Crítica 'Decision to leave': De renuncias y vértigos

El cineasta de 'Soy un cyborg', que alcanzó su cenit internacional con 'Oldboy', desconcierta al inicio de esta miscelánea de drama romántico, ensoñación laberíntica, thriller emocional y juego intrigante donde lo formal a veces parece devorar lo narrativo, y el lenguaje atrevido se traga a sus criaturas. Pero a medida que discurre la ficción el efecto es el contrario. Lo que parecía mera demostración de estilo, sublimación de la puesta en escena e innovador manual de gramática cinematográfica deriva y confluye en una declaración de amor al cine.

A través de una estructura en círculos concéntricos, en encuentros y desencuentros casi paralelos o superpuestos, en flasckbacks abandonados que adquieren insólito protagonismo, el filme asume una intensa capacidad hipnótica. Una encrucijada donde hay más enigma en la relación entre un detective obsesivo y la viuda de una víctima, que en el propio caso criminal. Lo pasional y lo misterioso, los hallazgos visuales y la sofisticada pero lúcida expresión sensorial permiten diálogos transparentes entre lo racional y lo onírico.

A la sombra del clásico de los clásicos, 'Vértigo (De entre los muertos)' de Hitchcock, el filme coreano es una montaña que se asciende y desciende entre la violencia soterrada, la venganza y el magma sinuoso del mal. Empieza como si Tarantino hubiese tenido un sueño húmedo con Godard y acaba con el desgarro del Trier más visceral. El cineasta de 'La doncella' fascina, impregna de humor la gravedad y seduce con un melancólico fatalismo. Ingenio e inventivas, sí, pero sobre todo un original y elegante entramado de dolor, amor y estado emocional.