra su mayor personalidad. En algún momento el espectador debe sujetarse los pies. Pero sobre todo 'Cotton Club' es una confesión sobre el cine y la vida, sobre una manera de mirar ambas y un reflejo coherente del estilo y la concepción cinematográfica de Francis Ford Coppola.
País EE UU
Cabe también la querencia por un estilo y la consumación para bien y para mal de la ambiciosa manera del cineasta de 'La ley de la calle' de afrontar un proyecto. Como tantas otras veces en su carrera, el mayor exponente fue 'Apocalypse now', el rodaje estuvo sometido a imprevistos, caprichos y azarosas situaciones y se prolongó durante meses, a lo que hay que sumar el disparatado presupuesto y un montaje complejo en el que Coppola no se reconoce. 'Cotton Club', con momentos de genialidad y desigual gramática, es cine homenaje y una inteligente miscelánea de géneros. El musical obvio está envuelto en ese melodrama romántico y una capa noir que remite a los clásicos del cine de gángsteres.
Como toda su trayectoria el filme es un ejemplo de su elegancia y su poderosa puesta en escena. Detrás de su fachada impecable asoman nombres como el del guionista, Mario Puzo, artífice de 'El padrino', o el del músico Tom Waits, también actor, y fetiche de títulos como 'Corazonada', 'La ley de la calle' y 'Rebeldes'. El ecosistema está vertebrado por el club de Harlem al que solo podían asistir blancos de mucha pasta, y donde únicamente podían tocar y bailar talentosos negros.
Guiños, homenajes y referentes cinéfilos, de Michael Curtiz a Raoul Walsh, habitan en el filme junto a la sombra musical de Duke Ellington, la fotografía de Stephen Goldblatt, la presencia de Richard Gere tocando los solos de corneta al encarnar a Dixie Dwyer, entre otros nombres propios del proyecto. Ambiciones y pasiones, una visión de los años de la Ley Seca, la depresión y la música negra, del virtuosismo a la buena música. Los personajes secundarios, ese ritmo coral y el depurado estilo conforman una de las creaciones más intensamente personales de Coppola.
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