Crítica 'Europa': El tren de la historia

Al entrar en la década de los noventa el cineasta de 'Anticristo' abordó un onírico e hipnótico viaje de historia y distopía, de sueño y realidad bélica, en el epicentro del horror nazi. 'Europa', fábula rodada en blanco y negro y color, posee matices surreales, experimentales y miradas ideológicas complejas en su retrato del miedo. La voz de Max von Sydow es otro personaje más, el tren y el viaje se suman a los simbolismos más fecundos y la recepción del filme proyectó el nombre del cineasta que encabezó el movimiento Dogma.

Trier en su etapa de formación ya se había acercado en un primer trabajo audiovisual a la resistencia danesa en tiempos de la ocupación nazi. 'Europa' cerró su trilogía tras 'El Elemento Del Crimen' y 'Epidemic'. Tras la atmósfera de túnel y trayecto en el tiempo, los factores cercanos a una alucinación permanente y los guiños kafkianos, Trier ahonda en una visión expresionista, a veces aferrada al cine negro. Con ello compone una obra con la barbarie nazi entre las sombras, la soledad y la identidad como raíles y el humor como factor que sirve, por igual, para mantener el equilibrio de las distancias y la dirección, como para descarrilar. Premio del Jurado en Cannes, 'Europa' sangra cine por todos sus poros, desprende acento retórico, vorágine y excesos que tienen tanto de poética como de manifiesto, domesticado por el humor negro y sin perder de vista el sentido de la historia y de la tragedia.

Entre la caricatura y lo oscuro, de Hitchcock a Dreyer, pasando por Chaplin y Lang, la película está trufadas de influencias y fotogramas soñados en un círculo vicioso sobre la historia y su repetición. La cinta, fruto también de una coproducción plenamente europea, fue estrenada como 'Zentropa', nombre de la línea ferroviaria que vertebra el relato en la ficción. La culpa, el compromiso, el azar, la muerte y la traición alimentan la pesadilla intrigante y lo engolado, la fascinación y una especie de teatralidad trágica.