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Puede considerarse como el reverso de 'Al descubierto', el reciente filme de Maria Schrader (Unorthodox), que recreaba la investigación periodística que pasó a convertirse en ... el origen del movimiento #MeToo. Lo que en este contundente filme era crónica, inmediatez, documento ficcionado y por tanto dramatizado pero con fidelidad a unos hechos, hitos y fechas, ahora 'Ellas hablan' de Sarah Polley, viene a ser la vuelta de tuerca: la reflexión, lo terapéutico y lo testimonial. Lo que en la primera era ritmo, diversidad de escenarios e incesante sucesión de hechos, aquí pasa a ser casi una pausa que atrapa, un único escenario (un granero y sus alrededores), una verbalizada y coral presencia de mujeres que otorgan una sensible y, a su vez, dura y desgarrada fuerza emocional.
País EE UU
En 2017, Jodi Kantor y Meghan Twohey, dos periodistas de investigación del New York Times publicaron un artículo con el que lograron que temblaran los cimientos de la industria del cine. Harvey Weinstein, fundado de la productora Miramax, era acusado de abusos sexuales y de haber perpetrado los mismos durante décadas, tratando de comprar el silencio de las víctimas. Polley adapta en 'Ellas hablan' una novela que construye el eco de una asamblea ficticia entre las víctimas de un suceso real de violaciones masivas dentro de una comunidad menonita. En realidad es una mezcla de parábola o alegoría política con su abstracción y su simbolismo que va desvelando las aristas de esa sororidad femenina y feminista.
A la intemperie la cineasta de 'Lejos de ella' traza una delicada cartografía donde priman las elipsis y el fuera de campo y la descomunal entrega del reparto. Austeridad narrativa, elegancia, excelencia en la fotografía arropan el debate y discusiones de madres e hijas frente al abuso del patriarcado en lo sexual, en lo evidente, pero también en lo subliminal, en lo que subyace. El texto tiene su origen en la obra de Miriam Towers, protagonista del filme de Carlos Reygadas, 'Luz silenciosa'. La reunión de mujeres, más que respuesta, es documento, laboratorio, experimento. Un#MeToo escenificado en una mezcla de juicio y localista asamblea simbólica de lo global. Polley logra crear adicción a los parlamentos de las mujeres y abre debates, heridas y posibilidades. Entre el perdón y el olvido, la desesperación y el humor, una ilustración de cómo abordar el dolor desde lo intelectual y la sensibilidad. Una buena película para certificar que lo verdaderamente revolucionario hoy es saber escucha
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